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El fin del mundo (una historia que se repite y se repetirá)





Porqué Zinedine Zidane recibe la pelota entre dos rivales muy veloces y musculosos que van a golpearlo, los elimina con un amague, con una gambeta, y no lo tocan. Luego la cede con elegancia casi irritante a Roberto Carlos que sube por la banda este llega con vértigo al fondo y en un solo toque la envía hacia el centro del campo de juego, a la media luna del área, y el francés, con la misma elegancia anterior impacta en el aire el balón con la cara externa de su pie izquierdo y la bocha vuela obediente, cumpliendo su nueva trayectoria para clavadola en el ángulo del arco del Manchester United inflando la red.
Y el arquero no alcanza a moverse, la mira pasar, y el estadio de Old Straford queda mudo, boquiabierto, admirándolo y odiándolo.

¿Porqué no mueren más criaturas atropelladas siniestramente en las calles?
Miles de automóviles pasan todos los días a gran velocidad, aveces realizando maniobras imprudentes por delante de los colegios junto a las veredas donde ellos juegan sin conciencia del peligro.
A nadie le sorprende que aviones que pesan cientos de toneladas se desplacen por el aire sin ningún problema. ¿Les parece normal que se vengan abajo con tan poca frecuencia?

¿A nadie llama la atención que luego de años aspirando varios paquetes de humo cancerígeno al día, sólo uno de cada tres fumadores muere a causa de este vicio?

¿Cómo es posible que algunos matrimonios duren tantos años?
¿Cómo puede alguien ser elegido presidente de la nación ó gobernador de provincia sin ningún mérito que lo justifique? ¿Y sin que el pueblo los quiera como sus representantes?
¿Porqué un tipo tan feo y aburrido, se cepilla a semejante pedazo de hembra?

Si se ha planteado alguna de estas preguntas y llegó a pensar en la intervención divina, está en lo cierto.
Dios nos creó así, imperfectos y libres, y aquello le proporcionó una diversión sin límites.


El creador desde arriba, se pasaba días enteros cagandose de risa. Divertido. Mirando a los seres humanos tropezando varias veces con la misma piedra, chocando sus vehículos por realizar maniobras imbéciles, no usando preservativos, eligiendo a sus representantes tras ser seducidos por discursos televisivos, quemándose con fuego una y otra vez, cometiendo las mayores estupideces por amor, o ahogándose en los río por intentar impresionar minas.
Pero se dio cuenta de que si dejaba al hombre a su libre capricho se iba a quedar pronto sin joda.
El ser humano es demasiado torpe y se encamina a la extinción en muy poco tiempo.
El impulso autodestructivo del homo sapiens no tiene límites.

No contentos con sus torpezas cotidianas, un grupo de hombres poderosos -no evidentemente inteligentes- eligen a George W. Bush como rey del mundo. Y este organiza un par de guerras por año, de consecuencias devastadoras.
Esto no podía ser.


Cuando Carlitos de la Rioja murió, el Creador se encontró en un aprieto.
Había sido un político hábil. Había lavado, aparte del abundante dinero del narcotráfico, el cerebro de millones argentinos.
Había amasado fortunas gracias a los generosos actos de corrupción de su gobierno que exigía a sus adeptos silencio y votos a cambio de promesas de salvación eterna y vivir en el primer mundo.
Había practicado la poligamia y la mentira sistematizada, habia hecho perder la virtud a centenares de jóvenes militantes políticos por medio de engaños.
Había utilizado y traficado todo tipo de drogas, y subvencionado alguna que otra campaña militar en países hermanos, también subdesarrollados vendiendo armas que no funcionaban, a buen precio.
Había dejado un país en ruinas.
Merecía arder en el infierno por toda la eternidad.

