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La Bruja del Frío.

Ciudad azul es una ciudad imaginaria que me inventé, sus alrededores fríos no. Cualquier semejanza con la realidad y entre personas reales y personajes del cuento, es mera coincidencia.

SerKi.

A veces, ocurren hechos que no podemos explicar de manera racional. Algunos hombres maldicen a los demonios. En el exorcista de William Blatty, una pobre niña es poseída, y al parecer es Legión y no el demonio quien toma prestado su cuerpo para atormentarla. En el prefacio del Exorcista II se puede leer: y Jesús le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Él dijo: Legión es mi nombre, porque somos muchos. S. MARCOS 5:9. ¿Es el inconsciente colectivo de ese demonio que se ve reflejado en sus propias palabras, son muchos, o es el mismo Diablo que miente?

Sea como sea, no parece discriminar entre hombre y mujer, porque en el prefacio del Exorcista dice: Y bajando Él a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad poseído de los demonios... Muchas veces se apoderaba de él [el espíritu], y le ataban con cadenas y le sujetaban con grillos, pero rompía las ligaduras...Preguntóle Jesús: ¿Cuál es tu nombre? Contestó él: Legión.
Lucas VIII, 27-30

La mente occidental ha sido preparada desde hace mucho tiempo para estar a la altura de las circunstancias si se presentase un hecho de estas características. El vaticano ha dado como válido y verídico un sólo hecho de posesión demoníaca en toda la historia, los demás, según la iglesia misma ha podido comprobar, son todos ataques de histeria. Sin embargo, algunos creen que los demonios suelen hacer travesuras. Por lo general, en los cuentos, a la bruja, se la caracteriza y nos la presentan cómo fea. Brenda era muy coqueta, le gustaba mucho estar arreglada y cuidaba de su cuerpo como a una planta recién comprada. Se había comprado un sombrero de fieltro que estaba de oferta en la tienda de los ingleses Johnson. Por supuesto, acostumbraba cocinar, y barrer. La mañana del 10 de noviembre barría con su escoba nueva el piso de mosaicos del living, y su sombrero de fieltro contenía su esplendoroso cabello. El ventanal que daba a la calle polar al 1700 estaba abierto de par en par por un cálido sol que se iba alzando. Al compás de una rara versión heavy electrónica de Idomeneo de Mozart, movía la escoba de aquí para allá, esperando que el sol descienda para irse a dormir. Debía levantarse temprano no sin antes recorrer un largo día. El vecino de enfrente la miraba. El movimiento bamboleante gelatinoso de su cuerpo y su sombrero de fieltro, llamaron la atención de su vecino, además de su belleza. La música retumbaba en todo el vecindario. Pegó un grito sordo que no hizo efecto. Cómo Brenda no podía oírlo se animó a cruzar y pararse frente al glorioso ventanal. Hacía gestos tratando de que lo viera, sin más, tocó como un maníatico el timbre una y otra vez. Brenda abrió la puerta. Sus hermosos ojos azules parecían proyectar la luz del Faro Les Eclaireurs a su alrededor. No obstante, no se encontraba tan lejos. Había llegado a Ciudad Azul tres meses antes de lo previsto. Nadie la esperaba, y ella esperaba tener un dulce hogar donde vivir. Durante el viaje, leía el poema Atlantikos de Platón y un ensayo sobre la Atlántida, y se preguntaba qué habrá sido de ella, y si en algún momento podría volver a emerger desde el corazón salvaje del océano. La tormenta lavaba la fría ciudad hacía días y fue una llegada de considerable riesgo la que disipó sus dudas. El clima la convencía más y más de buscar albergue lo antes posible. Al poner un pie en la casa, sintió la melancolía de entrar al lugar que había estado por única vez cuando era una niña. Sus padres murieron en un accidente y no mantuvo contacto con ellos, ahora la casa la acobijaba y resguardaba del frío de la ciudad. Recorriendo las calles se dio cuenta que no todo había cambiado. Pocos habitantes, las mismas tiendas y negocios. Las mismas casas con sus fachadas y paredes añejas. Entabló conversación con sus vecinos con deseos de conocerlos. -“No es el clima fuente de nuestro temor, es el Diablo que anda suelto por las noches”- le dijo el viejo Tomás mientras tocía. Brenda sonrío, pese a que la frase del viejo le quedó repiqueteando. Al día siguiente se volvió a encontrar con su vecino pidiéndole una explicación.

