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CAPITULO 4



El día de la graduación Soledad se paso de tragos les habían prestado un ala en construcción de la facultad de medicina para hacer el convivió, y Soledad quiso apagar aquel demonio interno con alcohol, Martín aprovecho la ocasión para acercarse a Soledad pensando que el alcohol le allanaría el camino, pero ella lo rechazó tajantemente, había por ahí un albañil recogiendo algunos instrumentos de construcción y Chole le comenzó a coquetear descaradamente, las burlas no se hicieron esperar.
--No mi doc. A la Sole le gusta lo rustico, no lo refinado –decían las compañeras entre burlas.
Soledad se acerco al albañil, este se quedo paralizado cuando lo abrazo y lo comenzó a besar.
--Tócame apa –decia Soledad en su locura.
--Hazme igualito que a mi ama –decia Soledad entre jadeos.
En cuanto tuvo conciencia de su locura se lavo la cara con agua y corrió inmediatamente al templo a lavarse las manos y la boca con agua bendita, espantada por su conducta. Vivía constantemente entre aquella dualidad de erotismo edipico y la represión religiosa de la amenaza del infierno, pero el único infierno era la vida interna de Soledad, que como su nombre lo dice así vivía su caos en completa soledad ni siquiera dios podía paliar un poco aquel sufrimiento incesante, aquel callejón sin salida, aquel complejo laberinto de su vida.

Ni la rutina pudo acabar con aquel monstruo que vivía dentro de Soledad, cada día la rutina era la misma; misa de seis de la mañana, confesión repetida omitiendo los detalles tortuosos de su vida, el hospital, las curaciones, y el regreso ingrato al hogar, apretarse las manos contra los oídos cuando sus padres se seguían demostrando pasión a pesar de los años y ahogar sus ganas con oraciones y rezos, los rosarios, los padrenuestros y las magnificas se multiplicaban conforme pasaban los años. Soledad se fue haciendo amargada y retraída, dejo que los mejores años de su vida se los llevara aquel sentimiento loco y su juventud se marchito sin florecer, la vida se sucedía lenta y sin novedad, lo único era que la fuerza de aquello que sentía Soledad se había apaciguado o por lo menos estaba bajo control. Su padre se cayó de un andamio su agonía fue corta, y con el se llevo a la tumba aquella pasión secreta y sufrida de soledad, cuando esta tiro los fetiches que aun conservaba bajo la almohada pensó estarle diciendo adiós a aquella etapa tormentosa de su vida pero la vida no se acaba hasta el ultimo suspiro.

El padre Atanasio Monjaraz llamo a Soledad Treviño para hacerle una encomienda.

---Hija como buena cristiana y ya que has dedicado tu vida a la salud de los enfermos y los menos afortunados, te pido que vayas a la penitenciaria, el presidente municipal me ha pedido algunas voluntarias para ayudar a presos de poca peligrosidad que por sus actividades dentro del penal se llegan a lastimar y quiere algunas voluntarias ya que el presupuesto no da para enfermeras y pensé en ti como buena cristiana e hija de dios. –dijo el padre Atanasio.

Soledad no lo pensó dos veces, estaba ahora a la deriva cerca del inicio del otoño de su vida, no tenía más camino que el que el destino le señalará así que sin mayor oposición le dijo:

---Esta bien padre si es el designio de dios servir lo haré con gusto por algo él me dio licencia de estudiar mi carrera para servir y ayudar. –Contesto Soledad con un dejo de resignación.

El destino es caprichoso y se divierte poniéndonos en situaciones complejas.

Al día siguiente Soledad fue a la penitenciaria a ponerse a las órdenes del delegado del penal.

Este le dio instrucciones de ponerse a las órdenes del doctor Martín Matalozano, cuando Soledad se dio cuenta de quien era, quiso arrepentirse pero la decisión ya estaba tomada.

Martín la reconoció al instante a pesar del tiempo Soledad conservaba los rasgos de belleza de su juventud, y él recordaba con añoranza y nostalgia aquel amor que nunca pudo ser, no disimulo en gusto que le dio, y recibió a Soledad con una enorme sonrisa, pero ella había ahogado sus ansias de juventud en aquella pasión insana y lo rechazo nuevamente.

 Que cosas tiene el destino Soledad –dijo Martín.

 Si que cosas, pero yo solo estoy aquí por servicio al señor, así que mejor llevamos la fiesta en paz y hacemos lo que cada uno tenga que hacer –dijo Soledad.

Aunque de momento martín acepto aquel rechazó tomo aquel encuentro como una señal del destino y se guardo en su mente la intención para una mejor ocasión.

Aquel día el destino le tenía otra sorpresa; el segundo paciente que tuvieron que atender por una herida con un clavo era la viva imagen de Don Toño difunto, aquel preso era todo lo rudo y tosco que su padre fue, con el mismo olor a suciedad y feromonas que a Soledad le despertó aquel sentimiento enfermizo. Habían pasado muchos años desde que la excitación la había abandonado. Y esa tarde le regresaron las ansias al ver entrar a aquel tipo ordinario, sudoroso, apestando a mugre y desangrándose, Soledad experimentó un estremecimiento que le hizo volver a mojarse en su intimidad.

Texto agregado el 24-12-2008, y leído por 170 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
29-04-2009 que mal que el padre haya muerto, la verdad siento que el relato perdio fuerza, pero solo es mi opinión gomez81
24-12-2008 Esta muy buena la trama me atrapo,y se pone a cada paso mas interesante . Espero para seguir ******* shosha
 
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