En mi estadía en Santiago por ahí por el 2006, estando en “Santiago Centro”, el amigo que me servía de cicerone me dijo: - Tengo que ir a la calle Ejército, está relativamente cerca de aquí. – Acompáñame y así vas a conocer a un espécimen de mujer fuera de cualquier comparación.
¡Caramba! le dije - ¿Qué tiene de especial esa dama?
Mira me dijo: - Si te lo digo ahora perderá todo su encanto el sorpresivo encuentro con ella.
Partimos, mirando vitrinas y conversando se nos hizo corto el camino. Llegamos a la Alameda esquina de Ejercito Libertador, que así se llama la calle – Éste me dice: Son tres cuadras para adentro.
Bueno, pensé seguiremos en la conversa, así se hacen cortas. Y así fue, sin darnos cuenta estábamos frente a una vetusta casona pintada de gris de tres pisos y me imaginé que por su construcción debió ser por allá por 1925, pero bien conservada. En la puerta había un letrero que decía “Hermandad de la Suprema Claridad”. Quedé igual, con cara de interrogación.

Entremos, me dijo mi amigo, y comenzamos a subir escaleras. Llegando al segundo piso se nos acercó una señora, ya con sus años, que amablemente nos interpeló dándonos los buenos días y preguntándonos el motivo de nuestra visita. Mi amigo se dio a conocer y de paso le dijo a la señora que yo venía invitado por él a una reunión.
Bueno, dijo la dama, pasen a esperar ahí en esa salita y tomen asiento. Yo, ya medio intrigado le pregunto: ¿De que se trata esta cosa? Mira, me dijo, vamos entrar a una reunión y tu callado, deja que los acontecimientos se desarrollen solos. En la famosa salita habían como cuarenta personas todas con guardapolvos blancos ¿....?

No habían pasado veinte minutos y sonó una campanilla de esas de mano, y la señora de la recepción entro diciéndonos que pasáramos a una espaciosa sala llena de sillas, al fondo como en las salas de clases de un colegio; había un escritorio con tres sillas en donde en medio se encontraba una dama entrada en carnes, con la vista perdida en algún punto del cielo raso.

Nos sentamos, mi amigo y yo, en un extremo separado ya que no teníamos los famosos guardapolvos blancos. De repente, como despertando la dama, señalándonos le dice a uno que esta a su lado: No podemos comenzar mientras esos dos no se coloquen vestimenta blanca.
Carreras para acá, carreras para allá y aparecieron con dos guardapolvos nuevecitos de paquete de color blanco.

Atiende a lo que vas a ver de ahora en adelante: me dijo mi amigo. Se levanta uno de los individuos que estaba al otro lado del escritorio y dirigiéndose a nosotros nos dijo: Necesitamos el más estricto silencio, porque le Médium comenzará abrir su materia para que entre el espíritu guardián de esta agrupación.
Yo pegue un respingo y dándole un codazo en las costillas a mi amigo le siseo, casi sin oírse: ¿Que miércoles es esto? SHISS, me sisea el otro: Tranquilo que aún no comienza lo interesante.

De repente, se siente en la sala un quejido quejumbroso, saliendo de la dama en cuestión. Otro respingo mío y mi amigo me manda un codazo en las costillas. Mientras seguían los quejidos, ahora más fuertes y más fuerte todos los que estaban en esa sala oraban con toda su alma.

Y saliendo una voz profunda dice:
Soy el doctor Malaquias Concha, guardián de este lugar.
¿Y de donde creen que salía esa voz? De la mismísima dama médium que se estaba quejando. Ahora todos decían como en oración: “Hermana materia, hermana materia, presta tu cuerpo” Yo no hallaba donde meterme. Si arrancar o sentarme en el suelo y el hipócrita de mi amigo también la seguía con las oraciones junto con el resto.

Se levanta la hermana médium y comienza a pasearse por entre las sillas, mirando uno por uno, diciéndole a algunos:- Tienes que sacrificarte más, tienes que ayudarnos, a otro le decía: - tienes una enfermedad ven a verme mañana.
Había una jovencita embarazada que estaba con su marido y de la médium salió una vocecita que dijo: Mamá.

Otro respingo de mi parte y estirando el cogote para ver la escena.
Y así fue recorriéndolos a todos dictaminándoles dolencias y requiriendo dinero, llegando a donde estábamos mi amigo y yo, al final de la fila. Mira a mi amigo y le dice: Los traidores la pagan firme. Éste agacho la cabeza y dijo sí doctor. Y me llego el turno, mirandone fijamente, me dijo ¿Qué encuentras de extraordinario?
Yo le respondí: TODO. Es todo un show el que usted esta haciendo. Se sintió el bufido más fuerte que he oído y frente a mi se despertó y me dijo: ¿Dónde estoy, que paso? Les tengo ricos hot dog completos pasen a servirse solo valen $ 500 pesos.

Tuvimos que arrancar porque se me vinieron las cuarenta personas que estaban con la médium gritando: No los dejen escapar.
En la calle no paraba de reírme...Jajajaja ¿Viste la cara de la médium? Ofreciendo hot dog . Jajajaja. Mi amigo cariacontecido me decía: La cagaste. Ahora no podré venir más. Me imagino que no le habrás dado tu dirección. Me contestó. Ahora mismo me voy a Antofagasta. Ahí nos despedimos.

Ahora entiendo el tropel de pelotudos que estan empeñados en que me salga de la página. Lo siento mucho pero se cansaran ustedes y yo seguiré escribiendo.
¿Saben? Ustedes valen callampa. Y díganselo a la abeja reina.

Nomade....Jajajajaja