Henry Lerner’s Big Show Presents
Bailando sobre cristales
“El dolor de amar”



Hola Pepa,

Siento hoy la necesidad de escribirte por dos razones. La primera es obvia, estoy completa, pérdida y locamente enamorado de tí. En todas sus acepciones y significados. No consigo ver a otra persona que no seas tú. No consigo pensar en otra persona que no seas tú. No puedo hacer nada por evitarlo y tampoco quiero, porque estoy enamorado. Es el único privilegio que se le concede al bendito condenado en estas ocasiones. Bendito, porque enamorarse es la mayor bendición que alguien puede conseguir. No existe nada más puro, real y verdadero que sentirse enamorado. Condenado porque el enamorado sin saberlo y aún con todo el conocimiento, está predestinado a su condena. El amor correspondido y el desamor.

Sea cual el desenlace, el enamorado siempre lleva encima su condena. El que logra su obejtivo y puede vivir un amor correspondido, se eleva hasta el más alto de los cielos sin alas. Aquel desagraciado que sucumbe al desamor baja al más recóndito de los infiernos y sufre penurias de por vida.

El presente escrito debiera haber empezado con otras palabras. La sinceridad. Existen personas que necesitan ser sinceras. Hacen un esfuerzo, normalmente mayor del que pueden soportar y se dedican a ser sinceros. Hace mucho tiempo que comprendí que tenía una necesidad. La necesidad de no necesitar. Entiendo que puede sonar enrevesado y complicado pero realmente se trata de una simplificación infantil.

Al nacer no existe la mentira. Todo es verdad. Y crecemos con verdades. Y nos sentimos seguros. Y sabemos que los besos son lo que significan y no emulamos a nuestros mayores repartiendo dichos milagros sin darle importancia. Y sabemos que los abrazos y los gestos y las miradas y todo aquello que nos hace felices, son regalos que nos son otorgados y que tenemos la capacidad de repartir bajo el albedrío de la felicidad común.

Y existen personas que viven así toda la vida. Dichosos los que no necesitan mirar atrás para comprobar cuantos besos y abrazos han malgastado por haberlos entregado sin la importancia que realmente tienen. Son elegidos. Seres sobrenaturales que nunca han debido rebajarse hasta descubrir para sí mismos sus propias vergüenzas.

Yo soy de los primeros, y tuve que pararme y mirar atrás, y estudiar y alecionarme sobre conceptos que nunca había tenido en cuenta. Y busqué, y me desanimé porque no encontraba, y seguí buscando, y me alegré y lloré y pasé y repasé todos los sentimientos conocidos una y otra vez hasta que mi alma dijo….basta ! No sigas buscando. Es una busqueda inútil la que estás realizando. Intentas descubrir la sinceridad de cuando eras niño. Quieres comprender porqué necesitas mentir, besar cuando no lo sientes y sobre todo sonreir sin motivo ninguno. Y fué cuando me hundí en el más negro pozo jamás conocido. Llegué a mi mayor estado de negación personal cada vez que comprobaba en lo que me había convertido. Me resultaba imposible discernir y recordar el último beso que había otorgado y recibio por amor.

Y solo entonces fue cuando lentamente, sin esfuerzo ninguno, simplemente levitando, salí de aquel pozo para no volver nunca más. Mis besos siempre son verdaderos y mis sonrisas siempre son sinceras. Soy el mismo niño que con su verdad veía limpiamente el mundo y no pasa día en que me maraville por seguir vivo, descubriendo sonrisas, besos y abrazos donde los demás ven espesuras y nieblas.

Ya no necesito ser sincero. Ya no necesito la sinceridad. La sinceridad viene conmigo. Es tal la felicidad que puedo encontrar en un beso, en un abrazo, en el amor al fin y al cabo, que pienso sinceramente que el resto del mundo se mueve por un solo motivo. El amor.

Y a través del tiempo lo he conseguido. Necesito no necesitar. No necesito ser sincero, Lo soy. No necesito amar. Amo. No necesito repartir besos y sonrisas. Los regalo. A través de mi simplicidad puedo concebir el mundo tal como lo entiendo.

Y amo, beso, abrazo y me emociono. Y cada vez que lo hago mi interior se hace más grande y soy persona. Y soy feliz. Y es así de simple. Por mucho que nos empeñemos en buscar anexos a esta simplicidad, y por mucho esfuerzo que pongamos en amar, en besar, en abrazar y en sentir, no conseguiremos hacerlo si hemos perdido a aquel niño que antes de conocer la mentira, solo sabía vivir y sentir a través de la verdad.




Amor. Sí, tú. Preciosa mujer que envuelve mis sentidos, que me acongoja, tranquiliza y me hace sentir que soy quién soy. Hoy quiero pedirte un favor. Nunca te pediré nada más. Nunca. Solo imploro un momento de tu atención para que cuando leas estas lineas, intentes comprender si realmente quieres hacerme ese favor.

Por favor, te lo suplico. Nunca me beses sin besarme, nunca me abrazes sin abrazarme y unca me sientas sin sentirme.

No hagas nada que no provenga realmente de tu verdad, de tu interior. Y sé siempre la niña que fuíste. Aquella que antes de comprender que existía en el mundo algo tan feo y maléovolo como la mentira, pensaba que todos los cielos eran azules y que todos los mares eran calmos. Aquella preciosa niña que antes de la mentira, repartía los besos por cariño, los abrazos por necesidad y el amor para amar.

Y si despiertas un día y descubres que existe un solo beso, abrazo o amor que hayas entregado sin haberlo sentido, llora como nunca lo has hecho, porque eso significa que la niña que llevas dentro se marchado para siempre. Y sentirás el dolor de comprenderlo. Habrás llegado al dolor a través del amor, y sabrás con toda certeza el significado de El dolor de amar.

Aún cuando me veas derramar lágrimas que puedan cubrir por entero el palneta que habitamos, seré feliz, siempre y cuando tú seas feliz. Vivo para tu sonrisa. Y si mis lágrimas alientan tu sonrisa, no dudaré un momento en arrancármelas sonriendo, para verte sonreir de nuevo. Y así, sonriendo seguiré viviendo el dolor de amar.

Un beso, eterna princesa de fresa de cautivadora sonrisa.