Después de varios días do Santos se atrevió a leer el diario que pertenecía a Miguel y que se encontraba entre sus pertenencias devueltas por el centro.
Supo de la existencia de él gracias a la carta que le había entregado Leonardo, en donde también especificaba el pedido de que durante el funeral el féretro estuviera cerrado.
La carta absolvía de toda culpa a los miembros del centro, y en ella Miguel le imploraba a su padre que siguiera apoyando las investigaciones que allí se llevaban a cavo,algo que habia hecho antes de leer la carta,pues era una de las tantas cosas que murmuró a sus oidos antes de enmudecer. También le pedía que perdonara a Leonardo ya que lo había manipulado cruelmente con el profundo cariño y agradecimiento que el conserje sentía hacia él.
El magnate se atrevió finalmente a abrir el diario y se conmovió solo con el hecho de ver la letra de su hijo.
El pequeño e insignificante libro que tenía en sus manos le diría a Raúl do Santos la verdad sobre los acontecimientos que habían llevado a la muerte a Miguel.