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Solsticio de amor! (60 años)

Autora: Ma. Antonieta Campos

Don Antonio llegó a la antigua casa. La casa de sus abuelos, en donde nació su padre. Miró la puerta que se estaba cayendo de vieja, al igual que todas y cada una de sus paredes. En casi la totalidad de éstas, había grietas, los techos de todos los cuartos ya no existían, se habían caído por el paso de los años. La fachada de la casa había sido hermosa en su tiempo. ¡Ah! Los recuerdos. ¡Ahí había conocido a su esposa! La tristeza se apoderó de él y sus lágrimas salieron en tropel.
¡Parece que fue ayer! – Pensó - Empujó la puerta que casi se queda en sus manos. Solo estaba unida a la base por una bisagra y sus tornillos estaban medios sueltos ya. Al entrar vio un pequeño silloncito de madera en el cual, él y su esposa pasaron agradables y románticos momentos. El forro de éste, que había sido un color rosa viejo, estaba roto y descolorido por el paso del tiempo. Junto al silloncito, estaba la mesita esquinera. También quedaba poco de esta. Las patas estaban quebradas. Serían fácil presa de las llamas.
La casa le había sido heredada a su padre, y de éste pasó a él, que quiso regalársela a uno de sus nietos, el mayor de ellos. Sería derrumbada para construir una nueva. A su mente llegó el recuerdo…
Rocío había llegado, invitada por su abuela. Un día su abuela doña Cuquita le dijo: Antonio, hijo, quiero invitarlos a ti y a tu novia antes de que se comprometan. Haré un “pollito a las cinco”, para que pruebe un poco de lo que yo cocino.
¿Cómo que a LAS CINCO? ¿Qué es eso?
Bueno, - respondió la abuela – es que es a las cinco hierbas.
Y ¿Cuáles son esas cinco hierbas?
Son mejorana, epazote, pimienta, pimentón y canela.
Antonio se quedó un poco confuso y dijo:
Abuela, ¿Pero que la canela no es para los dulces?
¡No! ¿Que no sabes que el mole lleva canela?
¡Ah! Es verdad. Bueno, pues tú dices cuando la invito Abue.
¿Qué te parece el 21 de Junio? Es el día más largo del año. ¡Es el solsticio de verano! Será una fecha muy memorable ¡La primera vez que venga a cenar tu novia a casa de tus abuelos!
A Antonio le pareció muy buena fecha. Y dijo: Esta bien abuela. ¡Que sea ese día! 21 de junio. ¡Y fue un día memorable! ¡Qué hermoso es recordar! ¡Como si fuera ayer! Antonio recordó el rico pollo que guisó su abuela ese día, y sintió que se le hacía “agua la boca” Luego llegó a su mente que aquel día quiso aprovechar la ocasión. Cuando llegaron él y Rocío a casa de sus abuelos doña Cuquita y don Manuel, en la mesita de la entrada, Rocío vio una bolsita con un moño en color lila.
Antonio le dijo:
¡Ábrela, es para ti!
¿De verdad?
Si, - insistió Antonio- Rocío tomó la bolsita y con nerviosismo empezó a abrirla. ¿Qué sería lo que guardaba ese presente? ¡Ah! – Dentro había una cajita – la abrió y…
¡Un anillo de compromiso! Fue el anillo más hermoso que jamás había visto ¡Antonio! –Dijo ella emocionada-
Él le dijo: He soñado con este momento. Pedirte con devoción y con mi más grande deseo de que aceptes.
¿Quieres ser mi esposa hasta que la muerte nos separe?
Rocío pareció estar escuchando el trino de pájaros y campanitas. ¡Sí! ¡Quiero acompañarte en todos y cada uno de los momentos de tu vida!
¡Bien! – Dijo emocionado Antonio- Nos casaremos dentro de un año. El próximo solsticio de verano. ¿Te parece mi amor?
¡Claro que sí! En eso doña Cuquita les llamó…
¡Ya está la cena!
Abuelita, queremos hacerte partícipe de nuestra alegría.
¡Mire! Rocío extendió la mano y le enseñó el anillo.
¡Felicidades Hija! ¡Qué bonito detalle Antonio! Y más feliz soy al saber que en mi casa, la de tus abuelos, se formalice este noviazgo.
Don Antonio evocó todos los momentos de la cena y regresó al presente. Donde ahora se encontraba. 60 años después. Fue en ese momento que le vino a la mente, que cuando le entregó el anillo a su novia, él guardó en la mesita del rincón, la bolsita. La mesita tenía un cajón y ese cajón tenía un lugar al fondo, en donde nadie sabía que había un pequeño compartimiento secreto. Se dirigió a la mesita, abrió el cajón y el compartimiento secreto. ¡Ahí estaba! Nadie había hurgado en ese lugar. La bolsita y el moño estaban intactos después de 60 años. Eran los que iban a cumplir de casados. Tomó la bolsa y cerró el cajón, que al momento de cerrarlo, se rompió. Se quedó con parte de él en la mano. ¡Eran muchos años para seguir de pie! -Pensó- Salió de la casa todavía evocando el recuerdo de aquella cena, que fue el principio de su unión con Rocío. En esa bolsita pondría su regalo de aniversario para su amada esposa, que al pasar del tiempo seguía siendo bella. Siguió caminando rumbo a su carro. Volteó hacia la casa y pareció ver a su abuela cuando los despedía después de la cena.
“¡Ojalá que su unión, dure muchos años!” Les dijo.

FIN



Texto

Texto agregado el 23-02-2009, y leído por 239 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
03-04-2009 ¿No les pasa a ustedes? No importa como y donde uno esté, siempre habrá olores estimulando nuestra memoria, mecanismos de autodefensa, antibióticos contra el pesimismo. Sirven, vaya si sirven. Pero es bueno por nosotros y por nuestros hijos que acopiemos constantemente en el presente vivencias positivas para ser recordadas en el futuro. Amanecerá y veremos. Con estas palabras terminaba un articulo hace mucho tiempo. Tu historia me trajo a la memoria aquel escrito...Muy bello lo tuyo...Walter gerardwalt
 
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