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Esa mañana cuando Juana despertó se sintió muy bien. Se sintió tranquila aún cuando desde el suelo, acostada en el petate vio la mano gigantona de Juan que colgaba de la cama y tocaba el suelo serenamente. Juana tocó sus mejillas como tratando de palpar un cambio extraño; y en verdad era extraño, no le dolía nada esta vez. Eran las seis y cuarto cuando se levantó a hacer el desayuno, los rayos bermellones del primer sol apenas alumbraban y el coro de la mañana empezaba con su adormilado piar de miles de voces.
Juana salió al patio a acarrear madera para el fuego de las tortillas y el té de limón; después de unos instantes de estar bajo el cielo, sintió frío, y es que en San Miguel siempre hacía frío: mañana, tarde, noche, verano, invierno; la gente de más allá deducía que eso del frío era porque San Miguel estaba muy lejos de las llamas del infierno. Juana recordó esas palabras y sonrió al recordar su replica a aquel pensamiento.
- Yo no necesito estar cerca del infierno, ni saber de él, si estoy casada con el meritito demonio.
Juana entró a su casita de adobes y vio el rostro de su marido. Tenía los ojos abiertos y saltones como los de sapo en tiempo de lluvias. Era el rostro del meritito demonio. Los botones de su camisa estaban tensos porque su panza de puerco parecía explotar; la manota por su cuenta, aún arrastraba en el suelo. Juana agarró su rebozo y se lo enredó en el cuerpo frágil después de haberlo sacudido un poco. Para cuando iba de salida del jacal recordó que necesitaba la mano del metate para moler el nixtamal y hacer las tortillas. Regresó tranquila pero sintió un poco de pena al ver de nuevo el rostro sorprendido del meritito demonio que se encontraba inmóvil aún. Todo lo que hizo Juana fue suspirar, y como por arte de magia su pena se fue. Dedicó unos instantes a buscar la mano del metate; la encontró en la cama, cerca de la cabeza del meritito demonio de Juan. No habría necesidad de lavarla. Juana salió para seguir acarreando leña, después prendió el fuego, después molió el nixtamal, después hizo las tortillas, después el té de limón. A ella no le gustaba el té de limón, pero olía rico y su jacal se perfumaba con un olor dulcecito y fresco, ella lo hacía pera limpiar el piso y aromatizar el ambiente, lo cual era más necesario esta vez. Recordó que la noche anterior había llegado Juan, con su mirada perdida y tambaleándose como si sus patas de cabra no pudiesen resistir el peso de su monstruosamente voluptuoso cuerpo. Llegó Juan con la boca babeante y apestosa a pulque barato. Juana vio los obscuros moretones que tenía en los brazos y remembró la voz de Juan pidiéndole comida a gritos y golpes.
- Pero esa fue la última vez- suspiró Juana con alivio.
Era la última vez que el meritito demonio le dirigía su apestosa voz, la última vez que la obligaba a ponerse de rodillas para someterla a las extrañas reacciones de los influjos del pulque, la última vez que la golpeaba con el lazo que le sostenía los pantalones, y por supuesto, era la última vez que tendría que hacer las malditas tortillas gordas como platos que a Juan le deleitaban tanto.
Juana molió el maíz, preparó la masa e hizo las tortillas. Dejó tres tortillas a un lado de la cama donde Juan estaba tirado, ella, por supuesto, se llevó las demás para el viaje, le esperaba un largo camino hasta su tierra. Juana agarró sus naguas, su rebozo, sus tortillas y antes de cruzar el umbral del que fuera su jacal se dio vuelta , miró el cuerpo de Juan y dijo:
- Hay te dejo tres tortillas y un jarro de pulque pa’ la cruda, búscate otra porque yo ya me voy.- Y salió Juana tranquila camino a Infiernillo, su pueblo.
Tres días después Juan despertó, comió sus tortillas y rió al ver a su Juana lejos.
-¡ Ah, qué la Juana! Ni aguanta nada.- Luego salió al patio y desde arriba del sendero que llevaba al pueblo, vio la fiesta. Todo mundo celebraba el día de San Miguel, el día de cuando este Arcángel le ganó al meritito demonio. Juan se rió de nuevo y se fue caminando al monte.- Ni modo Miguelito, me ganaste de nuevo.

Texto agregado el 18-06-2009, y leído por 141 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
19-06-2009 Bien narrada la historia, te felicito. galadrielle
 
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