-Seré curiosa… ¿A qué se refería exactamente anoche con su frase?
-Mire, usted es muy joven y bonita, y en esta ciudad ocurren hechos extraños desde hace muchos años que la harían palidecer -dijo Tomás, mientras se sacaba del cabello una pelotita de nieve.
-Me he mudado hace poco. Llegué el viernes a Ciudad Azul, quisiera saber…
-Está bien, le diré… todo empezó muchos años atrás, cuando la niña se fue a dormir. Al rato, sus gritos despertaron a sus padres. Gritos horribles, ya sabe, como si estuviera endemoniada. La nena no sabía que pasaba, tartamudeaba del susto frente a sus padres. Le dieron un té con un calmante y se durmió. Al día siguiente, dijo a sus padres que vio unas sombras negras en su habitación y le dijo que eran demonios. Estaba confundida. Los padres pensaron en llevarla a lo de Martín, el psicólogo. La nena murió mientras dormía, nunca se supo que ocurrió realmente, se le encontraron unas marcas en la piel.
-Qué raro –dijo Brenda, ligeramente pensativa.
Brenda luego de la conversación fue rumbo a su casa.
-¿Qué se le ofrece? No podía escuchar, por la música.
-He visto que es nueva, me asombró verla, bailando, y con ese sombrero tan peculiar.
Brenda sonrió. Lo compré en la tienda, ¿le gusta?
El hombre enarcó sus cejas y le dijo: Me preocupa que alguien pueda pensar que es una bruja.
-¿Por qué lo dice?
-Tengo leves sospechas que una de ellas mató a una nena.
-¿Realmente?
-Que tenga un buen día, debo irme. Es usted muy bonita.
-Gracias. Adiós.
Brenda terminó de limpiar su casa, se quitó el sombrero y la ropa y se tiró en la cama a descansar.
Pasaron tres horas. El timbre la despertó. Otra vez el vecino. -Me permite pasar -dijo-.
Le invitó a sentarse y beber un vaso de whisky.
-Me hará bien, por el frío.
-¿A qué se debe su visita?
-Iré al grano. Esta noche se reúnen las brujas de la ciudad, andan buscando una nueva aliada. Escuché a Claribel en la almacén comentarle algo al respecto a otra, si yo fuera usted no me acercaría a ellas. Dicen que son malvadas.
-Realmente creo que son tonterías, no creo en las brujas.
-Ya sabe, pero que las hay, las hay. Además, creo que tienen algo que ver con lo de la niña.
-¿La niña? Ah sí, me he enterado, un vecino suyo me lo dijo.
-¿Quién?
-Tomás.
-Ese viejo borracho, yo que usted no me fiaría de él, me iré a casa. Tenga usted cuidado, y no le diga nada a nadie de esto que acabo de contarle. Temo que me hagan algún hechizo. El remero, quedó manco por culpa de una de ellas. Claribel. La más terrible que pueda haber. Créame.
-¿De verdad cree eso?
-Si ellas y los demo… No terminó de decir estas palabras que se tocó el corazón y se rompieron los cristales del ventanal.
-¿Qué le pasa? ¿Qué fue eso? –dijo Brenda, asustándose.
-Ya le dije.
El vecino salió corriendo rumbo a su casa. Ni siquiera cerró la puerta.
Brenda fue en busca de su escoba para limpiar los pedazos de vidrio esparcidos por el ambiente. El pedazo de ladrillo que estamparon contra el cristal traspasó de lado a lado, por suerte, nadie sufrió consecuencias por ello. Pegó en el cristal, entró en la casa y quedó en el suelo. Brenda lo tomó entre sus manos y dedujo que alguien lo había lanzado, con la fuerza suficiente, ya que se encontraba en el segundo piso. El ladrillo debió elevarse como una pelota de básquet antes de pasar por el aro, y lograr puntuación al chocar y romper el cristal. El ladrillo quedó estacionado a diez metros de los pies de Brenda, que hay desde el ventanal, hasta el living.
