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Sala de espera Maternidad. Cruzan el escenario mujeres embarazadas con hombres que escoltan sus brazos; enfermeras, auxiliares con traperos y visitas con racimos de flores amueblados de detalles brillantes y cintas interminables. Se oyen gritos de júbilo, exclamaciones de parto, llamadas telefónicas con textos tales como: “¡Soy papá!” o “¡Mamá, nació su nieta!”.
Al centro. Sentada en una de las corridas de asientos está Luciana, de unos 21 años, escucha la música que proviene de un discman adornado por calcomanías. Sus audífonos son enormes, los que le dan a Luciana un aspecto de marciano. De vez en cuando, saca de la bolsa una golosina conocida en Chile como guagüitas, y se las lleva a su boca. Su vientre está abultado, ya que lleva dentro de si un bebé hace un poco más de ocho meses.
Entra Juan, un hombre de unos 35 años. Camisa blanca bajo chaleco azul y pantalones de cotelé cafés. Busca a su alrededor y va a sentarse (sin antes deambular de un lado a otro) junto a Luciana.

JUAN: Quiero ser el padre de tu hijo.
LUCIANA: (quitándose los audífonos) ¿Cómo? Perdón, no le oí.
JUAN: Que si me convidas una guagüita.
LUCIANA: (le acerca el paquete) Claro, tome .
JUAN: (sonríe) Gracias... (Luciana procede a volver sus audífonos en sus orejas y Juan interrumpe) eh... veo que ya falta poco para que nazca tu hijita.
LUCIANA: Hijito... será hombre.
JUAN: (para sus adentros) Siempre creí que sería mujer.
LUCIANA: ¿Cómo?
JUAN: Te puede parecer extraño, pero me encantaría ser el padre de tu hijo. (Luciana queda perpleja e intenta irse, pero Juan la coge de los hombros para retenerla) Sé que podríamos darle una buena educación, una familia...
LUCIANA: ¿De qué demonios...
JUAN: Sé que debo darte tiempo para que lo pienses. Si quieres yo podría venir contigo todos los días como lo haces, siempre a las seis de la tarde y sentarme junto a ti mientras escuchas música. Yo leería el diario, o le dibujaría bigotes a las mujeres de las revistas.
LUCIANA: Señor, pero si a Ud. ni siquiera le conozco... ¿Cómo pretende si quiera...?
JUAN: Me presento: Juan Pereira, soy profesor
LUCIANA: ¿Y Ud. Cree que esa descripción bastaría, en el caso que yo considerara, hipotéticamente claro, su pedido?
JUAN: Su hijo necesita un padre y yo necesito ser uno.
LUCIANA: ¡Que fácil plantearlo así! Yo necesito dinero, y no por eso voy a ir a pedirle a esa señora (apunta a una mujer que ostenta collares de perlas y traje de marca) que me entregue su fortuna. Además mi hijo ya tiene un padre... (baja la mirada) bueno... todos tenemos uno ¿no?
JUAN: Exacto. Yo también tengo un padre biológico, sin embargo nunca lo conocí... para mi, ese hombre no es más que un simple ser humano que deambula por quizás qué parajes.
LUCIANA: No quiero ser grosera pero le voy a pedir que por favor me deje tranquila.
JUAN: Parece que no me entiendes. Me interesa todo lo que tenga que ver contigo, realmente tengo ganas de que juntos nos hagamos cargo de esto. Yo te he visto un par de veces antes y...
LUCIANA: ¿Qué? ...
JUAN: Verás. La sala de clases donde imparto enseñanza tiene una ventana grande que da hacia la calle y a través de ella observo cuanto ocurre en el barrio. Los miércoles se instala a un par de cuadras, una feria de verduras y frutas y observo a las dueñas de casas, la mayoría mayores, ir con sus carros debidamente acicaladas, a comprar cosas para la semana. Y me sorprendió una joven que era la excepción, no sólo por su juventud, sino porque lucía triste unas veces, sonreía otras… pero siempre se instalaba sobre su paso algo enigmático… Así como avanzaba el semestre, la veía avanzar a ella. Me parecía hermoso cómo cada vez su mirada iba cambiando, se iba haciendo mujer mientras crecía su pancita.
LUCIANA: Y me pides que le entregue mi hijo a un profesor que no hace más que espiar a la gente por la ventana, mientras debería hacer sus clases... Si fíjate, eso es exactamente lo que mi hijo necesita.
JUAN: Por favor, no seas tan dura. No soy eso de lo que me acusas. Me encanta enseñar... No tienes idea cuanto me apasiona mi profesión. Recuerdo a cada uno de mis alumnos, guardo sus fotos y cartas, pero no sabes cuánto me cuesta dejarlos ir cuando salen del cuarto medio... es un verdadero parto. Por favor, piénsalo bien. Siempre te he visto sola por las calles, te veo entrar siempre sola a este lugar. Si de verdad quieres a tu hijo...
LUCIANA:: ¡Es que no lo quiero! o sí... no sé... Me cuesta pensar en cómo sería mi vida con este hijo. Me cuesta pensar que deberé cargar con la vida de otro, pensar en la educación, en el cuidado.... ¡ah! Si apenas puedo cuidar de mi misma. No me reconozco en este estado, odio esta gordura... ya apenas me puedo mover.
JUAN: No tienes de qué preocuparte, a todos nos pasa así... Pero creo que tienes muchas más ganas de vivir esta experiencia, y debes saber que quiero apoyarte, quiero estar contigo y darte el espacio para que puedas seguir bailando e ir al cine y caminar por la feria.
LUCIANA: Entiende por favor, es ridículo lo que me estás pidiendo.
JUAN: Lo sé, es casi imposible de creer. Pero quiero que comprendas que el acercarme a ti en este momento es una de las locuras más grandes que he realizado en mi vida, y si lo hago, es porque confío en que esto funcionará.
LUCIANA: Entonces debiste planear mejor tu estrategia, porque sólo has conseguido con esto quedar como un lunático.
JUAN: Pero en el fondo sabes que no lo soy. Considéralo nuevamente. Estoy dispuesto a darte todo el tiempo posible.
LUCIANA: Te lo agradezco, pero todo esto me parece un poco psicópata de tu parte.
JUAN: No seas injusta.
LUCIANA: ¿Y que quieres? ¿Que te diga: ¡Ay sí Juan! vayámonos a vivir juntos al campo y criemos a “nuestro” hijo juntos como lo hacen las familias perfectas?
JUAN: No se trata de eso.
LUCIANA: Mejor me voy.
JUAN: (Tomándole las muñecas) Estaré aquí mañana.

