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Inicio / Cuenteros Locales / gui / El misterio de los sanitarios de oro (1)

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Parte Uno

La Gatita Christie llegó con su faldita breve, lentes indagatorios y pañoleta al cuello. Saludó secamente, sin concederle un ápice de cortesía a quienes aguardaban en el recinto. A nadie le asombró tal actitud, ya que era sabido que la Gatita era una investigadora nata que no perdía el tiempo en prolegómenos.

Perry Taxton, el acaudalado empresario, había sido víctima de un robo en su enorme departamento de 20 habitaciones y siete baños, cada uno alhajado con artefactos de oro puro. No eran pocas las veces que los habitantes preferían aguantar las ganas, antes de mancillar aquel costoso servicio higiénico. Pues bien, esta vez, los hechores habían extraído cada taza, tina y lavamanos y ahora, sólo quedaba la desnudez patética de aquellos fosos y cañerías.

El robo se había producido entre las tres y siete de la mañana, mientas Taxton dormía profundamente y la servidumbre no lo hacía peor. Esto hizo pensar a la Gata Christie que, presumiblemente, los ladrones habían utilizado algún tipo de narcótico. Pero, la hipótesis fue descartada de inmediato, por la sencilla razón de que ninguno presentaba signos de somnolencia y el posterior examen no arrojó ninguna dosis de barbitúrico en su sangre.

La Gata levantó una de sus cejas y se quedó contemplando el escenario del suceso. A no dudar, uno de los tipos –eran más de dos- presentaba una leve cojera. ¿Cómo había llegado a esa conclusión, la afamada investigadora? Muy simple, algunas imperceptibles marcas en la alfombra, indicaban una trayectoria elíptica, lo cual daba a entender que el tipo inclinaba su cuerpo hacia la derecha.
-Por lo mismo, este tipo debe ser el jefe de los malandrines- dijo, en voz alta, la Gatita. Con esa ligera discapacidad, no me lo imagino cargando las piezas y sí, planificando el delito y supervisando su ejecución.

Tras un acucioso estudio, la Gatita Christie pudo determinar que los hechores eran cinco. Todos ellos calzaban zapatillas, unas más gastadas que las otras.
-¿No sintió ningún ruido extraño?- preguntó la Gatita al Mayordomo. El anciano negó con la cabeza, expresando estar muy intrigado de que él y la servidumbre se hubiesen quedado dormidos hasta tan altas horas de la mañana.

-¿Quiénes han visitado a su patrón estos últimos días?- interrogó Christie, arreglando sus cabellos con sus manitas finas. En realidad, nadie había aparecido en ese departamento durante varios meses. Muy pocos conocían el interior de la lujosa residencia, y esos pocos, eran amigos íntimos de Taxton. Si nadie de afuera había inspeccionado el apartamento, era aconsejable averiguar los antecedentes de la servidumbre...

(Continúa, pese a quien le pese)








Texto agregado el 17-12-2008, y leído por 218 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
19-12-2008 Buena narrativa, buen ambiente, se mantiene el suspense...Seguimos. churruka
 
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