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MICRO-TALLER DE DRAMATURGIA
Para quienes tengan interés en aprender cosas nuevas y experimentar otros géneros literarios.

A groso modo, como diría mi maestro de etimologías, muy aficionado a las expresiones latinas, las obras teatrales, por su dimensión pueden ser clasificadas como::

• Monólogo
• Obra corta o menor y
• Obra larga o mayor

Y su estructura puede ser “cerrada” cuando sigue normas tradicionales y “abierta” cuando se rompen esas normas. En términos generales consta de principio, desarrollo y final.

En una ocasión anterior presenté a ustedes un ejemplo de monólogo, el siguiente es un ejemplo de:

OBRA CORTA DE ESTRUCTURA CERRADA

Máximo 3 personajes
1 protagonista y
1 ó 2 coprotagonistas (su función es ayudar a que el protagonista logre su objetivo)

Desarrollo: Todo lo que hace el protagonista valiéndose de otro u otros personajes para tratar de lograr su objetivo. Se termina cuando logra, pierde o cambia su objetivo.

Ejemplo: Obra corta con los siguientes elementos:

Protagonista: Adolescente de dieciséis años.
Problema: Perdió el dinero de la colegiatura.
Objetivo: Reponer el dinero a través del cuñado.
Motivación: Teme la reacción del padre.
Coprotagonista: El novio de la hermana (23 años)


DESARROLLO:

TÍTULO: DE ECONOMIA Y POLITICA
AUTOR: Alfonso López Vargas

Personajes:

JOSE CARLOS .- 23 años, aspecto intelectual, viste ropa formal.
ROMMEL .- 16 años, delgado, imberbe aún, de mirada franca e inteligente, pelo ligeramente largo, viste con despreocupación (tenis, jeans y una cómoda sudadera)

Sala en la casa-habitación de una familia de nivel medio-alto, amueblada sin lujo, pero con aceptable buen gusto, al centro un juego de muebles de sala de tres piezas: un sofá de frente al público, a la izquierda un sillón individual, a la derecha un sillón de dos plazas de los llamados love-seat y una mesa de centro, sobre ella, como único adorno, hay un conjunto de figuras, aparentemente de bronce que representan un cañón y dos soldados en actitud de combate, en el muro de la derecha, al centro una puerta amplia que se supone de entrada al comedor, del mismo lado, al fondo el principio de una escalera que da acceso a la planta alta, en el muro de la izquierda dos fotografías, una de una mujer con maquillaje y peinado evidentemente pasados de moda y la otra de un hombre de aspecto hosco con ropa militar. Al centro del sofá, José Carlos, en actitud de espera, observa curioso las fotografías que están sobre el muro. Entra Rommel por la puerta de la derecha, con intención de dirigirse a la escalera, se percata de la presencia de José Carlos y se detiene, duda, se decide y avanza hacia él. A manera de saludo se golpean las palmas de las manos, chocan los puños y sonríen).

