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Carito se perdió en Noviembre. Llovía mucho entonces pues se acercaba el verano. Por aquí no hay estaciones y la lluvia anuncia el calor así como los solazos llaman fuertes aguaceros. En aquella época Carito era muy linda, tenía las mejillas coloradas y se la pasaba sonriendo. Sonreía desde agosto, le gustaban los meses de viento porque los ventarrones era lo más cercano que tenía a los grandes tornados que tanto le fascinaban, pero en realidad sonreía porque querías a Carito, y eso la hacía feliz. Por aquel tiempo te gustaba oírla hablar de cine y de lo mal que andaba el mundo, y con frecuencia te quedabas viéndola simplemente, amabas sus gestos. Carito cabía en tu guitarra, en tu cuarto y tus libros, aún a pesar de la abuela Carito cabía en todas partes, en tu mismo asiento en el bus, en los campamentos, a tu lado en la mesa. Le cantabas a Carito en la esquina mientras la recogía la buseta, le cantabas Serrat todo el tiempo. La llamabas, y el tiempo no era tan frío después de todo, bien valía la pena mojarse por ver a Carito, así fuera domingo, nueve de la noche y tocara devolverse a pie. Para Carito habían besos tiernos y palabras, cuando eso le hablabas, le contabas tus impresiones, querías a Carito. La llevabas de la mano, la pensabas en voz alta, la extrañabas. La deseabas. Y Carito te quería, por eso era importante, estaba pendiente de tus pasos, de tu sueño, y ella era Carito mientras la envolvías en tus brazos blancos, mientras la matabas con tu beso largo, y era más Carito que nunca cuando le decía así “Carito, mi Carito”. Pero un día algo cambió, y dejaste de querer a Carito. Pasó que las simples lloviznas empezaron a parecerte feroces tempestades que te obligaban a guardarte en tu casa, tu salud era muy frágil, pasó que era menester dejar a Carito mientras presentabas tus exámenes, pasó que empezaste a llamarla después del noticiero de las siete, cada tres días. La hora de tus alimentos se volvió sagrada, igual que tu siesta, tus lecturas, partidos y reuniones, hasta llegaste a considerar que Carito tenía mucho tiempo libre y eso no era tan bueno. Y ya no despertabas pensando en Carito. No componías delante de ella, mucho menos le volviste a cantar, y finalmente nunca le mostraste tus pinturas. Volviste a pasearte sólo por las avenidas, a reír sin Carito. Preferías pasar las tardes encerrado en tu cuarto que aburrido con ella, ya no querías besarla todo el tiempo, ni verla dormir desnuda, ni siquiera verla. Así es, Carito se te fue olvidando, fue muy fácil, ahora ya no la querías.

Todo esto pasó en Noviembre, cuando empezaron a soltarse furiosos aguaceros en la madrugada, luego, adiós a la niña dulce de cabellos castaños, Carito desapareció, lo sé porque desde entonces de manera fría y triste he vuelto a llamarme Carolina, esta vez me temo que para Siempre.


Mayo 3-2004 11.40 p.m.

Texto agregado el 10-05-2004, y leído por 306 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
26-05-2004 Cuanta Nostalgia, muy bonito relato. Gatoazul
 
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