Un pasto jerárquico para bocas exigentes,
forrajeo con taninos sibilinos,
las puertas del mega-salón crujen…
otra vez el banquete espera.
Tropel y revoltijo en la entrada,
guardias diáfanos atajan pieles celestiales,
dioses codiciosos se rasguñan.
Esclavos sobre-trabajados intentan frenar el imposible,
hambre, deseo, lujuria…
pegasos, driades, ninfas desnudas…
el vino que desborda troneras,
cascadas de vid para los incomprendidos,
música de flautas y tambores secos,
el asunto grandilocuente vibra,
aparece el proto dios con rayo en mano y ya viene ebrio.
“Humanos fuera. Solo amigos” dice el cartel.
Las puertas del banquete se cierran.
¿Adentro?... lo indecible.
Ni usted ni yo estamos invitados.