El bullicio de la fiesta comenzó a molestarle. El sonido superpuesto de cientos de conversaciones simultáneas llegó a abrumarle. Apenas llegaba a oir, y menos entender, a su interlocutor más cercano. Retazos de otras conversaciones llegaban a sus oídos, formando un "totum revolutum" insoportable.
Decidió alejarse, desconectar de ese ruido, con la excusa de ir a la barra a por algo de beber. Y fue camino de la barra cuando reparó en su presencia. Detrás de las puertas que daban al balcón estaba ella. Preciosa. Sola. Como huida del estruendo de la fiesta. El brillo de su belleza resaltaba sobre el fondo azul marino y estrellado de la noche. Cambió el rumbo de sus pasos y se dirigió hacia el balcón.
-Hola- le dijo nada mas cerrar tras de si las puertas acristaladas.
-Hola- le respondió ella.
Apoyó sus brazos sobre la barandilla y la miró. Era un remanso de paz después de tanto barullo.
-¿No te gusta la fiesta?- preguntó ella radiando belleza desde todos los ángulos.
-No, prefiero la tranquilidad, pero odio la soledad. Te vi aquí, sola, y me decidí a hacerte compañía- contestó el con una leve sonrisa.
-Gracias, es usted todo un caballero- rió ella. -¿que tiene usted para diluir mi soledad?-
Entre la brisa nocturna que arrastraba hacia tierra el sabor salado del mar, el le contó sobre sus gustos por la charla relajada, sobre sus sueños y sobre su forma de soñar. Durante más de media hora no paró de hablar, mientras ella no dejaba de mirarle, inmóvil, sin perder la atención a una sola de las palabras. Le contó sobre su amores y desengaños, sobre sus fracasos y triunfos. No hubiese parado de hablarle, de contarle hasta el mas mínimo de talle sobre el, cuando ella le dijo,
-Lo siento, pero debo regresar ya-
-¿Donde vives?- pregunto el - te puedo llevar si lo deseas-
-Vivo mas allá del horizonte y no, no creo que puedas llevarme. Pero siempre que desees hablar, aquí estaré-
-Gracias, nos volveremos a ver-

El volvió a sonreírla. Se dio media vuelta y se encaminó de nuevo hacia las puertas que marcaban el límite entre la paz y la locura. Saboreando el grato recuerdo de su primera vez que habló….. con la Luna.