Vaya sí que son huevones. Uno quisiera que se levantaran temprano, que hicieran la limpieza, que no se quejaran; pero no, tajo de flojos. Todos ustedes no se merecen la comida que se están hartado. Como no se parten la espalda para conseguirla, verdad.

Un día van a pasar las penas que uno pasó a su edad. Entonces, se van a dar cuenta. Van a ver lo dura que es la vida. Ustedes, aquí, soplándose las pelotas mientras que hay gente que trabaja como burros y que aún así no tienen que comer... ¡Y no me hagan esa cara!, aunque no me queiran escuchar, me van a oir, al menos.

Si yo quisiera, ya los hubiera echado de esta casa o ya les hubiera cobrado pensión. Sí, pero uno peca por alcahueto, ni siquiera buena gente: ¡alcahueto! Porque la mayor pendejada que he cometido ha sido esto: Seguir manteniendolos a ustedes, ¡flojos sin remedio!

Y lo peor de todo, ya volvieron a ensuciar esta maldita casa. Yo no sé qué hacer, mejor me los voy a comer en chicharrón. ¡Cerdos de mierda!