Era las 10 de la noche,
estaba nublada,
como todo agosto,
del día 04,
hechados en la cama,
que alguna vez también fue mía,
en medio de ella,
la niña que hasta ahora nos une.

Viendo el 45,
dejando tu celular a un lado me dices:
¿nos tomamos un vino?
dejándome la sonrisa de siempre,
...y unos cigarrillos.

Sabiendo,
que mañanba me iba,
me despedirías con unos vinos,
y la obligada plática de la despedida,
que sellaría la comparza del adiós,
con la unión del esperado eclipse.

Ya en la sala,
con el silencio de casi las 11,
traes las copas,
y haciendo presencia el destino,
se te cae una,
...me río,
y vas por otra.

Destapo el vino,
mientras prendes tu cigarrillo,
recordando un hecho pasado,
que entre dientes,
y un sorbo de humo,
me miras,
esperando alguna respuesta.

El corcho vuela,
el sonido retumba la sala,
nos sentamos en el sofá de a dos,
las miradas fieles y quietas,
el péndulo avisa el comienzo,
las copas esperan,
nosotros también.

Sirve mi copa,
y yo sirvo el tuyo.

Empieza el primer sorbo,
con la mirada entrelazada,
¡¡¡esta bueno!!!
y en silencio,
de 5 largos minutos,
con 4 sorbos más,
se termina la rueda primera,
sin más palabra que la mirada.

sirvo,
y con un sorbo largo,
empiezo,
con el desdichado sermón,
la obligada aclaración,
mientras descanza tu codo,
en la mano izquierda que cruzas,
empiezo,
con la verdadera intensión,
que del vino y los cigarros,
...empiezo:

...El Gabo...


......................................................continuará.