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Más que por las propias palabras que pueda yo escribir aquí, más que eso y por el simple hecho de la ya tan corrida transición de sentimientos que me azotan como látigo mis sueños. Mas que por la verdad absoluta a la cual muy pocos están sujetos y los demás niegan su existencia, borrando sus pocas experiencias vividas para traer lo nuevo que viene siendo un reciclaje ya pútrido y obsoleto. Más allá de eso vengo con mis más humildes palabras para no solo decírtelo a ti y a cuanta gente pueda leer esto, o por si acaso llega a otras manos extraviadas, quiero que sea un manifiesto sobre la poca historia que llevan mis manos cargadas, y mis pasos por esta tierra. Se me hace imposible que al momento de escribir pase por alto muchas cosas que son primordiales y parte vital de mi vida, así que are lo mas posible para hermetizarlos y poder resumirlo brevemente para no caer en el desvió total y perder la cuenta de la que quiero que este escrito sea sujeto. Primeramente quiero pedirte gracias por el solo echo de leer esta llamarada de palabras que puede que tengan algún sentido o tal vez simplemente son una montón de palabras amontonadas sin algún sentido cualquiera. Gracias, por eso y por leer, tal vez entre tanto embrollo y selva se pueda encontrar alguna señal de vida que pueda vitalizar algún sentimiento encontrado y que alguna vez resguardo tu ser.
En mi poca edad y digo poca edad por que 23 es solo el inicio de una larga y confusa realización de eventos que solo se empalman uno a otro en busca de remediar una necesidad de sentirse vivo, constante. En este tiempo del cual es sido participe de toda una faena de altos y bajos, desde el inicio de mi recolección de eventos; memoria. Desde siempre he visto las cosas como yo las quiero ver, toda la gama de derivados de un simple bote vació de lamina, que se convierte en casco de astronauta a un bombo para batería, de los árboles escalables, y los lugares mas simples pero mas remotos en cuadras de casas, donde por las tardes se convertían en campos de fútbol y por las noches campos de batalla de donde aprendí el valor del silencio hasta el sexto sentido y la buena fortuna de tener una mama que te cocinara de cenar justamente cuando ya estabas a punto de ser descalificado de las escondidas.
No éramos amigos era otra mezcla de hermandad con el ciego amor de una libertad tan anarquista que todos los días fueron socios en ya largas y muy detalladas exploraciones entre casas de vecinos en busca de fantasmas y gatos, con solo tu amiga, y el vecino que siempre estaban en tu casa de a diario.
Después todo cambio se arrebato el tiempo y se despego como calcomanía de luchadores que pegabas en tu refrigerado , el tiempo paso y tuve que poco a poco entender esas cosas del dolor, y la guerra, de como día a día muere gente, y la dura experiencia de presenciar la muerte cercana, con la despedida de mi abuela. El dolor de no poder callar el llanto y de saber que ya no te volverá a regañar ni a darte besos en los cachetes cuando llegabas los fines de semana es tan agobiante y vació que hasta se te pierde la voz entre el llanto y la desesperación. Cuando uno conoce y cree entender la muerte es cuando uno realmente no lo sabe. Creo uno adquiere eso a golpes en el corazón, y pierdes algo de vida que revitaliza otra, es un reciclaje de sentimientos, que nunca deja de continuar renacer.


LV

Memorias vol.1

Texto agregado el 01-07-2008, y leído por 107 visitantes. (0 votos)


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