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Inicio / Cuenteros Locales / lahia / UN MUNDO DONDE LOS HOMBRES SEAN HUMANOS

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-¡Este problema no es mío! Dijo la mujer en medio de la insoportable espera, mientras su esposo callaba, dispuesto a hacer justicia.
Cansada de la expectativa, ha decidido levantarse y caminar hacia la puerta trasera de su casa, que con dificultad logra abrir, da unos pasos hacia delante, se voltea y mira atrás como si esta fuera la última vez; perturbada por el miedo que aun la persigue, empieza a correr por un terreno indefinido; una nube en sus ojos, entorpece sus pasos.
De pronto, recuerda que atrás a quedado su esposo y el detonante aun no silba; desconcertada por la duda, se detiene con la intención de volver hacia atrás, pero entonces recuerda: atrás está el conflicto. Dejando de lado la preocupación del instante, se pregunta ¿dónde estoy? Pero la oscuridad no da buenas demostraciones, situación que la hace sentir arrepentida por no haber salido nunca antes de su casa, o probado ese camino en el que ahora se encontraba perdida, y mucho más, se arrepentía de no haber visitado jamás la ciudad. Pero en vez de encontrar una respuesta, recuerda aquella vez en que aun siendo niña, su padre le dice: ¡si alguna vez te pierdes, niña, no importa dónde estés, siempre anda hacia el mismo lado! Es en ese momento en que decide continuar su camino, caminar hacia delante.
Luego de media hora de camino, encuentra una rustica cerca y una oscura sombra con aspecto de choza, resuelve pasar entre el alambre y acercarse a la propiedad; aunque siente miedo de encontrar algún perro guardián, uno de esos que no diferencian entre bestia y hombre, continua acercándose a la gran sombra, que resulta ser una casa vieja y desechada, decide sentarse y descansar un poco; se siente tranquila al pensar que es una casa deshabitada, sin embargo, esta tranquilidad es interrumpida al sentir sobre su hombro la punta de algún objeto metálico, probablemente una escopeta, asustada mira hacia atrás, y entonces se encuentra con un hombre al cual no puede ver con claridad; este con bastante soberbia le pregunta :¿quién es usted y que hace aquí? A lo que la mujer responde: soy una campesina, aunque eso a usted no le debe importar, pero no se enfurezca, solo trato de llegar a la ciudad, estoy perdida. Luego de estas palabras, la mujer se pone de pie y empieza a andar, esperando que él hombre la deje seguir su camino sin halar del gatillo de su escopeta.
En ese instante, el hombre comprende que la campesina no representa ningún peligro para él, ve en su caminar una profunda tristeza y una enorme inseguridad, compadeciéndose de ella, le dice: para llegar a la ciudad debe caminar siguiendo siempre la senda de la derecha, un poco más abajo se puede ver el camino, sígalo siempre, eso le tomará aproximadamente dos horas, cuando se termine la loma pregunte por Ananías, dígale que es de parte del compadre ………., la mujer sorprendida y conmovida por el gesto del hombre, le agradece con lagrimas en sus ojos; orientada, la mujer inicia su camino, al llegar al final de la loma, se da cuenta que la oscuridad está despertando, calcula que deben ser las tres de la mañana, y aunque los campesinos se levantan temprano a trabajar, aun no es hora de iniciar trabajos. Sin saber qué hacer, la mujer se sienta al lado de una piedra y olvidando el frio de la madrugada y el dolor de no saber aun del destino de su esposo, cae en un sueño profundo.
A la mañana siguiente, se levanta en un lugar que desconoce, lejos de la piedra en que se ha quedado dormida y eso la hace sentir aterrada, los paisajes que observa, son muy diferentes a los que está acostumbrada a habitar, extraviada y desconcertada se levanta, y puede ver que encima de ella, se encuentra una plancha de cemento por la que pasean carros lujosos, la velocidad de este lugar la impacta, siente como si se encontrara en una ciudad futura, mientras observa, se percata de unas escaleras que la llevan a otra calle, donde encuentra gente, siente un alivio de momento, intenta acercarse a las personas para pedir su ayuda y orientación, pues no parecen ser malas, pero para su desilusión, en ves de encontrar ayuda o respuestas, estas personas la miran de forma despectiva y con asco, se alejan o la ignoran.
Intimidada por las miradas, la mujer decide mirar su ropa y se interroga ¿qué puede significar para estas personas tan elegantes y seguramente exitosas, una campesina pobre, vestida con pijama, con los pies sucios y las manos ásperas? Este lugar no es lo que espera, ahora estoy sola, toda mi vida, todo mi presente se ha quedado en esa finca, aquí soy invisible a los ojos de esta gente tan elegante, para que me vieran necesitaría ser otra, pero es esta la única forma en que aprendí ha ser, ya no tengo nada (gritaba) ya no tengo nada, no hay razones para que continúe este camino, no hay razones para vivir si va ser de esta forma tan egoísta (lloraba). Las personas aunque se compadecían de su estado, no se atrevían a acercarse, desconfiaban que fuera una especie de loca, tal vez temían que al acercarse, luego tuvieran la responsabilidad de ayudarla.
Muchas ideas pasaron por su cabeza, muchos sentimientos explotaron en esos momentos de horrible angustia, con el pasar del tiempo, se fue degenerando para ella el sentido de existencia, entonces con una impulsiva seguridad, se levanta llorando y empieza a correr a la cima de la plancha de cemento por donde pasan los carros y trepando al muro del puente, se lanza con la esperanza que mas allá exista un lugar donde los hombres sean humanos.

Texto agregado el 03-06-2009, y leído por 92 visitantes. (1 voto)


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