Sin embargo, había un factor atenuante.
Carlitos de la Rioja, a su manera, había ayudado a la gente. Algunos actos de gobierno que había realizado habían funcionado y, de ese modo, había mejorado la vida de algunas personas. Los grandes capitales lo amaban cada vez eran más ricos, gracias a su política de estado.
Estaba el caso de aquella vendedora de cemento (de Olavarría) que tras ser tocada en la frente por el reverendo Carlitos, llegó a convertirse en la dueña de grandes territorios y trazados ferroviarios nacionales, monopolizando el mercado y decidiendo cual era el valor de lo que se construía en el país. Encabezó el listado de los más ricos del mundo y fue miembro de sociedades de beneficencia de ciudades como Nueva York, donde vive.
Compró obras de arte a valores ciertamente importantes, que colgaba en su piso de la Gran Manzana, y observa solo ella desde su silla de ruedas.
O aquella joven y prominente política liberal, hija de un célebre economista de gobiernos militares culpable de aceptar créditos en nombre del Estado, y donarlos a sus amigos empresarios inflando la deuda externa que, gracias a su toque divino, al toque de la mano de Carlitos, mejoró enormemente en su aspecto y off course sus bienes.
En su gestión vendió empresas del estado con la misma soltura con que se negocia con el verdulero, y se dio el gustazo de mostrarse, sí, María Julia aparece en la tapa de revistas cholulas en bolas, solo cubierta por un abrigo de pieles de animales autóctonos en extinción.
Bestias que su secretaría de estado debía proteger.


Carlitos ese día fue llevado ante aquel cuyo nombre había pronunciado tantas veces en vano.
Desde su enorme trono, Dios le dirigía una colérica mirada.
Los grandes bucles de su barba blanca se perdían en el infinito. Tras un espantoso silencio que pudo durar siglos o segundos, el Supremo habló, y su estruendosa voz hizo temblar el universo.

- ¡Carlitos, has sido un auténtico hijo de puta!

Al político de la Rioja le sorprendió el lenguaje utilizado por el Creador.

- Me arrepiento de mis actos, Señor!, humildemente.

-Tu tono de voz no me convence en absoluto. - Contestó Dios con frialdad.


-¡De verdad, de verdad, Señor!, ¡ no puede haber nadie en el mundo más arrepentido que ioo...! - Dijo Carlitos, entre sollozos.

La voz de Dios ahora se llenó de furia, y en el cielo aparecieron miles de relámpagos amenazadores e imágenes apocalípticas.

-¡Dudo que jamás logres redimir la magnitud del mal que has hecho a este país, en vida!

- ¡Te condeno!, a vagar por la Tierra y ayudar a los hombres.

- ¡Déjeme señor..., déjeme que le explique, humildemente, cuales eran mis planes para mis queridos hermanos y hermanas de mi patria!


-¡Hágase el silencio! - dijo el Creador, enojado.

Y una vez dicho esto, lo miró con indiferencia e hizo un gesto desganado con la mano, como quien se aparta una mosca de la nariz.
El ex presidente vio pasar las nubes a su alrededor.
Veloces.
Estaba descendiendo en caída libre hacia la Tierra.
Bajo él, podía ver montañas, ríos serpenteantes, pequeñas poblaciones y campos sembrados aproximándose rápidamente.
Entró en pánico.
Se puso a mover los brazos en un intento desesperado de salvarse, hasta que se dio cuenta de que en su espalda habían aparecido dos apéndices alados.
Marrones oscuros, con plumitas.
Carlitos de la Rioja se había convertido en ángel.


La primera buena acción del político corrupto tuvo lugar en un aula de un pequeño colegio del interior del país.
Se encontraba aleteando por el aire de la clase, cuando su mirada se fijó en un niño que estaba peleándose con un problema de matemáticas.
Jaimito, así se llamaba, era el niño más torpe de segundo grado.
El ángel leyó el sencillo problema matemático, cuya resolución necesitaba de una simple resta y le susurró varias veces el resultado a la oreja, el niño con poca convicción, escribió el número en su cuaderno apretando la birome.
La maestra del curso, sorprendida, al ver que el niño había escrito la solución correcta, decidió preguntarle el resultado, para así mejorar la baja estima que el alumno tenía de sí mismo.

