Inicio / Cuenteros Locales / Licht_Alejandra / De oficinas y... de oficinas...
Las oficinas me dan ese aire de no vivir, sentada 12 horas al día inventandome mundos y queriendo escribir mas que para desaburrirme para recordar que estoy; es cierto yo aún dejo que ese aire me llene pero veo todos esos rostros, esos lentes, esos ojos todos llenos de "satisfacción", será esa sensación la nueva felicidad fabricada?, realmente funciona?, Será así?, toda esa gente ah vivido realmente para ella?, que hay de "su vida"? realmente podría vivir así? me pregunto mientras miro sus ojos y me vuelve en sí esa voz rasposa y sin ganas; aún me pregunto como no llegar a tener esas miradas, esas miradas que se aturden frente al espejo y duelen en mis pupilas, esas miradas que ya no sienten...
"Me parece que la vida está totalmente desprovista de interés, y esto sucedía especialmente cuando trabajaba ocho horas por día. La mayor parte de los hombres trabajaban ocho horas al día, y tampoco ellos amaban la vida. No hay ninguna razón para amar la vida para alguien que trabaja ocho horas al día, porque es un derrotado." Charles Bukowski |
Texto agregado el 22-05-2009, y leído por 158
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Lectores Opinan |
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22-05-2009 |
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Fe de errata: no es "verseles" sino "vérseles". Adiós, Alejandra. Cox |
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22-05-2009 |
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Aquí habrá que sumar el uso del BlackBerry, el cual extiende el horario de oficina a más de 12 h. Esto último está siendo considerado en los EE.UU., donde los "oficinistas" caen en la cuenta de que revisar correos de la empresa, fuera del horario de oficina, y, responderlos luego, también es trabajar; sólo que en este caso no les están pagando. Entonces, en tiempos modernos, la esclavitud es laboral. Tampoco es que, con ambas manos a la cabeza, templaremos nuestros cabellos y haremos orbitar mil veces nuestros ojos a través del borde de los párpados. No, no se trata de esto. Se trata de entender que todo es un juego y hay que saberlo jugar. La imaginación es vital para cambiar cualquier tipo de realidad. Esto último no lo conoce la media poblacional que trabaja en una oficina y sobre los cuales pesa una cruz que tú misma identificas, pues cierras el texto escribiendo "miradas que ya no sienten..." Al desconocer incluso su propia realidad, estos oficinistas quedan en desventaja y puede verseles pender de sus muñecas las pesadas cadenas del tic tac. Cox |
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