Dime una palabra solitaria y escrita
entre las arrugas de tu rostro
donde resbalan las lágrimas.
Dime ese significado oculto
en las caricias de tus pupilas,
en la mirada perdida
opacada entre las sombras.

Quise encerrar en los arbustos
ese sonido limpio que salió de una mente frágil,
notas en do y en si,
murmullos imperceptibles vagando en el viento.

Y esa boca hablando siempre
enmarcada entre dos yagas profundas
que recuerdan viejas alegrias y penumbras,
de muchos días me hablaron
de varias horas perdidas,
de varios sueños extraviados
donde todos queríamos
deseábamos,
cuando todos nos sentíamos capaces,
dime cuando fue ese tiempo,
dime... el ocaso, ha pasado.