- ¡Veintisiete! - Contestó Jaimito.

-¡Muy bieeeen Jaimiiiito! - Celebró la maestra

- ¡Pero muy bien! Esa es la respuesta correcta. Te felicito.

El resto de los alumnos de segundo grado miraban a Jaimito con admiración y él, por primera vez en su vida, se sintió realmente orgulloso de sí mismo.

- Jaimito, pasa al pizarrón para que veamos todos cómo has resuelto el problemita – Dijo la maestra.


El niño sintió tanto pavor que se meó y cagó encima, provocando la carcajada maliciosa en todos sus compañeritos.
Este no era el Jaimito de los cuentos, podía afirmarlo.


Tras varios intentos igualmente fallidos, Carlitos se dio cuenta de que ayudar a la gente no era tan simple como había creído.
En su existencia como mortal se había pasado la vida convenciendo a la gente de que él era el mejor, que lo siguieran. Que haría de la justicia su arma más importante.
Que no los iba a defraudar.
Prometía éxitos, fortunas, y futuros mejores, los llenaba de esperanzas. Sabiendo que cada vez serian más pobres e ignorantes.
Y dominados.
Hacia de sus tramposos amigos, honorables jueces de la nación. Para ayudar a sus patrones capitalistas con fallos perversos, contra los laburantes.
La gente vivía engañada, creyendo posibles cosas que no lo eran. Y así, las frustraciones los fueron minando. El hambre fue la sensación más frecuente que poseían. La desocupación ascendía meteóricamente, junto a la delincuencia, la corrupción policial y la violencia inusitada.


Juan Castro era un periodista joven, atractivo y brillante.
Trabajaba a destajo en la televisión privatizada por Carlitos de la Rioja. Ella era una hermosa mujer, joven también, con un cociente intelectual extraordinario. Acababa de graduarse en ciencias de la comunicación en la universidad del Salvador.
Se gustaban desde la primera vez que se vieron, pero había algo en él que ponía freno al romance.
Algo que ella no podía descifrar en su cabecita rubia.
Hasta que Juan se sinceró ante las cámaras, un día en que las sustancias que utilizaba para escapar de su personalidad introvertida, le jugaron una mala pasaba.
En el momento de mayor audiencia del canal y justo cuando le hacían un primer plano, dijo que era puto.
Y que le gustaba.
Las sustancias utilizadas diariamente se empecinaban en deteriorar su belleza y calidad intelectual, de investigador y periodista. Sus programas de denuncia y cámaras ocultas, atrapaban solamente a la numerosa audiencia homosexual. Que él aseguraba estaba en crecimiento geométrico.
Y tenía razón.
Unos meses después lo internaron por sobredosis, y depresión asociada a las drogas, según los diarios. Los colegas amigos decían en programas farandulescos, lo lamentable de su caída, y que se iba a recuperar.
Pronto.
Algunos trolos, que integran indispensablemente los paneles de estos programas, mostraban tristeza. Solo en el momento que los enfocaba la cámara.
Luego se cagaban de risa.
Ella tuvo o le inventaron una serie de romances, que fueron tapa de revistas del ambiente. Durante el verano mostró las tetas para Play Boy de Argentina. Por un buen dinero.
Igual que Juan, ingresó al consumo de sustancias, la ponían bien. Se frenaba con tequila.
Era lo más cool.
Aumentó un poco de peso, se la escucho opinar desafortunadamente sobre temas que no conocía en almuerzos televisivos.
Juan dejó una carta, y se zambulló de cabeza luego de pararse sobre la baranda desde el balcón de su hermoso departamento de barrio Norte. Sin oponer las manos a la vereda de baldosas, que en un segundo se le vino encima. A través de sus grandes ojos verdes, en el aire, veía borroso.
Los huesos del cráneo no pudieron salvar el contenido blanduzco y frágil.
Le estalló la cabeza.
Duró su agonía más o menos tres noticieros. Lo lloró sinceramente todo el mundo, sobre todo las minas y los putos. Tenia treinta y tres años.
Ella no apareció en cámara.
El ángel de alas marrones lo sobrevoló hasta último momento. Hasta cuando se anunciaba la donación de sus órganos.



