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Una mañana salimos con suerte mi amigo y yo, porque el equipaje estaba ya preparado de la noche anterior,
Aunque poco a poco no alejábamos de aquella salida, y de esa gran ciudad, que empezábamos a extrañar en tan pocos minutos, pero al fin era nuestro viaje; y debíamos seguir.
Aunque piedras de problemas, o pensamientos falsos se atravesaran en nuestros camino.
Nosotros teníamos ya unos minutos caminando, y el sol ya empezaba a pegar fuerte mente, y su brillo era intenso, cuando su luz resplandecía los copos de los árboles.
Caminábamos y el aire nos pegaba en el rostro sin cesar y sin ningún rumbo fijo. Y cuando mirábamos al cielo, el cielo se veía azulado como el mar, y las aves que volaban por aquel cielo hermoso, ellos se aterrizaban en aquellos bellos y alumbrados árboles.
Y a profundidad seguíamos viendo las montañas y los cultivos de frutas que estaban a los lados de aquellas casas tan hermosas con sus frontales llenos de flores de todo los colores.

Tan bello era cuando aquel arco de colores se veía, dentro de aquellas nubes nubladas.
Y sin embargo sacamos la sombrilla para cubrirnos un poco del sol. Pues aquellas gotas que salen de nuestra frente nos las secábamos con una toalla que era de mínima corta y saber que nos ayudaba la brisa a secarlas.
Después de un largo recorrido nos paramos en una gigantesca piedra, donde todo nuestro alrededor lo sentíamos mas despejado y lejos de la ciudad; y seguíamos viendo desde esa parte los caballos como corrían, era como si ellos volaban de los pasos gigantescos que daban corriendo por aquellos cerros verdes llenos de flores.
Los cultivadores se organizaban unos recogían los sembrados de enredaderas y otros sembraban las semillas que traían dentro de su bolsito, y la regaban con agua.

Bueno después de un corto rato de descanso nos levantamos del sitio y continuamos el largo trayecto que comenzamos.

Aunque el sol continuaba fuerte nos paramos con esas ganas de seguir, hasta llegar a la meta propuesta.
Porque sin ella no hacemos nada. Pero continuábamos, porque era nuestra decisión.
Y a medida que caminando sin perder la vista hacia nuestros alrededores. En si sentíamos el ambiente muy llamativo y agradable, con sus flores de colores y la belleza natural.
Pues cada vez que íbamos caminando por aquéllos caminos largos y estrechos, sentíamos que estábamos más cerca de aquella meta. Veíamos la profundidad del camino llenos de piedras y tierra a la vez.
Entre los árboles se veían los nidos de los pajaritos que estaban en las ramas, y aquellos huecos en los árboles. Por cada paso que dábamos las ardillas saltaban con fuerza, y se lanzaban de una rama a la otra.
Aquel sol que poco a poco bajaba su calentar, a medida que seguíamos caminando.
Caminábamos y caminábamos sin parar, seguíamos y seguíamos caminando; hasta que en un momento nos detuvimos reposar un rato los pies. Momento después el sol; ya había bajado mucho mas su luz y su brillo amarillo de los árboles.

Ya llevábamos kilómetros caminando.
Mas luego continuábamos caminando seguíamos viendo y disfrutando de los nidos de las aves, y las ardillas corrían muy apuradas atravesaban el camino, por donde íbamos nosotros.
Mucho tiempo mas tarde llegamos a una parte; donde tres rocas lanzaban agua desde arriba para el rió con piedras atravesadas en el.

Nosotros nos quedamos sorprendidos de aquella maravilla.

Que mientras caían las grandes gotas de aguas unidas, abajo se hacían gigantescas olas de agua y ondas a la vez que se extendía desde adentro asía afuera esparciéndose.
Allí los peces nadaban con libertad, y las aves volaban por encima de aquel rió que estaba despejado de hojas de los árboles, porque esas hojas se la llevaba el rió que era como especie de un arroyo.
Y el reflejo del sol se veía brillante en el rió verdoso y cristalino de esa montaña. Estábamos tan distraídos que no nos dimos cuenta cuando el sol empezó a ocultarse. Y en si nuestra meta era allí, aunque era la parte mas alta, donde la corriente de aire era mucho mas fuerte; y la blanca neblina bajaba poco a poco y nos pegaba fuerte en la cara.
Bueno allí nosotros nos pusimos de acuerdo uno al otro para arreglar todo para poder escampar, y pasamos lo poco que quedaba de la tarde y toda la noche allí: porque al fin sentíamos y veíamos esa parte muy tranquila.

Y ya muy temprano empezábamos arreglar todo

Al rato comenzamos a bajar para llegar a la hora exacta abajo. Y bajando vimos y pasamos todo esa belleza, de cuando estábamos subiendo, a lo mejor un poquito mas o un poquito menos, pero al igual bajamos con los mismos kilómetros bajo el sol……

Texto agregado el 08-08-2008, y leído por 68 visitantes. (0 votos)


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