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Lunes cinco de Abril del dos mil nueve.
El reducto se colma de gérmenes invasores, de distintas maquetas de la naturaleza. Contra el plano energético de la cordura, del contorno hecho mosaico. Desapercibidos como higos en la fuente.
Cual úlceras en los paisajes de alguna fotografía, de alguna lengua atrevida.
Con la ayuda desinteresada de una gran amiga del alma, un hombre desentierra los huesos de un tal Ramón, un compañero de oficina que asesinara en épocas pasadas, décadas que siempre serán distintas. Juntos arman el esqueleto entero, quien enseguida adquiere vida.
No obstante lo convencen de que murió de otra manera, secuestrado por militares, donde apareciera en una fosa común con otros desaparecidos. Para, previa segunda parte del engaño, colocarlo a derretirse en una hoguera.
Pero de aquel mismo fuego donde el esqueleto viviente quedara hecho cenizas, de donde prescindiendo de oídos, se fuera escuchando la confesión del criminal acerca del verdadero destino que le tocara en desgracia, ahora nuevamente emerge del crematorio pero por fin vestido de carne y huesos, además con ropas arriba de color colorado.
Y utilizando poderes sobrenaturales los reduce a estar atados con sogas invisibles, sobre un árbol mágico, con hojas en apariencia como apesadumbradas, ha ser azotados con otra de grueso trenzado.
Pero el Sauce se troca en mujer, en mujer gigante, que rauda se pone a acunar a los personajes en su regazo.
Entre los bustos de la señora, quedaron boyando como dos felinos; pronto deslizándose en tobogán sus plumas por el cuerpo hasta por fin llegar al propio suelo del restaurante. Donde sin remedios, con sorpresa, estampan sus uñas en la cerámica dibujando la desesperación por lo sucedido.
Rafael y Micaela maldicen a Ramón cual enemigos, pero suplicando perdón, exigiendo agradecimiento por la alquimia conseguida, por los años que quedan a vivirse por delante.
Por otro lado, días más tarde, otro hombre, llamado Lenon, se encuentra aguardando en una esquina céntrica, en la avenida Callao, que alguien venga a buscarlo para ir hasta una supuesta oficina, donde deberán de entregarle un dinero por la venta de unos terrenos. La calle transversal está interrumpida porque desde ahora ha de llevar otra asignatura, con su debido congestionamiento haciendo sonar los bocinazos. Se siente estafado.
La persona en cuestión que Lenon espera es nuestro Rafael. Quien con previa tenacidad se ha convencido de que debe reintegrar el dinero que le confiara el vendedor, teniendo intenciones de cumplir con lo pactado.
Pero cuando resignado daba la vuelta, para cuanto menos evitar esperar en vano, se topó con él, quien se interpuso en su camino, solicitando que lo acompañe hasta su domicilio.
Aunque después, al momento de contar el dinero fresco, al igual que a su turno Ramón, decidió quitarle la existencia, asestando una certera puñalada en el medio del pecho, a la altura del afamado corazón.
Y de vueltas a nuestro crematorio, este que milagroso funciona con alcohol etílico, donde las llamas son aspas de una fabrica de seres. Para enseguida quedar con el esqueleto expuesto al viento de las llamas azules. Directo frente a las burlas de tipo de niños de toda la concurrencia. Donde el diablo de Ramón festeja aplaudiendo con brazos de pura fibra musculosa
el poder esculpir al dente al recién asesinado.
Pero el esqueleto de Lenon hace pupa para arriba, como queriendo acompañar al alma, que en las adyacencias espera cual bombero.
Resulta divertido para la propia Micaela y para todos, contar dinero bañado con los reflejos del fuego, alegrando la mirada, y la perpleja inocencia del deshecho humano.
Lo opuesto al Lunes, pues es el punto más lejano, es su hora veinticuatro.
Lenon poco a poco se fue transformando en un ente de color celeste, con nubes sobre la mollera que hacen llover cual regadera.
Pudiendo salir de las nuestras llamas intacto como antes, enseguida yendo al Sauce con forma de mujer abrasadora, de madre de paso que luego se desase en la primavera, hasta integrarse al grupo, casi sin rencores. Como queriendo explicar lo que es el cielo de Dios y describir su textura con abundantes detalles.
Lenon ocupa el espacio del restaurante haciendo una danza de expresión corporal, con el aditamento de con mucha pasión recriminar a Ramón por ser un asesino serial, por no valorar la existencia como tal, ajena a nuestros bajos instintos.
Hasta hoy día, nadie ha podido cual plaga erradicar la pobreza, solo mejorar la calidad de vida:
hacer que el barro en la lágrima se filtre hasta dejar transparente el torrente, pintando un surco en la cara del cosmos. Por el resto todo sigue en escalera, en pirámide con la punta estrellada.
Pues ha de ser que lo importante es estar, si es posible contemplando el rebaño sin quitar niente.

Texto agregado el 19-04-2009, y leído por 421 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
11-06-2009 No me gusto, poca imaginacion. (¿Malditos tildes, donde se han ido?) Deberias dedicarte a otra cosa, ser algo mas, dulcequimera. (Tambien perdi los guiones) Mythos
19-04-2009 Me gustó , buena imaginación =D mis cariños dulce-quimera
 
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