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Luisa estaba cansada, luisa se escondía, luisa fregaba todos los días la casa, planchaba, cocinaba y se esforzaba por complacer a Agustín cuando el saliera de trabajar. Luisa se tintaba cada mes el pelo para que las canas no le hicieran más mayor, se esforzaba para perder algún kilo de más, se esforzaba para estar guapa, luisa se escondía los moratones y marcas de manos, luisa se escondía entre maquillaje.

_ ¿Qué hay de comer hoy?- le pregunto Agustín cuando vino a casa.

Luisa suspiró.

_ Macarrones, tu plato favorito.

Agustín se acomodo en el sofá y encendió el televisor, futbol, que bien.

Hacia calor, luisa miro la temperatura del día en el periódico. Cuarenta grados, en la cocina debía de hacer cuarenta y cinco.

_ ¡luisa! Pásame el periódico.- y luisa se lo entregó. Fue a la cocina a mover los macarrones, se limpio el sudor de la frente y sirvió la comida a Agustín. Tardó media hora en comer.

_ luisa, tráeme una manzana.
_ No hay manzanas.
_ ¡joder! Te dije que compraras fruta
_ fui esta mañana pero estaba cerrado.
_ A la mierda- y fue a acostarse a la habitación.

Luisa fregó la cocina, después miro la televisión y vio la telenovela que emitían en el primer canal. Suspiraba cada momento, pensó que porque no habría hombres como en las novelas. Hombres de verdad. Cuando vio que el galán fue hacia su amada y la besó, luisa sintió un calambre. Pero un calambre de envidia en el pecho tirando para el corazón. ¿Cuanto hacia que Agustín no le daba un beso? ¿Cuanto hacia que Agustín no la abrazaba? ¿Cuanto hacia que no hacían el amor? Anhelos demasiados echados en falta, en las noches, cuando Agustín venia tarde de trabajar, se le echaba encima como un perro en celo y luisa, como siempre, lo complacía aun cuando estuviera muy cansada.
Pero ¿cuanto hacia que Agustín no hacia nada para complacer a luisa?

Más de una vez luisa miraba al armario y sentía tremendos deseos de hacer la maleta y escapar, escapar y escapar. Estaba harta de matarse en la casa, de hacer de sirvienta, de tener que depender de Agustín. Estaba harta de los desprecios de su marido, de aquellos empujones sin venir en cuenta, de aquellos golpes que de vez en cuando el le propinaba. Si, estaba muy cansada.

Harta de mirarse al espejo y no reconocerse ella misma. Harta de no poder ir a tomar una cerveza con sus amigas por tener que comprar y hacer la comida, harta de quedarse en casa aun cuando el sol colorea las mañanas, estaba harta de todo. ¿Cuanto hacia que Agustín y ella no fueran a dar un paseo? Ya ni siquiera disfrutaba en compañía de alguien. Los días que el no trabajaba, el salía con los compañeros a tomarse una cerveza y como siempre, venia tarde. Un día, mientras luisa hacia la colada vio una marca de pintalabios en la camisa de Agustín, luisa, como siempre, calló. Sabia perfectamente que Agustín la engañaba con otra. No hacia falta hechos, las pequeñas cosas se lo decían.

Un día, dos días, unos meses, una eternidad. Veinte años casada, veinte años siendo una infeliz. Ya estaba harta.

Una mañana, un mediodía Agustín volvió de trabajar.

_ ¡luisa! ¿Que hay de comer?
_ Pollo asado.
_ ¡puag!, no quiero pollo asado, pero en fin, supongo que eso es lo que se te ha dado la gana de hacer hoy.- volvió a encender la televisión.

Luisa sirvió en la mesa como siempre, fregó la cocina como siempre, se desvistio y se ducho como siempre, y complació a Agustín como siempre. Y en la otra mañana Agustín volvió del trabajo.

_ ¡luisa!- luisa no contestó- ¡luisa!- nada. Fue a la cocina, nada, fue al dormitorio, nada, fue al baño, nada. Fue al salón y allí, entre un jarrón había una nota.

Decía así:

Queridísimo Agustín:

Cuando leas esta carta yo ya estaré camino hacia algún lugar, no pienso decirte donde, porque no quiero saber más de ti, nuestro matrimonio ha acabado, el anillo lo dejo aquí junto a esta carta. La ropa la tienes en el tendedero, las llaves te las dejo en el mismo sitio de siempre, no te preocupes, he cogido mis cosas, todas ellas, así que ya puedes invitar a tu querida amante para que te la tires siempre que quieras ya que compartirás solo esa cama matrimonial.

No me busques, no pretendas hacerlo y ni me llames ni una sola vez, estoy cansada de que me golpees siempre que te apetezca, cansada de que me trates como una mierda, cansada de tener que satisfacerte en el sexo, cosa que tu ni me satisfaces a mi, cansada de tener que serviste la comida y que ni siquiera me des las gracias, cansada de que vengas tarde por las noches y ni me tomes en cuenta. Cansada, estoy cansada de ti. Me buscaré a un hombre que de verdad merezca que le planche los calzones y la ropa y que verdaderamente me valore por lo que soy, cosa que tú nunca en estos puñeteros veinte años has hecho. En cuanto a la comida, aprende a hacértela tu o que te la haga tu madre.

PD: nos veremos en el juicio para lo del divorcio.


Agustín quedó sin palabras, arrugó el papel entre las manos y quedó mudo entre el silencio de la casa. Luisa iba en su Ford, rumbo hacia algún lugar, un lugar donde sentirse libre, protegida, valorada y feliz. Rumbo para encontrarse a si misma y que demonios, encontrar un buen tío.

Texto agregado el 30-09-2008, y leído por 342 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
26-04-2010 Luisa, apreciate a ti misma que la felicidad no se encuentr en otra persona. Espectacular *+*+*+*+*+*+* Rubinska
14-12-2008 Y ojala encuentre un buen tio ,como decis que la haga feliz . Bien por Luisa y por vos que la trajiste aqui***** shosha
09-10-2008 Creo que Luisa debe encontrase a si misma, quererse a si misma, saber elegir bien a quien quiere a su lado, sacarse los estereotipos que la television le entrega y recien ahi va a empezar a ser alguien. Sino esta destinada a repetir la historia. Besos angel_de_la_muerte
07-10-2008 Una buena decisión, aunque la tenía que haber tomado mucho antes. Está muy bien Luisa. Un beso de tu paisana. currilla_
05-10-2008 Buena historia ,muy real y por desgracia no todas tienen tanta suerte,me gustaría preguntarle a LUISA,si no tiene hijos que la pudieran presionar para no tomar esa decisión, y si su situación laboral y económica es buena, porque esas son dos de las grandes causas para que todavía existan muchas luisas, estupenda sencillez y bien narrada es tu historia Sara. 1313
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