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El APOCUNA DON QUIJOTE DE LA MANCHA
“EL AMARU DE LA MANCHA”

PERSONAJES


DON QUIJOTE y SANCHO PANZA. Personajes principales de la Novela el ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.

FRANCISCA PIZARRO Y YUPANQUI. Nació en Jauja en 1534. Fue hija del Conquistador del Perú, Francisco Pizarro y de Inés Huaylas, además Francisca fue hermana de Gonzalo Pizarro quien heredo la Gobernación de Nueva Castilla, ella viajo a España en 1551 a pedido del Rey, murió en 1598 en alguna ciudad de España.

INES HUAYLAS. Fue hija del Inca Huayna Cápac, hermana del Inca Atahualpa, y de Manco Inca quien se sublevo en el Cuzco.

FELIPE TUPAC. Guerrero del linaje de los Capacunas, enviado junto a Francisca Pizarro en el viaje a España, estuvo a su cuidado hasta que ella murió. Años después perdió la razón.

PICARO GUZMÁN DE ALFARACHE. Novela Picaresca escrita por de Mateo Alemán, publicada en dos partes (1599 y 1604). El mencionado escritor nació en 1547 y vivió en México a partir de 1608, murió en 1615. Fue un feroz crítico de Cervantes.

PRIMER POEMA. Poema Inca, considerado canción de Amor ( Jaray Arahui ), transcritos por el Inca Garcilaso de la Vega.

SEGUNDO POEMA. Poema Inca, Himno religioso (Hayllis )

TERCER POEMA. Poema Inca (Lírica amorosa), cantar triste por la memoria del amado o la amada ausente. Transcritos por Guamán Poma de Ayala.

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DONDE SE DA CUENTA DE CÓMO EL MAL INTENCIONADO CERVANTES ESCONDE SUCESO MEMORABLE, QUE PASÓ ENTRE DON QUIJOTE DE LA MANCHA Y EL PRÍNCIPE FELIPE TUPAC, Y LA CONFUSIÓN QUE SUFRIÓ DULCINEA DEL TOBOSO CON LA PRINCESA FRANCISCA PIZARRO, UNA HISTORIA DIGNA DE SABERSE Y DE CONTARSE.


Pensando, pues, en don Quijote, recuerdo a Cid Hamete Benengeli, Hombre curioso de los más escondidos pensamientos, antojadizo de historias, pues las que quedan referidas son muy puntuales y mínimas en todas las cosas, pero: ¿Quiso él pasar en silencio incomparable aventura?

Es, pues, el caso que la estimación que me tenía, hizo que no hubiere cosa secreta entre nosotros, es así que al final de sus días me declaraba semejante noticia. Me hizo prometérselo a él con muchos juramentos que en el más corto tiempo se enmiende terrible falta y que si por hacerla recibía oro alguno, pues que me lo quedase. Parecióle por aquellos días, que ese Cervantes quien era más versado en desdichas que en versos, merecía sacar a luz las hazañas de tan noble caballero. Sin duda era obligación de alguien que anduviere en los mismos pasos, y que osasé hablar muy puntual de la falta de juicio que acompañaba a don Quijote, quien anduvo muy acertado en desgracias y malos sucesos.

VALLADOLID DE 14 DE AGOSTO DE 1604

“... DE POETAS NO DIGO: BUEN SIGLO ES ÉSTE MUCHOS ESTÁN EN CIERNE PARA EL AÑO QUE VIENE, PERO NINGUNO HAY TAN MALO COMO CERVANTES NI TAN NECIO QUE ALABE A DON
QUIJOTE...”

LOPE DE VEGA


Después de haber oído entretenida noticia, quisiera ser discreto y prudente en todas las palabras. Paréceme, que de saber Cid Hamete Benengeli, quién era el loco, no se aventuraba buenamente a contar entretenida historia. Cervantes se enamoro de lamentos y sinsabores; menudencias que deja escapar el corazón y que seguramente toparon con su pluma.

Dice la historia que así como don Quijote de la mancha perdía el juicio por tan extraño genero de locura, había para su dicha otro valeroso andante que libraría sus locuras para defender a la que creía su señora.

