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La tía Pecas.

No puedo evitar dar una vuelta por mi pasado sin pensar en la tía Pecas.

Colorina, gordinflona, ni tan alta ni tan baja, de labios delgados y el rostro rosado.

La tía Pecas, mi tía Pecas, era de esas personas a quienes quieres tener cerca, porque te saludan con un beso y un abrazo fuerte, porque siempre sonríen, porque siempre te reciben.

La tía Pecas era soltera, tenía algo más de cincuenta y era soltera. Una vez, cuando niña, me contó que nunca se había casado porque era alérgica a las barbas y fue imposible besar al hombre a quien amó. Nunca más volvió a tocar el tema, ni yo volví a preguntar. Sin embargo, de grande comencé a dudar de esa versión de la historia, porque a menudo saludaba con un beso en la mejilla a mi padre, a mis tíos, a mis hermanos… a todos en la familia.

La cuestión es que la tía Pecas era soltera.

Su vida, y digo vida, porque nunca fue una mera existencia, consistía en levantarse cada mañana, comer algo, y salir a caminar por el pueblo. Caminaba, escribía y retrataba todo lo que encontrara interesante durante el día. La rutina nunca era la misma.

Recuerdo cuando tenía dieciséis. Yo era una Patricia rebelde y ya tenía mi futuro decidido: planeaba terminar el colegio y dedicarme a viajar un año entero por el mundo, sin dinero, llegar a donde la vida me llevase y regresar al cabo de un año a estudiar antropología. El plan era tentador, pero en la familia nadie me apoyó, con la sola excepción de mi tía Pecas.

La tía siempre decía que las cosas hay que hacerlas ahora, ya. Que no hay que darle tiempo al tiempo, porque al final será siempre igual de eterno. La tía me apoyaba en todo.

No puedo dejar de pensar en la tía Pecas.

Un día simplemente se marchó, dijo que necesitaba un tiempo.

Y el tiempo es eterno, eterno, eterno.

Nunca volví a ver a mi tía Pecas, la pelirroja, gordinflona y cincuentona.

Cuando cumplí dieciocho, ya poco me acordaba de sus consejos, poco. Eso hasta hace unos días, cuando caminando me encontré con una golondrina y comencé a retratarla.

¿Dónde está mi tía Pecas? Se fue.

¿A dónde se fue? No me lo dijo.

¿Por qué se fue?

No lo se, pero ahora soy alérgica a las barbas.

Texto agregado el 16-06-2009, y leído por 264 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
23-07-2009 Es un texto con mucho de ternura, me gustó ********* JAGOMEZ
15-07-2009 Vaya que desfiguros encuentras.no me refiero a tu texto sino al comentario. Tu texto antes que nada me parece sincero. Lo escribes en primera persona y da al texto un sabor de intimidad y de creedibilidad, el final aunque uno lo intuye no es lo esecial, lo vital esta en la tia pecas.... un abrazo sendero
17-06-2009 pUES YO SOLO CONOZCO A LA TIA TETAS, ALGÚN DÍA ESCRIBIRÉ SOBRE ELLA, QUE NO ERA MI TIA, PERO SI TRABAJA EN UN BAR, Y DICEN, VAMOS A BEBER DONDE LA TIA TETA, VALE?Y ESTÁ BUENONA LA TIA TETAS, EH? marxtuein
17-06-2009 Suena bien. Me gustó. Es un cuadro bien pintado. Saludos. Azel
16-06-2009 Genial, cdada, buen remate y una historia entretenida y dinámica.... Legnais
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