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Despecho.

Han transcurrido 15 minutos desde que el juego concluyó. Estuviste absorto todo el partido sin que nadie ni nada te distrajera. En muy pocas ocasiones te habías concentrado de esa manera. Ningún jugador que ha observado te ha atrapado como el jugador de tercera base que acabas de ver. Viste como se deslizaba detrás de de la pelota, como corría en las bases. El toque en el segundo episodio fue espectacular, pues, nadie lo esperaba. Llegó con suma facilidad a la primera base. El jugador de tercera que atrapó la pelota ni se dignó en tirar, pues, cuando vino a darse cuenta ya él había pisado la primera base. Parecía una gacela corriendo del home a la primera. Sí que tenía fuerza en sus piernas.

Pero esa fue una de las tantas jugadas excitantes que acabaste de ver. Como el homerun en la séptima entrada. ¡Qué palo! Todavía buscan la pelota y no la han encontrado. Si que disfrutaste el juego. Hasta te excitabas viendo a Marco Martínez defender la tercera base. Si su ofensiva es buena, su defensa, es mejor. No había pelota que cruzara cerca de él. Todas las atrapabas.

Cuantas cualidades atléticas. Y lo mejor es, que es un niño. Le falta crecimiento muscular. Su caja torácica, sus piernas, sus reflejos, todo esto lo has evaluado, y solamente Alex Rodríguez tenía estas cualidades antes de que lo firmaran, y mira lo que es.

Sin lugar a dudas que tu intuición nunca te ha fallado cuando ha firmado un prospecto y éste te tiene absorto.

- Hola, Minaya.
- Hola, Alfonso, a caso está viendo a Marco Martínez. ¿Qué te parece?
- Es estupendo. Me ha dejado sin respiración. Ahora mismo voy a reunirme con él. Te llamo luego.

Mientras hablabas con Minaya te dirigías hacia los camerinos a conversar con Marco, pues, no podías, ni te lo permitiría, dejar pasar esta oportunidad de firmar a esta joya que acabas de ver.

Empujas la puerta del camerino y ve que la mayoría de los jugadores aún están juntos. Los saludas y ellos te saludan. La mayoría te conocen y te respetan. Saben de tu influencia y de tu prestigio.

Busca con mirada de águila a Marco, sin resultado, y de repente en un rincón apartado lo ves. No le apartas la vista. Te das cuentas que ha acabado de salir de la ducha por el agua que se le desliza por el cuerpo. Al verlo en esta condición te excitas como cuando lo observabas jugar pero con el corazón más excitado.

Caminas en dirección hacia él sin perderlo de vista. Ya te encuentras a dos metros de donde él está. Lo evalúas de cuerpo entero y te das cuentas de su extraordinaria contextura física. Sí que es estupendo te dices mientras lo observas, y decides hablarle.

- Perdón…Joven ¿es usted Marcos Martínez?

Al escuchar su nombre, para de secarse, y alza el rostro hacia ti y te lo confirma.

- Sí, señor.

El tono juvenil de su voz confirma que aún se encuentra en la adolescencia. Y esto te satisface.

- Marco, me gustaría que habláramos de tú futuro. Te he observado jugar y sin temor a equivocarme eres lo mejor que mis ojos han visto. No quiero perder la oportunidad de firmarte.

No ha despertado ningún tipo de entusiasmos con la oferta que has hecho y te sientes despechado, desilusionado, impotente. ¡Cuantos jóvenes no darían cualquier cosa por escuchar lo que acabas de decir! Pero a Marco no, mientras jugaba, uno de su compañero de equipo vio como lo observabas y le dijo que hoy lo firmaban y al mismo tiempo conquistaba un nuevo amor.

Sandy Valerio.

Texto agregado el 02-09-2008, y leído por 172 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
02-09-2008 Buena historia. Me agrada el tema del beisbol. Se siente la inocencia del deportista y la pasión del representante, aun que la mayoria generalmente son fríos. Un abrazo. Azel
 
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