JOSE CARLOS .— Hola, cuñado.
ROMMEL .—¿Qué onda?¿Qué haces?
JOSE CARLOS .—Aquí, esperando a Elena
ROMMEL .—¿Llevas mucho esperando?
JOSE CARLOS .—No, prácticamente acaba de subir a arreglarse, llegué sin avisarle y como no me esperaba…
ROMMEL.—(Con aires de hombre de mundo) ¡Ah, mujeres! ¿Tú tienes hermanas?
JOSE CARLOS.—Si. ¿La siguiente pregunta es, que si tengo una de tu edad?
ROMMEL.—(Disimulando una sonrisa) ¿Cómo crees? (Reaccionando con gesto pícaro) Bueno, no sería mala pregunta ¿Cuándo me la presentas?
(Ambos ríen)
ROMMEL.—Aprovechando que estás aquí, y como sé que mi hermana va a tardarse un buen rato, me gustaría platicar contigo
(Se sientan)
JOSE CARLOS.—Tu dirás.
(Durante el siguiente diálogo, los actores mostrarán, en forma creciente, con sus actitudes: uno, José Carlos la seguridad y suficiencia del nuevo profesionista y el otro, Rommel, un marcado interés que se traduce en gestos y movimientos exaltados)
ROMMEL.—Es sobre mi carrera, apenas terminé la prepa y acabo de entrar a la universidad, dudé mucho sobre cual profesión escoger, me decidí por psicología, pero no me siento seguro y pienso que a la mejor la regué.
JOSE CARLOS.—Pudiste pedir ayuda a algún orientador vocacional.
ROMMEL.—No lo hice, nunca se me ocurrió, toda mi atención la he tenido enfocada siempre a defenderme de las imposiciones de mi padre.
JOSE CARLOS.—¿No estás exagerando?
ROMMEL.—La neta no, sus agresiones han sido constantes desde que nací, en una ocasión me tomé unas cervezas y casi me forma un consejo de guerra, él, como tú sabes, sigue siendo general del ejército, aunque ya esté retirado, y me trata como si fuera último de los soldados rasos. (Pausa) Sabes que me llamo Rommel.
JOSE CARLOS.—Si, claro. Un nombre muy… original, no conozco a nadie que se llame como tú, salvo a Rommel, el mariscal alemán del ejército de Hitler, el llamado Zorro del Desierto, pero su nombre era Erwin, creo.
ROMMEL.—No estoy seguro, pero, nombre o apellido, a mí me tocó cargar con él para toda la vida.
JOSE CARLOS.—(Conciliador) No suena mal.
ROMMEL.—(Exaltado) Suena a nazismo, a dictadura, a genocidio, a guerra, (resignado) pero refleja el carácter de mi padre. No me gusta nada. La única lucha que me atrae es la lucha por la paz, por la armonía entre los pueblos, por el respeto a los derechos humanos.
JOSE CARLOS.—¿Amor y paz?
ROMMEL.—Si te refieres a los Hipies, no llego a esos extremos, nunca me desnudaría en un parque, en medio de la gente, para bailar con una flor en la oreja.
JOSE CARLOS.— Lo entiendo. Te sentirías incómodo… por la flor.
(Ríen)
ROMMEL—No me estás tomando en serio, cuñado.
JOSE CARLOS.-Más en serio de lo que te imaginas, yo, a tu edad también era idealista,
ROMMEL.—¿Sí? ¿Y ahora?
JOSE CARLOS.—Ahora soy un hombre práctico.
ROMMEL.—Lo suponía, eres todo un (con énfasis) Licenciado en Economía (natural) ¿no es así?
JOSE CARLOS.—Así es, graduado con honores, hace justamente un año, en la universidad de mayor prestigio en el país.
ROMMEL.—(Interesándose)Y esa carrera… ¿tiene que ver con… finanzas y esas cosas?
JOSE CARLOS.— Si, pero no como único objetivo, sino manejando todos aquellos factores que inciden en el desarrollo económico de los pueblos.
ROMMEL.—Me parece un poco… complejo y más si hablamos de la economía mundial. Hay cosas que me parecen fuera de toda lógica, difíciles de comprender y aceptar. Claro que nunca me he preocupado por ellas, pero, en este momento (se le ilumina la cara como si estuviera haciendo un importante descubrimiento) se me están ocurriendo cosas.
JOSE CARLOS.—¿Cómo cuáles?
ROMMEL.—(Entusiasmado) Vamos a ver. Hay países poderosos que hacen préstamos importantes, a través del Banco Mundial, o algún organismo así, a países subdesarrollados que son tan pobres que es evidente que no van a poder pagar ¿no es así?
JOSE CARLOS.—En efecto.
ROMMEL.—Sé que los bancos, por sistema, antes de hacer un préstamo a un posible deudor, hacen una investigación acerca de las posibilidades económicas del solicitante y, si éste es pobre, aunque esté muy necesitado, no le prestan un solo centavo; pero si les demuestra que es rico y lo que le sobra es dinero, entonces te prestan lo que pida.
JOSE CARLOS.—Es cierto, cuando demuestras tener mucho dinero, el banco te presta lo que le solicites.
