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La costa de Lima se alza sobre los arrecifes de la Costa Verde, esa vastedad marrón otrora verde que bordea el límite de nuestra ciudad con el océano Pacifico. Poder ver el mar desde esos promontorios naturales es un privilegio de los distritos Costeros, desde el Callao, pasando por San Miguel,Magdalena,San Isidro,Miraflores,Barranco y Chorrillos y honestamente no se que hay más allá, hasta aquí llega mi rudimentaria topografía...
Hace casi siete anos deje mis malecones limeños y vine hacia el mar de California, siete anos y unos cuantos más en los que deje de vivir en Magdalena del mar (nombre místico y sonoro),y a pesar de vivir cerca al mar, ya no le veo desde lo alto, sucede que mi ciudad en California está completamente al nivel del mar, y la costa es prodiga en lugares de esparcimiento, gente deportista, saludable y californiana haciendo jogging o surfing,nada místico o especial acerca de ello...
Pero yo no recuerdo los malecones o los promontorios limeños en los que la mayoría pensaria,como quien recuerda su ciudad como una postal venida desde lejos, es decir, la costa de Miraflores, la vista de la Rosa Náutica o el neón y las luces de Larcomar,ni siquiera el encanto poético mediatizado de Barranco, eso no es...
Yo recuerdo los Malecones en los que pase mi adolescencia, ésos parajes de Magdalena y San Miguel con poca o sin iluminación nocturna, de casas solariegas venidas a menos, de los contenedores de basura de la Costanera y de las playas en las que no se bañan ni los peces. Yo recuerdo los malecones anonimos,nada de agradable, lugares en los que, no sacarías a pasear tu enamorada, pero donde podrías esconderte a tomar una botella de pisco barato, con amigos selectos y pocos, o podías sentarte a conversar, teniendo el mar turbio y el cielo pálido de fondo, largas horas, de cosas importantísimas cuando tienes diecisiete años, poco dinero y mucho tiempo en tus manos.
Si estabas a la hora del crepúsculo y con un poco de sol, la luz jugaba con las olas, y una rara pulcritud ennoblecia todo alrededor, las viejas bancas de concreto, los muros carcomidos de erosion,olores fetidos,el sol brillaba en los ojos y las manos, y todo se podía detener en un momento, vidas pasadas, historias nuevas, encontrabas un instante de comunión con el todo, y te podías dejar ir,diafano,liberado.
Cuando caía la oscuridad a lo lejos podías ver esa cruz inmensa que tenían en el morro solar (seguirá iluminada hasta hoy?) y la marea subía con un estrepito magnifico, entraba la noche. Desde los malecones de la avenida Bertolotto hasta el de la avenida Brasil, esa era mi ruta, en el camino hay algunas casas abandonadas, solares antiguos, uno que estaba al frente al parque de la media luna siempre me intrigo, quien habría vivido allí?.Así como tuve que trasplantarme de mis malecones, mi ciudad esta reciclando esos parajes, y los están remplazando por condominios nuevos donde gente se va a enlatar como sardinas, cada día mi ciudad se parecerá mas a otros lugares, y entonces me abstraigo un poco mas y se me aparece mi yo frente al espejo, y ya hace muchas lunas del adolescente esmirriado con mucho tiempo entre las manos. Y como me siento yo acerca de esta pérdida? mejor que yo lo pone Juan Gonzalo Rose:

:" Devolvedme mi escuela de palomas/ mi casa frente al mar/ devolvedme su calle mas pequeña/su lámpara mas rota/su más ciego lugar...

"Hace mas de siete anos deje la costa de mi ciudad, y si me ves en un día de invierno, puedes ver mi ojos llenos de malecones despedazados.


Texto agregado el 28-01-2009, y leído por 127 visitantes. (0 votos)


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