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RECUERDOS


Cierra los ojos y piensa en la fragilidad de los momentos,como queriendo volver a enroscarse en aquellas manos que le daban a su rostro la paz que nunca soñó.
Comprende entonces que ya casi no recuerda esas manos y se recuesta sobre su blanco sillón lleno de historias en donde nunca pudo verla recostada junto a él.
Una voz aniñada retumba en sus oídos, llega desde el pasado
-“Quiéreme mucho” “quiéreme”-
Y en el espacio misterioso de los recuerdo,
el hombre con todas sus fuerzas quisiera recordar cada detalle de aquel rostro, cada movimiento, cada palabra, solo retumba en él
-“Quiéreme mucho”- una y otra vez.

Fatalidad de los desencuentros

El quería quererla, quererla hasta que se le quebraran los huesos y le dolieran las manos de tanto acariciarla y quería cuidarla, como se cuida a un niño que le teme a la noche, pero querer a veces no es suficiente, su corazón se había convertido en otra cosa, no sabía bien en que,
pero podía darse cuenta que ya no latía de la misma manera y cerraba los ojos, necesitaba ver sus muecas traviesas y sus movimientos inseguros, pero graciosos, extrañaba hasta su tristeza..
Así, sentado en su sillón blanco, acompañado por su gata que en silencio lo acariciaba con su patita como queriendo consolarlo, el hombre recordaba.
Era una noche de verano y sin embargo el tenía tanto frío que temblaba y no sabía si era por la baja temperatura de su cuerpo o eran los recuerdos que en esa noche lo salpicaban brutalmente.

Lo que no desaparece entra por la ventana de la desolación

En esos momentos en que el alma esta sola respirando penumbras, girando rabiosamente en el torbellino del ayer, luego, nuevamente la vida, el trabajo, las obligaciones.
Destinos opuestos, hilos moviéndose y alejándolos cada vez más, encarcelándolos en un río salvaje que los empuja fatalmente al naufragio eterno.
Y el hombre saca de su bolsillo un poema amarillo de tiempo, las arrugas le ocultan las lágrimas y un murmullo detrás de el lo vuelve a su realidad
-“Abuelo ¿me prestas la bufanda?-
Y entonces todo es como debe ser, como esta escrito y el hombre sonríe, sabe que hizo lo correcto, y contesta,
-Esta noche no, tengo mucho frío-



Texto agregado el 16-08-2008, y leído por 170 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
16-08-2008 La vida en su ocaso suele sacar de sus bolsillos esos recuerdos que solo el noble en su penumbra de tiempos transforma en bellas historias de amor a pesar de la tristeza de la ausencia, en el dolor de su alma. Bello relato lleno de ternura macacay
 
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