ROMMEL.—Sin embargo los países económicamente poderosos entregan millonadas a otros que sabemos que no van a poder pagar. ¿No es eso ilógico?
JOSE CARLOS.- Bueno, ellos no lo ven de esa manera.
ROMMEL.- Es que está claro, la economía de algunas naciones a las que les otorgan préstamos es tan raquítica que a veces no pueden pagar ni siquiera los intereses, por lo que el préstamo va creciendo a tal punto que, al final, el prestamista llega a verse obligado a… ¿cómo se llama eso? Condonar la deuda.
JOSE CARLOS.- Bueno, la cuestión financiera no es el único factor a tomar en cuenta y, en todo caso, se maneja en una forma no tan simple, digamos que hay intereses que se ven a largo plazo, por ejemplo, que si se impulsa la economía de un país que ha sufrido algún tipo de percance, como por ejemplo una epidemia, un terremoto, una dictadura que ya ha sido derrocada, un gobierno corrupto cuya vigencia ha terminado, etc. al alcanzar, con la ayuda de un país rico, una mejor posición puede, de alguna manera, llegar a tener necesidades que lo conviertan en cliente del país prestamista, por lo que puedes darte cuenta que esa generosidad no es desinteresada en lo absoluto.
ROMMEL.—Desde luego.
JOSE CARLOS.—Hay también intereses de tipo político, digamos que el país deudor se convierte automáticamente, sin remedio y por su propio interés en aliado incondicional del acreedor.
ROMMEL.—(Adulador) Me impresiona tu elocuencia, cuñado, pero no sé si te he comprendido totalmente.
JOSE CARLOS.—Bueno, he tratado de explicarte todo en forma esquemática, no sé si habré logrado hacerlo con claridad.
ROMMEL.—(Con aire calculador) Empiezo a entender. Voy a tratar de aterrizar todo eso en un ejemplo cotidiano. Tú me dirás si estoy bien.
JOSE CARLOS.—(Interesado) Adelante.
ROMMEL.—Digamos que: yo soy un país pobre.
JOSE CARLOS.—De acuerdo.
ROMMEL.—Y digamos que contaba con recursos económicos destinados, por ejemplo, al pago de mi colegiatura en una universidad ¿Comprendido?
JOSE CARLOS.—Totalmente.
ROMMEL.—Digamos también, que he sido víctima de un percance, un percance con faldas cubriendo unas deliciosas curvas, que me ha hecho víctima de sus encantos por lo que mi economía ha sufrido tal deterioro que me encuentro incapacitado para cubrir esa colegiatura ¿Está claro?
JOSE CARLOS.—(Sonriendo divertido) Sí, clarísimo.
ROMMEL.—Digamos, además, que de no cubrir ese compromiso un país poderoso que es de naturaleza altamente belicosa (observa con intención la foto del padre) lanzará contra mí un violento ataque del que solo puede salvarme la ayuda de un país poderoso ¿Es así?
JOSE CARLOS.—Pues sí, así es.
ROMMEL.—Digamos, por último, que tú eres ese país poderoso y rico y que después de tu generosa ayuda me sentiré comprometido a ser tu (recalca las palabras) a-lia-do in-con-di-cio-nal. ¿Entendí bien?
JOSE CARLOS.—(Estalla en una espontánea carcajada) Excelente, cuñado. Un ejemplo perfecto. (saca su cartera) ¿Serán suficientes quinientos pesos? ¿mil? (desconfiado) o más.
ROMMEL.—(se acerca, toma dos billetes de quinientos pesos de la cartera y se los guarda) Mil está bien. A partir de ahora, cuñado, soy tu aliado incondicional. (Le palmea la espalda y sale)
(José Carlos, con la actitud de quien sospecha que le han tomado el pelo, se sienta y asume la misma actitud de espera en que estaba al inicio de la obra)


T E L O N

Texto agregado el 01-07-2008, y leído por 274 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
15-08-2008 jejejeejj graciosa obra que rescata la sencillez de los jovenes...bonita camaderìa entre cuñaditos. lo disfrute mucho luzyalegria
09-08-2008 ingeniosa obra. pero con un alto nivel educativo dejo busco alguna victimas...realmente me guesto felicidades***** guero
11-07-2008 ¡Fantásticamente llevada! Muy ingeniosa la forma de pasar de lo general y serio a lo cotidiano y desenfadado; y como, en cierto modo, el ratón caza al gato. juliantomas
03-07-2008 Como se trasluce al actor, director teatral y maestro de actuación. Al final el cuñado adolescente resultó ser más practico que el galardonado economista. Un abrazo. ollitsak
03-07-2008 interesante forma de presentarnos una obra ingeniosa y con picardía. Te felicito, es todo un tiro. Saludops. Jazzista
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