Por lo general, los ángeles disfrutaban de su vida en compañía de los hombres. De vez en cuando coincidían en una plaza o en un bar y hablaban de sus vidas anteriores, y de la satisfacción que proporcionaba ayudar a la gente.

-No creo que sean conscientes de lo que están haciendo – Les decía Carlitos.

-¿Qué me querés decir?- Preguntó un joven ángel.

El ex presidente tuvo que esperar antes de contestar, porque el ángel se había levantado para señalarle a una niña de tres años que lloraba perdida dónde estaba su mamá.

- Los estamos engañando, ¡ esto es chamuyo, de esta forma no estamos ayudando a nadie!


Mohamed Ata Jr. se enfrentaba al mayor reto de su carrera de piloto suicida, entrenado por supuesto sin que estos lo supieran en la real fuerza aérea británica. Con el nombre cambiado a un borrachito de Liverpool por su organización terrorista.
El Boing 747 salía con su máxima carga de combustible en los tanques desde el aeropuerto de Los Angeles.
Su capacidad estaba completa, viajaban en su mayoría escolares.
Ata Jr. tomó el mando del avión solo un momento antes de sobrevolar el nuevo estadio de los Lakers.
Esa noche se disputaba una semifinal de la NBA.
Una pasajera afroamericana que dominaba las artes marciales, logró reducirlo y evitar que se estrellaran contra el mega edificio repleto de gente.
El árabe se suicidó mordiendo una cápsula con veneno que mantenía en la boca, por si las moscas.
El ángel de la cabina del Boing, suspiró aliviado.

Pero en Caballito, una anciana al tratar de observar un atardecer de Buenos Aires, desde su balcón del octavo piso con “Jazmin”, su mascota en brazos.
Un chihuahua blancuzco, con cobertor de paño a cuadritos atado al cuello.
El perrito sin previo aviso y sin causa aparente, saltó al vació.
Y en su descenso desde aquella altura y antes de estampillarse contra el suelo, el animalito aplastó en su impacto la cabeza del portero del edificio, un santiagueño que barría la vereda mientras silbaba un tango.
Aquello sucedió bajo la presencia de un ángel de mirada severa que revoloteaba sobre la avenida.

A partir de ese momento no hubo marcha atrás.
Los dueños de restaurantes perseguían a clientes indeseables, montados en modernas camionetas cuatro por cuatro para balearlos en plena calle.
En los restaurantes empezó a quemarse la comida a los animadores de televisión les venían ganas insoportables de cagar, estando en vivo.
Los cadáveres de mujeres jóvenes aparecían en estado de descomposición en descampados cercanos a las capitales luego de festicholas drogonas de los hijos del poder, en provincias tan pobres que la causa más importante de internación en los hospitales es la desnutrición y sus consecuencias.
La policía detuvo a una pareja asiática que había vendido por mil dólares a su hijo lactante a una organización internacional que se ocupaba del trafico de órganos.
Los pibes morían atropellados frente a las escuelas, y también de hambre y marginación, en sus chozas tucumanas, formoseñas o bonaerenses.
Los honorables senadores de la nación recibían del propio gobierno democrático, jugosas sumas de dinero americano para levantar la mano, durante la votación de leyes corruptas a traves de una tarjeta de débito.
Que producirían más hambre, analfabetismo a la población, y su consecuente violencia.
En su perdida de territorio, amenazados por la horda criminal y hambrienta que ellos mismos habían creado, los dueños del poder perdieron la posibilidad de continuar viviendo en las ciudades. La ciudad se había hecho peligrosa.
En búsqueda de seguridad se refugiaban en barrios cerrados, lujosas residencias en zonas rurales. Con vigilancia privada y al cuidado de perros asesinos. En el interior de estos paraísos construidos para vivir lejos del lumpen muerto de hambre, algunas mujeres de doble apellido morían accidentalmente, de seis balazos en la cabeza. Según la versión de su esposo y de sus familiares más íntimos.
La justicia nada tiene que hacer aquí adentro, se escucho decir a una vecina de la víctima, que volvía de jugar golf.
El consumo de pegamentos aspirado dentro de una bolsa de supermercado por adolescentes y por escolares, se multiplicaba siniestramente.
Como los piojos en sus propias cabezas.
Delanteros infalibles erraban goles “hechos”, a un metro del arco, donde solo debían empujarla.

