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Inicio / Cuenteros Locales / robertbores / LA ROSA Y EL GIRASOL

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Miramos a nuestros semejantes sin ser capaces de captar su imagen real. Nuestros ojos creen ver la realidad aunque la mayoría, pretendemos ver la apariencia de una imagen anticipadamente imaginada; una falsa realidad.
Si miramos un cuerpo, deseamos llegar a descubrir una escultura perfecta para seguidamente, rechazar cualquier modelo que no refleje nuestra preferencia prefijada, es decir; nuestro personal modelo. Pero es bien cierto que el envase, no siempre se corresponde con la joya.
Vosotras, las adictas a la televisión de la actual vanidad, no deberíais envidiar los bandazos de unas melenas que, como apremiante necesidad de personalización de su pretendida y a la vez engreída presencia, hacen las supuestas beldades las cuales aparecen reiteradamente en la pantalla de la caja de luces que esconde tantas sombras. Mesarse el cabello, nos es más que otra muestra de inseguridad.
Si os veis feas, cosa por demás inexacta como veréis más adelante, os ruego que tengáis un poco de paciencia. Esperad que sonrían las beldades, que hablen, que gesticulen. Veréis entonces las presuntas luces de la fría y triste soledad de las calles de sus almas, esas calles oscuras que raramente se iluminan al aparecer en esos mercados de voces estridentes, de contenidos insulsos y vacíos. Los trapos sucios deben seguir lavándose en casa.
No sintáis vergüenza cuando os miréis en vuestro espejo. No sois feas, sois distintas, diferentes, especiales y únicas. Distintas, como son todas las flores, todos los paisajes, todas las miradas. Casi seguro que habláis mejor, que sonreís con mucha más dulzura y transparencia, que tenéis más personalidad, más gracia, más humanidad, mucha más sencillez. Elegid lo que ya conocéis; la mirada penetrante de vuestros ojos negros. Quizás la interminable serenidad de vuestros ojos grises. Aquellos” ojos verdes serenos como lagos “ o tal vez, la dulce miel en la mirada de los marrones ojos.
Vosotras seguiréis siendo las madres de los hijos más bellos, como son las flores, como son las letras leídas o recitadas, como es la música con más o menos bemoles, capaz de colmar el sentimiento de la más dulce y desconocida sinfonía.
Vuestras manos de seda, de increíble perfección, son capaces de serenar el semblante de un niño entristecido con la leve humedad de una lágrima imprevista. Labios rojos, pasión del dulce denuedo de la propia vida, rozando la mejilla de la belleza más gloriosamente inocente.
Recordad que aquel conjunto esbelto, aquella joven de un dudoso y virginal desnudo, de pantalla o de papel, no es más que un modo material de entender la vida. Ganar dinero a cualquier precio despersonaliza, produce el decaimiento de los valores personales. Vosotras debéis seguir siendo conscientes para evitar la pérdida programada de vuestra personalidad exclusiva. Forjad vuestra escultura, la escultura de la personalidad interior, la perfecta escultura de vuestros valores. No debéis olvidar, aún siendo girasoles, si es que así os veis, que para muchos y no precisamente como yo, seguiréis siendo tan bellas como las rosas más bellas. O más todavía, pues la rosa dice que es bella, pero dice el girasol; no hay estructura más bella que pueda brillar al sol.
He leído que, de jóvenes aprendemos, ( en los ojos del joven arde la llama) de mayores comprendemos ( en los ojos del viejo brilla la luz. También he leído que, si no crees en la edad, no envejecerás hasta el día de tu muerte.
Y me preguntó ¿ qué debo hacer con el dolor de mi rodilla izquierda, el pinchazo de mi hombro derecho, el desesperado palpitar de mi hiperactivo corazón? Pues... eso.


Robert Bores Luís

Texto agregado el 19-10-2008, y leído por 1474 visitantes. (0 votos)


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