La gente no cambia, sólo se atempera.
El mayor filosofo de la vida cotidiana es mi papá, y en esta ocasión el me dio el título de este texto.
Hace un mes aproximadamente, me separé de mi novio, un ser distinto pero necesario para el momento en el que lo conocí, un sujeto que parecía tener los pies sobre la tierra, alguien sumamente exigente, que yo cumplí con sus reglas al pie de la letra, sabia que su paso por mi vida, iba a dejarme algo para descubrir.
El tiempo que estuvimos fue relativamente poco, pero muy profundo, muy intenso. Hoy que me encuentro libre cual calandria en la pampa húmeda, me veo volver a los tiempos anteriores, comenzar a hacer las cosas que solía despreciar cuando apoyaba mi cabeza en su hombro y pensaba, tal vez con un poco de melancolía en aquellos tiempos pasados tal vez eran mejores pero yo los pensaba con desprecio.
Hoy me encuentro, odiando a las parejas que veo en la calle besandose, tipico rencor de que en algún tiempo yo estuve ahí. Me veo fumando nuevamente después de un año de haber abandonado el vicio, me encuentro fantaseando con ex parejas pensando un retorno romántico con todos ellos, me encuentro disfrutando de los sábados a la noche con mi amiga solterona, elucubrando teorías ridículas sobre el matrimonio, nuestros futuros, los hombres y nuestras familias. Me veo adelgazando, me veo volviendo a agregar gente al msn para que me levanten un poco la autoestima de niña dejada por un supuesto esposo y padre de mis hijos, todo un anhelo truncado. Vuelvo a casa de mis padres, a que ellos me protejan y me hablen de su bienestar económico para que yo me sienta más segura, vuelvo a retomar mi rutina de maldita soñadora fumanchera, que vive pensando en tiempos mejores, sabiendo que lo mejor es esto, me vuelo a mirar y pienso en mi como una persona que sólo le queda su ambito facultativo para despegar de algún tiempo que dejé atrás, quiero volver a ser la reina de mi soledad, rodeada de vasallos que me levanten la autoestima tal como princesa sin corona ni reinado, solo una soñadora. Busco en mi celular mensajes que nunca llegarán, de ese principe que venía a rescatarme de las tinieblas que era mi propia visa al país al cual yo quería ir. Vulelvo a despertar y me encuentro con mis propias debilidades, encubiertas por ese amor que nunca fue, ni podría llegar a ser, buscando borrar huellas o escombros de esa personalidad que pensaba derribada por tanto amor, y que hoy veo que sigue construida pero dejada atrás.
Me vuelvo a mirar y sigo soñando con un camino contruido por otros, me vuelvo a mirar, y sigo sin proyectos de familia, sin ganas de formalidades, con una sexualidad que nada tiene que ver conmigo, me vuelvo a mirar y descubro que la que soy nunca voy a dejar de ser y aunque quiera desprenderme durante un año seguido de mí, nunca voy a dejar de ser, ésta, la que espera algo de la vida, pero que ella se lo imponga, la que desespera al ver que le queda tanto por construir, la que se aleja de los seres más queridos cada vez que encuentra algo para soñar y alejar ese humo que la rodeada y la deja sin poder vivir en libertad.
Me descubrí una faceta increíble, puedo hacerle creer a cualquiera lo que el quiera de mí porque yo sigo ocultando mi personalidad y mis sentires como un árbol sus anillos, soy como esos animales que se mimetizan con el medio ambiente, para que nada los perjudique, soy como el sol detrás de las nubes, soy esa, la que se oculta para que alguien no la lastime, soy esa que se encapricha con amores ridìculos, llenos de hipocresías baratas sabiendo que algun dìa despegaré y los dejaré sabiendo que ellos nunca me descubrieron, nunca me conocieron, nunca supieron nada de mí.
Hoy me encuentro que me atemperé pero que no dejé de ser aquella que le gusta orinar las veredas como a un can.