Enseguida dio aviso a la asamblea, o EPQDLBC, también se le conoce como ente para quejas de los buenos ciudadanos, pero le informaron que no podía hacer la denuncia por una falsa alarma. Le dijeron que si volvía a ocurrir el hecho se compre un arma. En el EPQDLBC de ciudad Azul saben que nada grave que amerite una investigación ocurre. Es una ciudad tranquila, y si algo ocurriese tapan los hechos ocultos con los vaivenes de la moda. Los últimos hechos registrados de actividad paranormal que pasan al IDLADAP, o, instituto de la agencia de actividad paranormal, que se encuentra en el primer piso, no son tenidos en cuenta como trabajo uniformado de primer orden, en cambio si, por la agencia que los considera en el primer escalafón para estudiarlos. La recomendación es «Cómprese un arma». Irónicamente, si alguien llama, al terminar la llamada, el sargento, provoca la risa de todos los policías diciendo: «Para disparar a los demonios». Se han recibido muchas llamadas dando aviso de demonios atacando casas los últimos años. El sargento de turno Lucas Maldonado se ríe al respecto y dice: No sabría bien que decirle, se han vuelto todos locos. Martín recibió muchos clientes nuevos, sobre todo desde que empezaron a ocurrir estas cosas. El afirma que sus clientes no están locos. Que el clima les nubla la razón. Pero, ¿qué quiere que hagamos?, podemos si, decir que la causa de la locura general es la naturaleza, que el psicólogo afirma es transitoria. Muchos de ellos hace años que habitan ésta tranquila ciudad, el último censo afirmaba dos mil habitantes, tal vez menos y todos se quejan cuando llueve, nieve, hace calor o hace frío, si es de día, o es de noche. Es un sitio seguro para vivir, no me atrevería a decir lindo para vivir, si, lindo para vacacionar. Nuestro guía turístico tiene mucho trabajo.
El sargento Lucas Maldonado siempre fue muy cordial. Brenda no sabía qué hacer luego que en el EPQDLBC le dijeran que no podía realizar la denuncia sin pruebas convincentes y reales. Brenda averiguaría quien rompió su cristal un minuto después. Tocaron el timbre, y Tomás abrigado con una campera verde, un gorro de lana y guantes, le dijo: Mire, fui yo creí que había un ladrón en su casa, por eso arrojé el ladrillo.
Brenda hizo un gesto de sorpresa clavándole su furiosa mirada.
-¿Usted está loco como va a hacer eso? Mire si el ladrillo me da en la cabeza.
-Disculpe, no la vi a usted, vi al bastardo de Matías, además puede atacarla.
-¿Es que están todos locos en esta ciudad? Usted, ese Matías, desde que llegué…
-No crea en nada de lo que dice, si está loco, yo no. Por favor cálmese y disculpe. Hasta luego.
Capítulo II: El parapsicólogo.
A las tres de la tarde, Brenda salió de compras. El paisaje blanco que se extendía más allá de la vista normal, era una vista panorámica desde el universo. Brenda estornudó y entró al almacén de esoterismo vudú, antiguamente llamado vudú en oferta. Una estatua de Caín el vampiro, y una de Morrigan adornaban la entrada.
El bibliotecario Pablo H.X, el mago Atrix y el científico Damián D. hablaban animosamente.
-Si se cumplen todas las profecías estaremos en una revolución social donde no habrá más violencia. Todos llegaremos a ese camino por el bien o por el mal, por el camino que cada uno elija. Llegará de todos modos, y eso se explica porque todos seremos telepáticos. No sé si todos, o los que comienzan a nacer ahora, entonces las mentes estarán intercomunicadas. Podrán percibir lo que siente el otro, ésta es la forma en que la violencia se termina. –dijo Pablo H.X, dando comienzo a la conversación.
