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Inicio / Cuenteros Locales / happygraci / Martina sabe que esto también pasará. capítulo 2º

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CAPÍTULO 2º
TE CUENTO UN POQUITO DE LAS CAJAS

Martina no tiene despertador en su habitación, y yo creo que es porque ya no le caben más trastos ahí adentro (o al menos eso es lo que dice su madre).
A ella suele despertarle su padre cuando se levanta para ir a trabajar.
Todas las mañanas toca a su puerta y le dice en voz bajita: “Martina, despierta”, pero claro, en voz bajita si le hace caso a la primera, porque como no sea así suelta un grito que según Martina seguramente lo escuchen los niños del Japón, y sabiendo que allí no es la misma hora que aquí, pues igual su padre despierta a una niña Japonesa en mitad de la noche y no veas tú que fastidio. Su padre debería de llevar más cuidado… “¡Qué falta de sensibilidad, pobres niños japoneses!”, responde siempre Martina después de escuchar gritar a su padre. ¡No le gustan nada los gritos!
A Juan, su hermano mayor le regaló una radio despertador. El se levanta todas las mañanas con música y más feliz que una perdiz. Cuando Martina se enteró de esto, estuvo días y días intentando convencer a su padre de que le despertara cada vez cantando una canción diferente, igual ese era el secreto para tener buen humor por las mañanas; pero su padre no se dejó sobornar y continuó despertando a niños Japoneses en mitad de la noche.

Hoy, que se ha levantado a la de ya sin necesidad de gritos, lo primero que ha hecho ha sido buscar un lugar para la cajita que ayer le regaló Juan por su cumpleaños, y no puede ser un sitio cualquiera: tiene que ser el mejor, porque esa caja bien lo merece.

A Juan le fascinaba ver a Martina abrir regalos. Mientras se peleaba con el envoltorio, solía morderse el labio inferior, como si eso le diese más fuerza para ganar la batalla contra el papel y los trocitos de celo.
Juan la conocía muy bien y sabía que si le gustaba el regalo, hacía un guiño con el ojo que no le tapaba el mechón, y si no, pues nada.
Y en esa ocasión Juan había elegido el regalo perfecto: no guiñó un ojo, ni dos, los abrió de par en par y se quedó mirando a la caja fijamente. Ese gesto era mejor que el guiño. No se lo había visto hacer nunca, y aún así supo que a Martina le encantaba su regalo.
La caja tiene forma de una esfera hecha con millones de pedacitos de cristales de colores, más o menos del tamaño de una pelota de tenis. A Martina le gustan las cosas chiquitinas; si una cosa es bonita, pues qué más da el tamaño que tenga…

Y es que después de la lluvia, otra de las cosas que más le gustan a Martina es coleccionar cajitas. Las tiene de todas las formas, colores y tamaños que os podáis imaginar: grandes, pequeñas, medianas, redondas, cuadradas, de madera, de plástico, metálicas, con música, o simplemente de cartón.
Verdes, rojas, azules, nuevas, un poco rotas y, ¡hasta completamente rotas!
Con tanta caja es muy comprensible que no encuentre un hueco en su habitación donde poner un despertador.

Una vez encontrado el lugar perfecto par a su nueva caja, Martina rápidamente se viste, desayuna y se pone de camino al colegio. A partir de aquí empieza nuestra historia, y cómo toda buena historia, esta nos va a servir para dormir a los niños y despertar a los adultos, ya veras como sí…

Texto agregado el 15-06-2009, y leído por 180 visitantes. (0 votos)


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