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La cultura del silencio

Texto: HUMBERTO J. SARAS G.

En las cárceles y otros centros de arrestos y detenciones preventivas, la cultura del silencio obedece, para unos, a encubrir a los presuntos culpables de un hecho punible y, para otros, garantizarse una futura seguridad cotidiana en el penal.

Ocultar la identidad de quien haya cometido un delito, para entorpecer la investigación pertinente, constituye una perversa forma de vida en los sitios de reclusión. Tanto es así, que cuando las autoridades penitenciarias preguntan sobre un disparo, un homicidio, un robo, entre otros delitos, las reglas impuestas por la población penal, obligan a los internos a guardar absoluto silencio, sobre lo que hayan visto o escuchado.

Sin embargo, habría que señalar que la cultura del silencio también ha penetrado hasta lo más profundo en diversas comunidades. Ahora, no representa ninguna novedad que los residentes de los vecindarios más violentos, ante las constantes amenazas por parte de las bandas delictivas, no cooperan con las fuerzas policiales en el esclarecimiento de hechos que atenten contra la propiedad y la integridad física de las personas.

A nuestro entender, la falta de cooperación ciudadana, predispone más a la violencia y tuerce la dirección correcta para poder hacer de una comunidad vecinal un lugar más seguro para vivir. No obstante, debemos analizar y valorar los orígenes del problema, por cuanto hay personas que no acuden a los organismos de seguridad pública a denunciar infracciones penales, por la ausencia de confianza entre la población y la policía.

A muchos individuos no les gusta denunciar ningún hecho punible a la policía, porque ésta asume el compromiso de proteger la vida del informante, pero luego no cumple con la obligación adquirida, y menos aún, cuando algunos miembros de la organización criminal denunciada son funcionarios policiales activos.

También la cultura del silencio tiene presencia en algunos establecimientos públicos y privados de salud, donde con cierta frecuencia se materializan actos clínicos indebidos, tipificados como delitos y sancionados debidamente por la jurisdicción penal ordinaria, pero que por un mal concepto de solidaridad profesional, no se denuncian oportunamente ante el Ministerio Público, ni ante los órganos de policía judicial, estimulando la mala praxis médica y acrecentando la impunidad.

Asimismo, numerosos institutos de enseñanza no escapan de la cultura del silencio. En los distintos niveles y modalidades del sistema educativo se violan los derechos de niños, niñas y adolescentes, y quienes laboran en esos planteles, en perfecto conocimiento de la situación, no formulan la denuncia correspondiente ante las respectivas instancias de protección al interés superior del menor, obstaculizando de esta manera la iniciación del proceso administrativo o contencioso contra los presuntos responsables y la aplicación de la respectivas penas, de acuerdo con la normativa legal vigente.

De igual manera, la cultura del silencio hace vida en más de la mitad de las policías y organismos de inteligencia. Muchos funcionarios involucrados en graves delitos contra la sociedad, por razones que hasta da vergüenza comentar, son protegidos por sus superiores y compañeros de trabajo al no ser denunciados, lo cual sin duda favorece la corrupción policial y crea un clima de inseguridad social que aterroriza a buena parte de la población.

Algo similar ocurre en la administración de justicia. Algunos funcionarios, a sabiendas que ciertas actuaciones judiciales son contrarias a derecho y constituyen delito, permanecen callados, con el objeto de encubrir a los autores o partícipes del hecho punible y obtener algún beneficio, regularmente, de carácter económico.

Esta inveterada e inmoral práctica judicial aminora la credibilidad de la gente en muchos jueces y fiscales, y desvirtúa los fines y alcances del sistema de justicia.

Hemos observado, además, que en la actividad comercial, la cultura del silencio se caracteriza por el ocultamiento de operaciones y actos mercantiles, contrarios a la ley y al interés colectivo. Nadie ignora que una cantidad considerable de comerciantes se aferra a la especulación y al acaparamiento, para aumentar sus volúmenes de ganancias, sin que los consumidores recurran a la denuncia pública y los culpables sean sancionados con todo el rigor de la ley.