-En efecto, si tienes activos 20 genes de los 64 que tenemos, ahora hay 24 activos en nuevos nacimientos, un ADN mucho más desarrollado –enfatizó Damián D, dándole una palmadita en el hombro a Pablo H.X
-Individuos que son capaces de mover objetos con la mente, leer algunas palabras o frases de libros cerrados, y trasmitir conocimientos en forma telepática, o leerlos. Hay quienes ya lo hacen, no muchos, pero habrá más –dijo Atrix.
-Me temo estimados que aún falta lo peor, el planeta pierde magnetismo, y así nos enloquecemos. Fue científicamente comprobado por los rusos. La humanidad se tendrá que adaptar a los ciclos del planeta y la naturaleza y el reloj. Por ende, tendría que dejar de existir porque es una rueda suelta. Ahora estamos en el ciclo de tiempo del no tiempo, y tenemos tiempo para cambiar nosotros ahora. Después del 22 de diciembre del 2012, sábado, ya no podremos. Ese día renacerá el planeta. Habrá muchas catástrofes. Pero se puede evitar, para eso están las profecías: para evitarlas –dijo Damián D mientras palidecía.
-Disiento, no creo que puedan evitarse. Sabemos, pero creo que es inevitable –dijo Pablo H.X, con voz tensa.
-También figura el impacto de un asteroide, contaminación ambiental, ráfagas solares, el planeta se recalentará, y los glaciares se retirarán en todo el mundo. La nieve dejará de existir como la conocemos ahora. Si la humanidad no hace nada, el asteroide lo hará, eliminándola, porque la contaminación de impacto cubrirá el sol en el mundo y no tendremos alimentos por más de cien años. Sin dejar de mencionar que las capitales más importantes del mundo estarán inundadas -señaló Atrix
-¿No ocurrió ya el fin del mundo? –preguntó Pablo H.X,poniéndose nervioso.
-No. Al menos no, en este mundo, no. En el otro tal vez -concluyó Damián D.
El científico miraba las estatuas como se mira a un cuadro pictórico.
-¿Vieron que bonitas estatuas? –Se acercó a ellas con aire pensativo-. Ahora hasta creen que además de chupar sangre vuelan.
-Es que el evangelio de Caín es una patraña, más grande que la llegada del hombre a la Luna –dijo Atrix, con voz carrasposa.
-Yo pienso que sí –El bibliotecario hizo una pausa-.El hombre llegó a la luna, de todos modos, los vampiros no podrán.
-Los vampiros viven en cuevas, acá no hay cuevas –dijo Damián D, moviendo su pesada cabeza hacia los costados.
-Yo he visto algunos pálidos que no son para nada agradables –sonrió el mago-. Tienen un poder psíquico y te hipnotizan.
-A mi me hipnotizan los ojos de la locutora del noticiero deportivo de ciudad Azul, -el rostro del bibliotecario se llenó de ternura-. Por cierto, caballeros, es mi mujer.
-Disculpen que los interrumpa -El parapsicólogo entró en la sala, muy animoso-. Cómo parapsicólogo de mi tienda, tengo derecho a opinar.
-Adelante, está en su derecho -dijeron todos. Nadie objetó.