Por lo que yo he podido recordar, esto sucedió en una venta que a don Quijote le pareció castillo y que permaneció allí, con extremo contento, pues no le molestaba acompañar a dos mozas que a él le parecieron dos hermosas doncellas, que suspiraban con las venturas contadas, y que gemían y lloraban con las desgracias. Tales sucesos eran contados para dar buen fin a la comida.


* Mirad, mi señor, sepa vuestra merced, que acabo de recordar, que a mi noticia ha llegado, tan cierta, triste, tan hija de los imposibles que debo de decírsela - dijo Sancho.

*¿Qué noticia es esa, Sancho? - respondió don quijote -. Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo de contármela.

* No niego yo sus palabras, señor mío - respondió Sancho -. Escribióme la Duquesa, dándome aviso del peligro que persigue a vuestra señora Dulcinea, que no la creyera si me lo dijera algún descalzo; pero pues la señora duquesa lo dice, debe ser así. Ella contó, que no puede caber tanta cortesía y gentileza con cierto huésped de Dulcinea, llamado Auqui o príncipe de los Incas , natural de un lugar llamado Cuzco , que llegado a la Corte, dio media docena de puñadas a vuestro Duque, que acababa de conocer y que también se proclamase soberano de estas tierras, con lo que acaba de firmar su sentencia de muerte, y no sé cómo, pero ayer se le vio con Dulcinea paseándose con tanto ánimo, que estuvieron así hasta que ella quedará contentísima con el paseo.

Contada pues la historia, don Quijote no tuvo ánimo de decir nones. Tenía la cabeza inclinada sobre el pecho, con evidentes señales de querer reventar de celos. Él dijo:

* Aquí no hay que hacer otra cosa, que ver con mis mismísimos ojos aquel villano, que ni sé si dejare muerto o vivo, pero que sí quedará tan desfigurado, que no le conocerá la madre que lo parió.

Viendo, pues, Sancho la última resolución de su amo, trajéronle allí su asno, porque siendo él escudero de caballero andante, había de favorecer y ayudar a su señor, vengándolo de algún soberbio que haya hecho algún agravio. Estábanles mirando todos cuantos habían en la plaza. Don quijote alzó los ojos y vio al buen Sancho que aconsejaba partir. Parecióle bien el consejo a don Quijote, se armó de todas sus armas y tomando de la rienda a Rocinante y Sancho del cabestro de su asno, dejaron atrás el pueblo y comenzaron a andar por una montañuela que a tales horas era un despoblado.

Desesperábase don Quijote, por tomar camino, pero era la voluntad de Rocinante de resucitar a tantos enemigos hubiesen entre las sombras, el grandísimo silencio, y de allí el olor a piedra azufre que pusiera pavor a cualquier otro corazón que no fuera el de don Quijote. Con todo eso, nada pudo infundir miedo, cuanto más era, Sancho vio que su amo estaba acostumbrado a semejantes acontecimientos.

Llegaron, al pie de un alto prado y de allí don Quijote anduvo mirando a todas partes por ver si descubría el castillo de su señora, pero vio no lejos del camino por donde iba, una choza mal parada. Dióse prisa a caminar, el tiempo jugaba a favor de villano, era la batalla del bien contra el mal. Pero llegaría a tiempo para descubrir a aquel príncipe junto a Dulcinea en lo mejor de una plática. Venia con el alma llena de imaginaciones y no hacia sino mirarle y remirarle y tornarle a mirar de arriba abajo; y después que le hubo bien mirado, embrazó su adarga, tomó su lanza y salió al frente sin titubear. Era un día de los meses de verano, fue así que dijo:

* Por cierto señor, quien quiera que seáis, que yo no os conozco y pediré me digáis quien sois y la causa que os ha traído a vivir cerca de mi amada Dulcinea.

* Yo soy el príncipe Felipe Tupac, quien ha venido a proteger a la princesa Francisca Pizarro y Yupanqui, Hija del sol, llamada por Wiracocha , y que ha de resucitar el imperio del Tahuantinsuyo en vuestras tierras - respondió -. Ahora ella está junto a mí, como lo ha de querer su madre, la ñusta Inés Huaylas. La princesa ha prometido ser señora de todo mi reino, que no tardará en multiplicarse y rebasar los límites del sol.

