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Hoy ha sido el día. Hoy lo he conocido por fin. Decidí ir a verlo en tren. Durante el viaje no estaba muy preocupada. Me entretenía mirando el paisaje por una de las ventanas del vagón o escuchaba música mientras leía un libro. Pero esa calma terminó al llegar a la estación. Caminé por el andén hasta la escalera mecánica que conducía a la planta superior, donde se encontraba la salida y allí cogí un taxi. El trayecto no era largo, pero el tiempo parecía querer equilibrar la rapidez con la que transcurrió en el vagón con la lentitud con la que pasaba en el asiento del taxi. Estaba nerviosa, no podía pensar con claridad. Saqué una foto suya del bolsillo de la chaqueta, la miré y la toqué con la yema de los dedos. No podía comportarme como una quinceañera. Todo el tiempo que he estado pensando que algún día sería como este. No podía equivocarme y que se asustara. Le dije al taxista que parara. No estaba muy lejos de su trabajo. Prefería caminar un poco y aún tenía que comprarle su regalo.

La hora de almorzar había pasado pero él, como siempre, salía más tarde para evitar el bullicio. El cocinero del restaurante donde comía a diario lo conocía y esperaba como era habitual. Llegué al parque que tenía que atravesar para ir a comer. A esa hora no había casi nadie. Rodeado de rascacielos que casi no dejaban pasar el sol, pero aún así estaba comenzando a florecer. La primavera acaba de empezar. Pensaba esperarlo en un banco pero lo vi antes de poder sentarme. Solo, bajó por las escaleras de uno de los edificios. Ayer llovió y un poco de barro había ensuciado mis zapatos, pero eso hoy, en aquel momento, no importaba. Caminé tras él. Me temblaban las piernas y tenía un nudo en al garganta. Cuando pasé por detrás del puesto de flores me detuve y tímidamente me atreví a llamarlo por su nombre. El se volvió. Sonreí y me devolvió la sonrisa. Me aproximé y extendí el brazo. Inesperadamente tranquila, sin parpadear, hice que silenciosamente dos balas entraran en su cuerpo. Una le atravesó el esternón y la otra la cabeza. Cayó inerte. Al fin los estudios, entrenamientos y prácticas comienzan a dar resultados. Dicen que la primera vez es la más difícil. Cerca de allí cogí otro taxi, vendí el arma en una casa de empeño y fui al aeropuerto. He usado otro pasaporte. Mañana cobraré el cheque.

Texto agregado el 30-06-2008, y leído por 195 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
24-02-2009 Vaya!Sorprendente y creo que si fuera una asesina a sueldo me lo plantearia asi. Me gusto muchisimo. meyergs
20-10-2008 No creo que una asesina lleve un diario tan romántico, pero se reconoce el intento por darle un final inesperado al cuento. Le doy un Fa por ese intento. Maria-Von-Trapp
 
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