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Ay demasiada gente en la calle, y con este calor, parecemos un rio de caras molestas y sudorosas, el sol se empeña en molestar mi piel con sus intensos rayos, y para colmo, debo subir este cerro de escaleras para entrar a mi trabajo, conforme voy subiendo los escalones, vuelve a mi mente el tema que me a molestado durante un largo rato del trayecto, ¿saben qué es? ¡me ignoró!, ¿por qué lo hizo?, no lo puedo creer, según yo las cosas no quedaron tan mal entre nosotros... estoy cien por ciento segura de que si me vio, y lo digo porque me lo topé de frente e hice a hablarle pero me vio de manera rápida y volteo su cara rápidamente hacia otro lado, manteniendo fija la mirada hacia el mismo lado en que la tenia cuando lo encontré; digo lo encontré porque fui yo la que pasó (sin saberlo claro está) por donde tú estabas... insisto, se me hace increible tu desplante de ignorarme; muchos te conocen y cuando me ven, hasta parece que algo las empujara a hablarme de ti, de lo bueno que eres, de tu amabilidad, de tu bondad (ja, y a mi me vienen a decir lo maravilloso de ti), por decencia finjo ponerles atención, pero bien saben de mi indiferencia hacia tus cosas, no comprendo la causa de su insistencia… en realidad si consideramos las cosas, la resentida debo ser yo, la que te ignore debo ser yo y no tú, a tanta insistencia fue que obligada por un instinto extraño di contigo, pero no porque quisiera… ¿recuerdas aquel diciembre? ¡a si claro! es verdad, tienes una memoria pródiga y no olvidas nada, pues te diré que quizás mi memoria no sea tan lúcida como la tuya, pero lo recuerdo como si acabara de pasar… Oh, ya he llegado, es momento de iniciar a trabajar, ante todo debo poner una sonrisa falsa como si no sintiera el calor y sobre todo, como si nada me preocupara, estoy ahí para ayudar a la gente y mis crisis existenciales (así decía un maestro de filosofía) no son de importancia para ellos… vaya el día transcurre mas lento cuando hace calor, lo bueno es que se supone, hay clima, aunque no se sienta ¿o serán mis hormonas alborotadas?, ja, no lo creo, ando demasiado preocupada por otras cosas como para pensar en mis hormonas… por fin voy rumbo a casa, la tarde a caído y camino por las calles, de momento, un sentimiento me asalta, es un sentimiento de ansiedad, de necesidad de algo, y se muy bien de qué, es una necesidad de reclamo, giro sobre mi propio eje y me dirijo a su casa; hoy por fin le reclamaré lo que en tantos años no le he dicho. Estoy en la entrada de la casa, la puerta esta abierta, como siempre, por tanto no representa ninguna novedad, entro sin avisar, muchos lo hacen, tengo el mismo derecho que todos ellos, aún más; te miro de frente y esta vez me pongo frente a tu mirada, de forma que no puedas huir de mi, “te vengo a reclamar lo de esta mañana, me evitaste cuando debería ser yo quien lo haga, te vengo a exigir que me escuches, no a que me respondas porque se que no lo harás, ¿recuerdas aquel diciembre?, yo era apenas una niña y tú, poseías la experiencia y sabiduría del mundo, a pesar de las muchas cosas malas que me habias hecho pasar, nunca dude de tu cariño hacia mí, es más, justificaba tu comportamiento, creía que todo tenia una razón y era en mi propio beneficio: ¿niña con padre para que luego muriera?, bueno, quizás tendría problemas con él cuando fuera grande; ¿una madre neurótica, amante de dominar a las personas, de hacerme sentir menos y de usar el chantaje como mayor cualidad?, tal vez era para forjar mi carácter; ¿un padre sustituto al cual amar para después llevártelo?, a eso no le encontré nunca respuesta, sabías de la desesperación que pasaba y que era él mi único consuelo, mi única esperanza, pero no, eso fue demasiado para ti, se supone que eres amoroso ¿sentiste celos de que lo amase más que a ti y por eso decidiste quitármelo?, tú mejor que nadie conocía mi situación, y no entiendo, si lo ibas a robar, ¿porqué primero permitiste que lo quisiera?, permitiste ilusionarme con un regalo, aquél diciembre el estaría con nosotros y apresuraría su llegada, para después dar el verdadero regalo de navidad muy anticipado y adornado con moño negro; recuerdo la llamada, la cara de mi madre al responder el teléfono, la mudez que la acompañó por un rato extraña, acostumbrada a sus gritos y exageraciones, verla tan callada fue aterrador; siguieron las llamadas rápidas a las amistades, el apresuramiento para salir de viaje, el llegar al lugar aquél con decenas de personas que lloraban por el trozo de carne aquél empacado en una caja… recuerdo que me acerqué a él y lo miré, una sensación de alivio me embargó en ese momento, no, no era él, probablemente en algún momento más adelante llamaría y diría que todo fue una treta por algunos hombres malos que le quisieran hacer daño; me dejaste que mi mentecita loca se creyera que no era papá, hiciste que llorara pero no por el tipo en la caja aquella que hasta bonita me parecía, sino que derramara lágrimas contagiada por aquella muchedumbre que lloraba con sentimiento, recuerdo que me veían y pasaban de largo, para consolar a la verdadera hija, yo, solo era una personita más ahí… el problema fue darme cuenta, que los meses transcurrían y él no llamaba, dime ¿dónde estabas cuando todo eso pasaba?, ¿dónde andaba tu bondad?, ¿te imaginas el dolor de una niña de doce años?, desde ese momento te olvidé, no digo que te odié, pues es un sentimiento inexistente en mi, pero el resentimiento estaba ahí… vaya, veo que ahora si me estás mirando, tus ojos me expresan mucha ternura, hasta pareciera haber cierto pesar en ellos por todo lo oído, vaya, me siento muy bien, pareciera que de mi pecho hubiera echado algún estorbo, lo siento mas amplio, es más, se podría decir que respiro mejor, si, acabo de inhalar y sentí claramente como el aire invadió mis pulmones y me trajo una gran sensación de paz… te miro, sigues ahí, frente a mí, en tu cruz, mirándome con esos ojos llenos de tristeza, ¡vaya! en realidad tu sufres más que yo, pero… ya no sufro, es más, estoy consciente de los errores que cometen los amigos y nosotros lo fuimos siempre, no dejaré que lo ocurrido en el pasado empañe nuestra amistad, te pido perdón por no haberte llamado, ni venido a visitar, además, quiero que sepas, que te perdono, todo lo pasado ahí se quedará, y lo olvidaré, pensaré de nuevo que tú eres sabio y sabes porqué haces las cosas… mañana te vendré a ver, para platicarte de mi día, ¡caramba! Pero si se ha hecho de noche, la calle se ve bastante sola, volteo para verte con cara de ¿y ahora?, tú sonríes y bajas de donde estabas, tocas mi hombro y dices “tranquila, de ahora en adelante, caminaré contigo”, y veo las lucecitas del alumbrado público alumbrando mi camino y siento como el aire refresca la noche y mi pies adquieren un andar ligero.

Texto agregado el 13-08-2008, y leído por 83 visitantes. (0 votos)


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