Y diciendo esto, comenzó hablar consigo mismo, y el sol que entraba tan aprisa por el cielo y con tanto ardor que le hizo decir en voz alta, mirando a Dulcinea que estaba sepultaba en un silencio:

Caylla llapi
Puñunqui
Chaupituta
Samusac
Sumak Ñusta
Turallayquin
Puyñuyquita
Paquirkayan
Inamantan
Kuñuñuntak
llapantak:
Kanri Ñusta
Unuyquita
Paramunqui.
Mayninpiri
Chicchimunqui
Ritimunqui.
Pacha rurak,
Pacha camak
Wiracocha.
Cay inapak
Churasunqui
Camasunqui.
Al cántico
Dormirás
Media noche
Yo vendré.
Bella princesa
Tu mismo hermano
Tu cantarillo
Lo hace pedazos.
De esta manera por los espacios
Retumban truenos
Y cruzan rayos.
Y tú que tienes
En lluvias mando
Llover nos haces
En raudal manso.
Pero otras veces
Granizo helado
O fría nieve
Vierte tu mano
Pues Wiracocha, Dios soberano
Que creó el mundo y rige sabio;
A ti princesa con fin tan alto
Te dio asiento en su palacio.


* ¡ Oh vos, quienquiera que seáis, deteneos, que no entiendo vuestro latín! - respondió don Quijote -. Sepa que Dulcinea del Toboso, a sido puesta para un solo caballero, igual que las demás mujeres del mundo, que están repartidas para bien de los hombres - respondió don Quijote.

Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, asaltó un pensamiento terrible, tal que por poco le hiciera dejar la comenzada empresa; y fue que se preguntó consigo mismo, si era correcto matar a un hombre encantado, que no conociese las leyes de caballería; pero en aquel mismo instante trasladó sus sentimientos a las armas, ya que debéis de saber que no sería el primero ni el último en matar, pues con la mucha hermosura y buena fama de su señora, seguramente habría de hacerlo muy seguido.

Y estando don Quijote en lo mejor de su reflexión. Felipe Tupac alzo los ojos al Cielo, sabia que en la inmensidad de los cielos Wiracocha celebra el canto de sus hijos, arrodillo y quedo muy pacifico, él dijo con mucha libertad:

Tijsi Wiracocha
Túcuy rúraj
Suncoy Tutallapy
Cori ráuraj
Cusi ñahuillayquin
Pacarichun
Coñi samayniquin
Huayrarichun
Cúyay maquillayquin
Mastacúchun
Huiñay atyquiquin
Ticacuchun.
Dios, origen del universo,
Creador del todo,
Oro que arde entre las sombras
Del corazón
Que la alegría de tus ojos
Venga en el alba,
Que el calor de tu aliento
Venga en el viento.
Que tu mano magnánima
Siempre se extienda
Y que tu sempiterna voluntad
Sea la única que florezca.


Entendieron que en una extraña lengua había hablado, con dulce y suave armonía, que dejando celoso a don Quijote creyó que aquellas palabras podrían derretirle los sesos a cualquier caballero.

* ¡ Qué palabras, qué amenazas, y qué conjuros habéis dicho, para apurar a la muerte mientras duerme ! – dijo don Quijote –. Pero sea lo que fuere, estoy sordo a el llamado de vuestro maligno señor.

En esto sucedió que Felipe Tupac saldría al encuentro con villana arma, que no era reconocida en ningún ejército, pero que dejaría tan mal parado a don Quijote, que se necesitó las voces de Sancho para revivirlo. Considerando cuán vehemente ha sido la locura de su señor por su señora decidió aconsejar:


* Puede y debe vuestra merced hacer locuras por ella, sin que ninguna de ellas lo lleve a la tumba. Dios sabe si aquel Tupacillo dejaría recoger su cuerpo, si por descuidarse no volviere, señor mío, vivo. Ya habéis visto y probado su endemoniada arma - dijo Sancho.

* No se ha de decir Sancho, ahora ni en ningún tiempo, que tan noble caballero se espantará por temerosa aventura -respondió don Quijote -.Y si fuere el caso que cayese, prométame que luchará hasta darme venganza, así vuestra lucha me otorgue el descanso eterno.


