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Inicio / Cuenteros Locales / Darkyharry / Cap. 6 - Fuego y Pistas

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La ambulancia llegaba a los pocos minutos y Q. fue el designado para irse con los atacantes. B. miraba su vehículo y el abollón que el choque había dejado en él. H. recuperaba la compostura y prendía el cigarrillo que había tirado por disparar. Se acercó a B. y le hizo una seña para que siguieran su recorrido, la policía iba en camino para rescatar pruebas del accidente y necesitaban llegar al Bar lo más pronto posible.

- B., nos vienen a buscar en una patrulla saca lo importante de tu auto y vámonos rápido - H. estaba impaciente y algo nervioso después de lo fugaz que había sido todo. Confirmó su reloj como siempre y notó que no habían pasado más de 7 minutos desde que habían salido del departamento. - No nos quieren cerca, pero no creo que haya otro intento de sacarnos de esta serie.

- Así es, H. ¿Estás bien? - le preguntaba B. mirándolo a la cabeza con esa típica mueca de cejas levantadas mientras abrochaba su cinturón de armas.

- Sí, sólo un golpe en la cabeza, pero todo bien, logré disparar, ¿lo recuerdas? - el sarcasmo en H. era algo que B. soportaba a veces. El tono era pesado y un tanto pedante. - Vamos.

La patrulla que los llevaría al Bar estaba esperándolos unas cuadras más abajo. Subieron y antes de cerrar puertas ya iban en camino. Por la radio se oían las notas de los bomberos y algunas sirenas cercanas. Decían que el fuego se había iniciado hace ya unos 20 minutos y que era obvio había sido iniciado intencionalmente. Muy poco tiempo para tanto escombro ya, y para malas noticias, no sabían si E., el dueño del Bar, se encontraba fuera de peligro.

- Toma esta calle - H. le decía al patrullero para acortar más camino hacia la desgracia. - Pon la sirena y métete en sentido contrario.

H. iba mas que impaciente, ni si quiera había abrochado su cinturón de seguridad y ya llevaba otro cigarrillo a la boca. B. inquieto también, permanecía en silencio en el asiento trasero mientras el humo que expulsaba H. le llegaba en la cara.

Por otra parte Q. llegaba al hospital con los dos atacantes y en compañía de otros dos policías. Pasaron a atenderlos unas enfermeras de turno y un médico que extraería las balas incrustadas en ambos sujetos. Q. estaba incómodo. Recordaba cuando él cayó en las mismas situaciones hace ya unos años atrás, cuando corriendo por el campeonato, una bala atravesó el muslo de su pierna derecha dejándolo incapacitado para correr después de una larga rehabilitación, pagada por H. y en parte el Departamento de Policía. Al recuperarse tenía un puesto asegurado en la escuela de detectives de la cual salió, se casó, tuvo una hija y luego se separó.

- ¿Quién disparó? - le preguntó a Q. uno de los policías que lo acompañaba.

- Adivina pues - sonreía sabiendo que H. era conocido por la puntería y la velocidad con la cual recargaba su revólver para volver a tirar.

- H. tendría que ser, ¿no? - decía el otro acompañante mientras amarraba sus zapatos apoyado en un asiento de espera fuera del pabellón que usaban.

- "En el blanco" - reía Q. meneando la cabeza en el momento en que una de las enfermeras salía a decirles que los malechores estaban listos para el traslado. - Gracias, linda.

Q. era un galán y mujeriego, pero preocupado por su familia y su hija. Jamás le falto nada y a él tampoco cuando chico, fue bien criado y al entrar a estudiar después de su accidente el estado le remuneraba de muy buena forma. Estaba agradecido con B. y H. en todo sentido.

Esposó a los tipos y se los entregó a los escoltas diciéndoles que en el departamento hablarían sí o sí y no se les aceptaría nada más. Q. salía del hospital corriendo y tomaba un taxi camino al Bar para encontrarse con H.

H. no podía creer lo que veía. Era imposible entrar al local sin equipo adecuado. Toda la cuadra iluminada bajo las llamas del Bar de 3 pisos. Fue entonces cuando miró al suelo cerca de la ventana donde siempre se ponía él a tomar su whiskey rojo con hielos. En la vereda yacía un vaso lleno de hollín pero intacto. Se acercó y antes de que le dijeran algo tomó el vaso, lo limpió con la orilla de su gabardina y encontró algo en él. El vaso había sido rayado con una letra. Jamás pensó en volver a encontrarse con ella: P.

Texto agregado el 30-10-2008, y leído por 88 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
04-11-2008 me lei los primero 6 capitulos y la encuentro genial, sigue con los otros, lso estoy esperando solper
 
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