-Hace más de noventa años que vendo libros de esoterismo, pócimas, pociones, patas de conejo, alas de murciélago, filtros amorosos, viejos papiros y pergaminos, libros malditos y oscuros, textos prohibidos por la iglesia, incluso uno de Da Vinci sacado de la universidad de ciudad Azul, textos del vaticano, de magia negra, misticismo y ocultismo, y todas las recetas para hacer rituales de menor a mayor riesgo. Ayer, vino Claribel, la bruja más vieja de ese círculo maldito, me contó que Sara, su hermana, padece un mal conocido como posesión diabólica en tercer grado, desde pequeña es visitada por demonios, y ésta vez finalmente quedó poseída para siempre a la edad de cuarenta años. Su marido la abandonó. Sus hijos también. Vive sola en la colina del norte, y una vez por semana se reúnen adorando su Dios del fuego. También el viernes adoran su Dios del aire, el sábado al de la tierra y el domingo al del agua. El Dios del aire según los textos que dispongo, hace su aparición el viernes, luego de que las brujas encienden mirra y elevan sus cánticos malignos a la luz de la luna. Esa noche tan especial la llaman la noche del cordero. Matan un cordero en honor al Dios y se lo comen. Mientras se lo comen se pasan una a otra la carne ensangrentada pintando sus cuerpos con la sangre del inocente animal, si quedara algo del animal lo colocan en el caldero, encienden la fogata, y dejan que se queme durante tres días. No permiten que se apague el fuego, por lo que deben reavivarlo cada hora y media. Esa noche también es llamada Imboyu. El sábado, las uvas para ofrendar son depositadas en platitos, al dar las 3 de la mañana se desnudan y danzan tomadas de las manos, acto seguido, la sacerdotisa principal lleva a la nueva frente a la bruja central, la bruja secundaria recita un poema al revés, y su ayudante le tapa los ojos con una cinta azul. Entonces jura, dando por finalizado el acto de iniciación primero, luego hay un segundo y un tercero. Y es en éste cuanto más cuidado deben tener para que no interfieran los demonios. Eso se logra con la correcta protección del símbolo sagrado que sólo conocen los pocos iniciados. A esta noche tan especial se la conoce como Samhabon, las dos noches que quedan y que completan el rito son sin ninguna duda muy importantes. El domingo día de la creación universal se conmemora y se pone de manifiesto la fe en un acto ritual shamánico, las brujas permanecen en silencio esperando que la principal diga los pasos a seguir. La bruja principal en corpiños rojos se los quita y los arroja al aire, la bruja que lo agarre primero es premiada para llevar a cabo el acto inaugural en honor al Dios del agua. Esa noche deben alinear los astros por medio de los escritos rituales del signo acuático. La ceremonia dura toda la noche y al amanecer el Dios del agua ya se ha retirado. Y hay una cuarta noche…
-¿Cuarta noche?
-Bien, antes de proseguir quisiera que por favor enciendan esas velas blancas bendecidas que están sobre la mesa mágica.
Todos obedecieron. El parapsicólogo parecía seguro de lo que decía. Nadie preguntó nada.
-Ahora les contaré. La luz que reviste nuestra esencia es recibida desde el cosmos, y la oscuridad, en menor medida, se aloja en los baldíos de nuestras mentes. No podemos buscar la oscuridad donde hay luz, hallaremos más luz. Si buscásemos luz donde hay oscuridad, hallaríamos más oscuridad. La franja divisoria entre una y otra es una pared delgada, de tal forma que nuestros cuerpos celestes, gravitarían no ya alrededor del sol, lo harían alrededor de la luna. En el eclipse de luna la forma etérea entra al cuerpo tangible a la velocidad de la luz. Un protón y un neutrón son iguales a un cuerpo etéreo entrando al planeta en forma etérea. Si separamos las dos circunferencias, veríamos como se divide en dos, como los símbolos de los juegos olímpicos. Es muy probable que dentro de pocos años, la masa etérea, se deslice a una velocidad superior a la de la luz. Mientras, nos debemos conformar con viajes temporales a la velocidad de la luz. La oscuridad no ha podido superar las barreras y sus limitaciones y es un avance en todo sentido. La luz de las velas que ustedes ven se desplaza por las paredes y no las velas, ocurre por el efecto etéreo de la luz que se mueve, ustedes captan que la luz se mueve despacio, en realidad su velocidad es la de la luz. Millones de veces más rápido que una persona normal caminando, y mucho más veloz aún que un alpinista subiendo una montaña.
Se corrieron las cortinas, y apareció una figura de cuerpo escultural, un rostro angelical, cabello rubio teñido de rojizo, labios pintados de negro, al igual que sus uñas, labios carnosos, escote, ojos azules, y un vestido negro con zapatitos negros de tacón. Vestida para matar. Era Brenda, que siempre le gustaba andar arreglada y bien vestida.
-¿Qué se le ofrece señorita? -dijo Ambrosi, el parapsicólogo de ciudad azul.
-Quisiera hablar con usted en privado.
-Venga por aquí señorita, acompáñeme.
Brenda y Ambrosi entraron en el cuarto oscuro. Ambrosi encendió la luz. Cuénteme que la trae por aquí.