El fin del mundo estaba cerca, era sólo cuestión de esperar.




(2004)





Texto agregado el 11-05-2004, y leído por 786 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
16-04-2006 Mi amigo: este texto es para un cuadrito. Está impecable! No le falta ni sobra nada, es una crónica perfecta. Recién te dejé mi comentario en "Las Bodas", y en éste se me ocurre lo mismo: qué imaginación que tenés! cómo se te pueden ocurrir cosas tan disparatadas! Esto es una ficción, buena, pero muy excagerada, no es creíble!!! Cómo dice el Nano, "entre esos tipos y yo hay algo personal..." Enorme placer leerte! UN ABRAZO !!! elnegropablo
04-03-2005 Hay textos que se leen y textos que se recuerdan. Este pasará a formar parte de mi imaginario para el resto de mi vida. He descubierto técnicas que ni siquiera sospechaba que existieran: ¿cómo hiciste para ordenar el caos? ¿o quizás lo desordenaste? Me parece de lo mejor que he leído en esta página (y te diría que incluso fuera de ella). Mis más sinceras felicitaciones. jau
10-06-2004 La ironía divina de tu pluma pone de cagado al Dios del Mundo, de risa... ¡bonito panorama! Y en segundo aunque no por ello menos importante plano, a un tal Carlitos de la Rioja...y todo en un ambiente cargado de cabrona hipocresía, pero sin equivocarnos, un ambiente humano...del dolor que el desconcierto racional de lo increiblemente injusto produce en el individuo pensante...pero ¿quién demonios piensa en una pátria carcomida por el odio y la desfachatez incontrolada? Me come de rabia el cuerpo de la vil suciedad que algunos estratos realizan, han realizado y realizarán no solo en la bella Argentina, sino en todo el mundo...eso sin contar con la presencia de los bushgeiperman que hierven de inmundicia lo que tocan...Tu mente concienzuda, irónica y malvada en intensidad bucea directo a exponer las cosas claras para quien conciba mirar...para quien –sin embargo- desee observar, se encontrará con el dolor acumulado de años y años de frustración...el párrafo final, así como el título, expresa claramente ese sentir...¡Muy bueno lo de las alas marrones oscuras! ...Pero sobre todo, magnífico el texto, aunque como yo digo, es más un grito, un aullido...Mis saludos desde una pequeña distancia, amigo... LoboAzul
29-05-2004 La historia de Argentina es tremenda! Los que la hemos vivido sabemos de un estigma candente. Pero Dios no se rie ni decide por los hombres, y lamentablemente los que han decidido aquí son los hombres del poder... shou
15-05-2004 Lo he vuelto a leer. Digo lo mismo que en el comentario anterior. Mis felicitaciones. Solo una observación: me parece que hay que complejizar mucho más lo de Carlitos el riojano. No es que considere erróneo lo que dice el texto. Lo comparto.Pero hay un riesgo: interpreat maniqueamente la historia cultural (uno de cuyos sistemas es el político). Lástima que no tngo más estrellas. islero
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