* No tema vuestra merced, lo haré bien o mal - dijo Sancho - a mí me parece que cuando el peligro sobrepuja es mejor torcer el camino y desviarse, ya que es de sabios guardarse hoy para mañana, y no aventurarse todo en un día. Vuestra merced sabe, que quien busca el peligro perece en él, así que no es bien tentar a Dios, así fuere por amor.

En fin, don Quijote poniendo mano en su lanza, alzó la mirada al cielo, se encomendó de todo corazón a su señora, que andaba algo risueña, y también a Dios Nuestro Señor, que no lo olvidase, ya que estaba enamorado hasta los hígados, y es que aquella venganza a él sólo estaba reservada. Pero estándola mirando, oyó un estruendo, un arcabuzazo que hizo correr al príncipe Felipe Tupac al lado de ella.

Cuando don Quijote vio que aquel horrísono y espantable ruido causaba susto a tan extraño príncipe, decidió dar fin a aquella aventura, librando la más reñida y trabada batalla que se haya visto, de allí que la lanza de don Quijote terminó tocando el cuello de Felipe Tupac y con gran ferocidad dijo:

* ¡ Ríndete atrevido villano si no quieres dejar la vida en pago de tu atrevimiento, no consentiré que vuestra locura robe tan puro corazón, y si queréis tener reino no ha de faltar un estado donde viváis como un príncipe!

A lo cual respondió el cautivo que debido a su condición de vencido haría treguas, y que sólo pedía le dijeren como llegar a la ciudad de las grandes fortalezas, porque en está ciudad no habría de encontrarse la princesa Francisca Pizarro, por tener ella mejor gusto con los pretendientes.

De allí a poco, descubrió don Quijote a un hombre de hasta edad de cincuenta y cuatro años, triste y melancólico al hablar de su pueblo, pero a su vez muy gentil y amante de la naturaleza, fue este sentimiento lo que enterneció algo a don Quijote, pero no tanto que mostrase flaqueza alguna; antes, disimulado lo mejor que pudo. Su experiencia en las artes de la vida, hizo que se ganase la estima y confianza, incluso Sancho decía que había sido la ventura hallar a hombre tan sabio que sabe dar remedio a los males.

* Contadnos ahora vuestra mala suerte; que en nosotros juntos, o en cada uno, hallareis quien os ayude a sentir vuestras desgracias – dijo Sancho.

En tanto que el príncipe Felipe Tupac sin mover labio, ni decir palabra alguna, dando un profundo suspiro, rompió el silencio y dijo:

Murqutullay, murqutu, Llulluchallay, llullucha,
Mana sunquyki qiwiqchu,
Mana waqaykunki,
Sikllallay Kaspa,
Quyallay Kaspa,
Ñustallay Kaspa. Unuy wiqillam apariwan
Yakuy parallam pusariwan,
Chay llikllaykita rikuykuspa,
Chay asquykita qawaykuspa
Manañam pachapas chisiyanchu,
Tuta rikchariptil(y)pas,
Manataqmi pacha paqarinchu
Qamqa Quya,
Qamqa señora
Manañachu yuyariwankichu,
Kay sankaypi puma atud
mikuwaptin,
Kay pinspi wichiqasqa kikasqa
Tiyapti- (y), palla. Alga, mi tierna alga,
ova, mi tierna ova
Tu corazón no se conmueve
No caes en lagrimas
Tú, mi bella,
Tú, mi reina,
Tú, mi princesa
Oleadas de lágrimas me llevan,
Torrentes de lluvia me arrastran,
Al acordarme de tu manta,
Al recordar tu saya
Ya no viene el atardecer,
Y cuando me despierto de noche
Ya no se levanta el día
Tú eres Reina, Tú eres Señora
Habrás dejado de pensar en mi
Mientras en esta cárcel me están
Devorando pumas y zorros
Mientras en este calabozo
permanezco encerrado y atado,
mi dama.

Luego que don Quijote escucho extrañas palabras dijo a Sancho que había mucho por aprender, ya que anduvo buen tiempo tratando de entenderlas y desentrañarles el sentido, pero al final diciendo:

Texto agregado el 09-10-2008, y leído por 222 visitantes. (0 votos)


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