-No sé cómo decirle esto. Creo que no estoy loca. He amanecido con unas marcas en mi piel. Sé que la nena… Brenda extendió sus brazos y las marcas eran visibles, tal como había dicho.
-¿Hace cuánto las tiene?
-Hoy, y desde hoy no sé qué hacer, ¿cree que la causa es mágica?
-No cabe duda, no es racional, es ilógico que se materialicen de la nada, es lógico pensar que aparecen por una razón mágica más fuerte que su voluntad. Son las marcas del Diablo, de los demonios…la llevan las brujas.
Brenda palideció y se sentó.
-Le daré éste potente medicamento para contrarrestar la causa mágica que la agobia, tómese tres gotitas tres veces por día cada tres horas, durante tres semanas, si nota que desaparecen y aparecen, al séptimo día ya desaparecerán por completo –El parapsicólogo se puso de pie y acercó su rostro al de Brenda-. Comprendo, es usted muy bonita y no quiere andar por ahí mostrando esas marcas como tatuajes.
-Le agradezco, tomaré las gotas -Los ojitos de Brenda contenían lágrimas-. ¿Cuánto es?
-No, nada, se las regalo, si ve alguna mejoría, que desaparecen… puede obsequiarme uno de los licores que venden en la licorería de enfrente, y si lo desea también lo tomaremos juntos.
-Gracias, es usted muy amable, hasta luego –contestó ella, dándole un beso en la mejilla.
Brenda encontró la dirección de Ambrosi en la guía telefónica. No sentía desconfianza, sentía ansiedad por eliminar las marcas de sus brazos. Se paró frente al espejo, se observó las marcas, en ambos brazos, que parecían haber crecido diez centímetros cada una. Sacó de su cartera el gotero, inclinó su cabeza hacia atrás, y apretando suavemente del gotero dejó caer una a una las gotitas en su lengua. Diez gotas que pintaron la palma de su lengua de fucsia. Le quedó un gusto amargo y espeso, parecido al del aceite. Sonó el timbre, escondió el gotero en la mesita de caoba y cruzó los dedos. Finalmente, se dio ánimos y abrió la puerta. Era el cartero, entregándole diez sobres con impuestos. Cerró la puerta y los guardó en el cajón de la mesita de su habitación. Volvió a sonar el timbre. Corrió a abrir, descalza y sosteniendo sus pechos con los brazos cruzados. Se estremeció. Tres brujas la miraban con sus ojos penetrantes. Las reconoció enseguida por sus amuletos, y porque una de ellas dijo: “Hola, soy Claribel”.
-Qué, ¿que se les ofrece? -dijo Brenda, ocultando su timidez.
-¿Podemos pasar? -dijo Claribel, con voz dulce.
-Debo dormir. -Brenda ya perdía la calma, aunque lo disimulaba bien. Se acariciaba el cabello- Así que si me disculpan…
Claribel tomó los brazos de Brenda y los levantó para examinar más de cerca. Observó con mirada escrutadora las marcas de Brenda, primero una y luego la otra.
-Tienes la marca de la posesión de los demonios. Hace mucho no veía una de éstas. Sólo yo las tengo en la ciudad. ¿De dónde has venido? ¿Es que te han poseído de pronto?
Las otras dos brujas seguían calladas, observando a Brenda con actitud amenazante. La más petisa, una rubiecita que medía uno sesenta y ocho, sacó de su bolsillo una cruz. En su parte inferior, la navaja con forma de lanza, prometía abrir en pedazos lo que tocara con su filo.
-Guárdala -dijo Claribel.
La otra bruja obedeció. Brenda temblaba como un papel entre el hielo, pero dispuesta a hacerles frente para demostrar que no era menos que ellas, les dijo que no les tenía miedo.
-Mira brujita -dijo la vieja bruja Claribel. Y continuó con voz desafiante-: yo soy una bruja de verdad, no creas que por tener esas marcas en tus brazos te respetaremos, debes ganarte el respeto.
-¿Y cómo puedo ganarme su respeto? –dijo Brenda, con los pelos de punta.