En los grupos familiares, también el silencio del delito produce, a veces, daños irreparables. No hay motivos para que una mujer sometida a continuos atropellos y abusos por su parte de su marido, no tenga vigor para abandonarlo y acusarlo penalmente. Cuando no lo hace con prontitud y sin miedo, pone en peligro su vida y el sano crecimiento de sus hijos.

No existe la menor duda, que la mejor decisión que debemos y podemos tomar en la vida es no guardar silencio ante la maldad y el delito. Nunca sintamos miedo, ni temor, ni cobardía, para denunciar las cosas indignas y malas de la vida.

Dios creó al hombre para reconocer siempre la verdad, no para mentir ni ocultarla. Si imitamos el propósito del mensaje divino estaremos entre los justos que entrarán, después de esta vida temporal, en un mundo mucho mejor.

Profesorprofesarg@hotmail.com

http://www.panorama.com.ve/panodi/435278.html



*En Cancún, costa mexicana del Caribe

Texto agregado el 01-07-2008, y leído por 368 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
03-07-2008 Callar, para proteger a un inocente, es gritar a la Justicia. Eso quería decir. Y ahora, cuando callamos, o reprimimos nuestro pensamiento, por miedo, a eso se le llama simple y llanamente, cobardía. maravillas
03-07-2008 He leido este artículo y no pude evitar relacionarlo con "el pecado de la omisión" Lamento mucho que se dé en nuestra sociedad, independiente de la cultura, el idioma o la idiosincracia.. Por años, no tan sólo en mi país, sino que tambien en muchos pueblos latinoamericanos, se ha querido tapar el sol con un dedo, a tantos atropellos, vejámenes al "derecho natural" de todo ser humano que se precie como tal. ¿será que el genoma de omisión o silencio viene inserto en nuestros genes? ¿ por qué callamos frente a lo que nos parece injusto? Sabes? , a veces prefiero soñar un poco y pensar que algún día evolucionaremos de tal manera, que nadie tendrá miedo de abrir su boca y serán tantas las bocas abiertas que la cultura del silencio desaparecerá****************** pd.(es mi humilde opinión..) Vilyalisse
03-07-2008 Cuando el silencio es cómplice de los atropellos que se cometen en el mundo, sean éstos de la magnitud que sea (aunque nos parezcan muy pequeños), lo único que se está logrando es que ese silencio se extienda hasta que la sombra impuesta por callar, sea la columna donde se apoyen los que dominan al mundo con sus abusos. Hay verdades, como “santuarios” (tanto desde el punto de vista físico como moral), que no se deberían callar en un mundo donde el individualismo prevalece, hiriendo de muerte a la conciencia colectiva. Gracias, amigo, por este gran artículo y mis estrellas para ti y para el autor. Un gran abrazo y mis respetos por tu lucha en mantener una columna tan valiosa como ésta. Sofiama
02-07-2008 La complicidad que guarda silencio es legítima, siempre y cuando ese silencio hable de Justicia (con mayúscula) ¿Cuándo es así? La respuesta está, y estará siempre, en la conciencia de cada uno, tanto si guarda silencio, como si habla, porque el habla también miente. maravillas
02-07-2008 Cuando Anwar Sadat asumió el poder, tras la muerte de Gamal Abdel Nasser, a quien había servido incluso en la vicepresidencia, trataba de ganar la confianza de los diferentes sectores de la nación. Así, concertó una reunión con estudiantes, se sabía que sería un encuentro muy difícil. Entre gritos y reclamos, Sadat expuso sus planes de gobierno y de pronto, entre el griterío destacó una voz que reclamaba: ¿Por qué no lo hiciste cuando eras vicepresidente? Sadat se mostró molesto ante tal reclamo y pidió a gritos que se identificara quien había dicho tal cosa. Los muchos guardias de seguridad se pusieron alerta, tratando de descubrir a quien había molestado a su jefe. Reinó tenso silencio en el lugar. Sadat retomó la palabra y dijo: Así como tú consideraste que era mejor callar en este momento, yo consideré que no era el momento de hablar sobre mi proyecto de gobierno. El tema es muy polémico, implica muchos factores. En la música los silencios son tan importantes como los sonidos para que haya armonía, creo que en la vida es lo mismo. Lo importante sería definir cuándo el silencio se vuelve cómplice. Dejo cinco estrellas para el autor. borarje
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