Afeité mi cabeza como símbolo de mi meditación como un monje sin ser monje.
Estudio lenguas indígenas a manera del lingüista o el antropólogo sin ser lingüista o antropólogo.
Toco la guitarra y canto sin ser músico ni cantante.
Dibujo paisajes y animales sin ser pintor.
Nado en una piscina y juego micro y volley sin ser deportista.
Veo las estrellas de noche a través de un telescopio sin ser astrónomo.
Trabajo con los computadores sin ser ingeniero.
Contemplo y estudio la naturaleza sin ser biólogo.
Escribo historias e invento poesías sin ser escritor ni poeta.
Me enamoro sin remedio, pero siempre encuentro el antídoto.
¿Qué soy, a la larga, si no un mediocre en todo lo que hago? ¿No debería detenerme ya en mi búsqueda sin sentido, cuando ya tengo todo lo que necesito, o busco lo incomprensible?
Escaparé de mi propio anhelo, renunciaré a todo, empezaré de nuevo el recorrido. Tengo el temor que no tenga la suficiente experiencia para hallar el camino de regreso al sitio donde empecé.