Ese dia llovieron chocolates desde el amancecer.

Las personas salieron a trabajar con los zapatos cambiados, muertos de risa, y todos llegaron tarde por saludarse con una amistad desesperante por las calles.

La alegría desbordó los ríos de flores acarameladas que corrían por las avenidas, saludándose como los humanos.

Miles se reunieron en pequeños círculos a compartir tragos y guitarras que nadie sabía cómo ni cuando habían llegado ahí.

Los transeúntes detuviron a tres policías que intentaban burlar la ley feliz entre la multitud, cobrando multas absurdas y exigiendo el cumplimiento de una ley que nunca existió.

Los niños despertaron tan tarde que las caricaturas ya habían terminado en las televisiones, y al ver que no los observaban, fueron a buscarlos, uno por uno, a todos los chicos a sus casas, haciendo una ronda que se prolongó por cientos de metros en los parques.

El Sol y la luna salieron juntos y bailaron un tango nunca antes visto en el cielo.

Hasta El Coronel se vistió con ropa informal y salió a cazar sueños esparcidos por el aire, que flotaban dándole a ésa mañana un aspecto más amarillo que de costumbre.

Ese dia, las personas fueron felices porque entendieron al tiempo y disfrutaron los minutos que corrían tanto en sus vidas como en sus venas.

Ése dia, todos soñamos lo mismo y despertamos actuando de la misma manera, en un teatro mundial de cariños y abrazos apretados de tranquilidad, apaciguda por espíritus silentes y diáfanos, que nos invitaron a tomar un té dulce y celestial, especial.

El Coronel