Luciana se suelta con firmeza y recoge su mochila de la silla contigua, vuelve los audífonos a sus oídos y sale. Juan la sigue con la mirada y se hunde en el asiento unos momentos. Luego saca un lápiz de su chaleco y comienza a dibujarle bigotes a las mujeres de las revistas.

Vuelve a entrar Luciana. Juan le sonríe y sigue dibujando bigotes. Ella se sienta al lado de él y pretende ver uno de los televisores; sin embargo sus pupilas se mueven constantemente hacia Juan, el cual sigue en su actividad sin vacilar. Luciana saca de su mochila un cuaderno y un lápiz y escribe una nota. Rasga la hoja y la dobla en cuatro. Se la entrega a Juan y éste la lee para sí. Se miran amigablemente.

LUCIANA: Me siento segura en este hospital... si mi hijo quisiera nacer, sabría que aquí no le faltaría nada. Me aterra la idea de que el parto me pille en un cine o en la calle. Me da miedo hallarme sola y sin saber qué hacer, realmente no sabría a quien acudir.
JUAN: Estamos solos...
LUCIANA: Sí
(Pausa)
LUCIANA: Y soy yo la única culpable de esta soledad. Es como si escapara de quienes quieren darme su apoyo: de mis padres al venirme a estudiar a Santiago, de mi pololo....en fin. De mi hijo es el único del cual no pude huir.
JUAN: Por mi parte busco tanto la compañía que termino por ahuyentarla.
LUCIANA: Los seres humanos somos una cosa muy ridícula. Queremos ser felices pero nos encargamos de no serlo. ¿Se entiende?
JUAN: Perfectamente.
LUCIANA: Bien.
(silencio)
LUCIANA: ¿Quieres escuchar mi música?
(Juan asiente con la cabeza)

Luciana le ayuda a Juan a colocarse los grandes audífonos. Se escucha Mother de Pink Floyd en toda la sala. Juan le entrega el lápiz y la revista. Luciana comienza a dibujar garabatos en ella. Comienza a sentir contracciones de a poco. Juan se preocupa y ella le hace gestos de que está bien, como diciendo: “tranquilo, si es normal”. Los dolores comienzan a ser frecuentes y Juan se impacienta. Corre hacia el mesón y habla con la secretaria. Juan espera.. La música, que ha estado todo el momento anterior en escena, se apaga lentamente.
Entra una matrona que se dirige hacia ellos.

MATRONA: (a Juan) ¿Es usted el padre?
JUAN: Sí.
MATRONA: Vengan conmigo por favor.

Salen

Texto agregado el 02-10-2008, y leído por 144 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
23-01-2009 MUY BUENO ruben
02-10-2008 ME IDENTIFICO CON TU TEXTO ES ALGO QUE ME PARECE FAMILIAR Y QUE LA VERDAD ME EMOCIONO MUCHO FELICIDADES! 5* SPYGIRL7891
02-10-2008 Bien! kharey
 
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