-Demostrando que eres bruja –dijo Claribel- . Ven ésta noche al faro, a las 3 en punto.
Brenda no daría un paso atrás. Había tomado la decisión férrea de hacerles frente y no achicarse ante la adversidad. Con valentía y orgullo esperaba que llegue la hora. Las brujas se fueron riendo y planeando que harían con ella. Claribel se sentía molesta.
-¿Quién es esa? -dijo Esther, mirando con ceño fruncido a la otra bruja.
-No lo sé –respondió Bárbara, en voz baja.
Esther y Bárbara caminaban a la par. Claribel iba unos pasos adelante. Esther casi en susurros dijo: “Es muy hermosa”.
-Cállate –dijo Claribel. Escuchar la conversación de Esther y Bárbara terminó de enfurecerla –Se volvió hacia Esther y tomándola del cabello le dijo-: Cállate o te corto la lengua y te la hago tragar.
-Perdón –Se disculpó Esther, temerosa, a punto de lagrimear-.Yo también estoy molesta, es sólo que…
-Ella sabrá lo que es la magia de verdad –dijo Claribel, apretando sus nudillos.
A las 3, las brujas llegaron al faro. Claribel a la cabeza, y escoltada por las otras dos. Todas vestidas de negro por tradición con amuletos y pentagramas y crucifijos raros en sus cuellos. Impacientes, porque Brenda no daba señales de querer presentarse, ya se iban a ir sintiéndose victoriosas.
Brenda tocó el hombro de Claribel, que se sorprendió al verla y casi se cae.
-Has venido –dijo Esther, asombrada por la sorpresa.
-¿Qué debo hacer para demostrarles que soy bruja? –dijo Brenda, desafiándolas abiertamente, y mostrándoles que no faltaría a su cita a la hora programada.
-Tal vez volar –dijo Bárbara, a carcajadas.
-¿Ustedes piensan que se visten de negro, se cuelgan unos talismanes y ya son brujas? -Brenda que llevaba puesta poca ropa pese al frío, se quitó la ropa, invocando el poder de su desnudez, y ante la mirada estupefacta de las otras brujas. -Yo les diré la verdad.
-¿De qué hablas? -preguntó Claribel.
-A Sara la maldije –dijo Brenda, mordiéndose levemente sus labios.
-¡Voy a matarte no vuelvas a decir eso! –dijo Claribel, tirándose contra Brenda para darle una golpiza.
Las otras la sujetaron a tiempo.
-Yo, a diferencia de ustedes así bonita como me ven, soy bruja de verdad, ustedes una vez me visitaron, bah, dos veces, una cuando era una niña –dijo Brenda, cuando sus ojos cambiaron de color.
-¿Cómo? -dijo Claribel.
-Sí, yo soy aquella niña que murió hace años en esta ciudad– dijo Brenda. Extendió sus brazos hacia los costados y agregó-: la misma niña que gritaba y sus padres creyeron que estaba loca y querían llevarme al psicólogo, claro con este cuerpo nadie me reconoció, pensaron que había muerto.
Esa fue la última noche que vieron con vida a Claribel y sus brujas. Sara murió esa misma noche en su casa por una enfermedad desconocida, se le practicó un exorcismo, pero ya era tarde. El hecho pudo ocurrir a la misma hora que la desaparición de las brujas según estudios recientes. Testigos afirman que han visto y oído cosas extrañas esa noche. Cómo sombras volando, y terroríficos gritos de auxilio. El marinero de un barco ballenero dijo que vio un cuerpo completamente desfigurado hundirse, y no pudo sacarlo a la superficie por una capa de hielo que no quería romperse. Otros afirman haber visto lo que por las descripciones podrían ser las brujas, sin embargo, nunca se encontraron sus cuerpos.
Brenda continúa viviendo en ciudad Azul, como un habitante más. Algunos sospechan que sea bruja, lo que nadie sospecha es que Brenda era esa niña, que murió y que creció, y que actualmente lleva una vida normal entre los habitantes de ciudad azul.



Texto agregado el 19-08-2008, y leído por 315 visitantes. (1 voto)


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