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19. EL CHICO SABRÍNEO

Fue María quien habló primero
- ¿Hacia el mar entonces?
- Sí, pasaremos de nuevo por el camino que recorrimos hace un tiempo. Bordeando el río llegaremos al mar, y entonces no faltará mucho para nuestro destino
- ¿Sabes una cosa? Ya había olvidado el porqué de este viaje - dijo María
- ¿En realidad importa? - dijo Miranda sonriendo
- A ti imagino que sí…
- Durante este tiempo que regresé a mi casa me di cuenta de que por mucho que todo volviera a la normalidad, nada volvería a ser como antes. Antes no tenía ningún objetivo, todo lo que quería lo obtenía, era como un vegetal que se pasa el día haciendo lo que le satisfacía. Pero crearse una meta, algo si no difícil, imposible, es algo que no debes dejar pasar. No me perdonaría el regresar a mi casa sin ver cosas nuevas, conocer nueva gente, sin tener nuevas metas… empiezo a pensar que lo de salvar a mi hija está en un segundo plano. María, este viaje me enseña mucho más de lo que pensé que lo iba a hacer. – dijo Miranda, y tras una pausa añadió - Nunca más habrá reina en las tribus Nanditas
- ¿Es por Shalía?
- No, para nada, no quiero volver a ser ese vegetal. Y…si encontrara a mi hija con vida…no quiero esa vida para ella - dijo Miranda, María dejó de hablar, porque vio la frialdad que había en las palabras de Miranda - Además, la monarquía absoluta no es más que otro modo de esclavizar. No quiero ser la nueva Cerbera de las tribus Nanditas. No someteré a mi pueblo a las órdenes de nadie.
Llegó la noche, las dos chicas se tendieron en mitad del camino para dormir, pero María no estaba durmiendo, seguía pensando en lo que acababa de pasar en el pueblo y de cómo Miranda le había defendido. De pronto una gran luz irrumpió en sus pensamientos. Era algo ya conocido por ellas dos: un dios se estaba poniendo en contacto con ella. Esta vez fue Regeos quien apareció en sus sueños
- ¿Qué quieres ahora? ¿Por qué no me dejas dormir? - dijo María
- Estas durmiendo, solo que no soñando - dijo Regeos
- Pues déjame soñar
- Lo siento, pero no puedo hacerlo
- ¿Por qué?
- Veo que todavía no te has enterado. Definitivamente Dean no tiene madera de dios - dijo Regeos
- ¿Qué ha pasado? - preguntó María esconcertada
- Alguien te está controlando, María
- ¿Cómo?
- Alguien pretende utilizar tus sueños para que hagas cosas que no harías voluntariamente
- ¿Pero cómo lo sabéis?
- Dean intentó hacértelo saber. Las tribus de Bakal están prácticamente destruidas - dijo Regeos
- ¿Me estás diciendo…? - dijo María
- Sí, no fue un sueño - dijo Regeos - Así que he decidido que hasta que averigüemos qué es lo que pasó en realidad, no dejaré que sueñes nada
- ¿Así que pretendes que me quede aquí hasta que amanezca? ¿Y así el resto de mis días? - dijo María en tono de reproche
- No, sólo hasta que lo sepamos todo con certeza y sepamos si se puede o no repetir
- ¿Así que no voy a soñar con nada ni con nadie más que con vosotros los dioses?
- ¿Con quién más quieres soñar? - continuó diciendo Regeos
- No sé, ha sido un decir, pero… imagino que me gustaría soñar con Orly
- Si tú lo dices… - dijo Regeos haciendo hincapié en el suspense
- ¿Qué insinúas?
- María, no sigas engañándote a ti misma, así no conseguirás nada
- Yo no me engaño. ¡Amo a Orly! - dijo María
- Estoy seguro. Eso lo sé, pero hay algo más. Dime, si él no está aquí contigo y tu única misión en esta vida la puede continuar Miranda sola, ¿por qué no aceptaste el trato de Laura? - dijo Regeos, y entonces María miró a su espalda y tenía enfundada la espada que Laura le había dado - Olvida al chico fénix y ve a por el chico Sabríneo
- ¿Qué sabes de él? - dijo María. Regeos sabía algo sobre el chico que se le apareció en sus sueños, aquel chico que se parecía a Orly, pero que en realidad tenía los rasgos de la diosa Sabrina.
- Algo sé, pero ¿qué interés tienes en él si sigues enamorada de Orly?
- Regeos, me has defraudado, pensé que nunca te equivocabas. Ya te dije que estoy enamorada de él, y sabes que en estos momentos hablas con mi interior que no te puede mentir
- ¿Y por qué has dejado de llorar? Los dioses ya han dejado de desear tu muerte, y lo sabes
- No, sabes que le amo sólo a él, y en cuanto al otro chico…ni sé quién es, ni dónde vive ni cómo ha llegado a mis sueños
- Sabes que Dean hace relativamente poco que llegó al mundo de los dioses – comenzó a explicar Regeos
- Sí, todavía no sé que función desempeña allí
- Alkán, conocedor del arte de los sueños se lo está enseñando todo para que sea convertido en el dios de los sueños, pero aún le queda muchísima práctica. Los recientes sueños que has tenido con el chico Sabríneo son un regalo de él
- Pues dile que no lo necesito - dijo María
- Yo no pienso lo mismo, deja de engañar a tu interior. Desde que llegó a tus sueños has dejado de llorar y empiezas a ver las cosas desde otro punto de vista
- Pero…el chico sabríneo... - dijo María
- Bueno, no es del todo Sabríneo, es en parte Fénix, por eso que notes tal parecido entre él y Orly. – aclaró Regeos - El tiempo aquí pasa muy rápido, a Miranda le quedan cinco minutos más de sueño, te toca despertar a ti…
- Pero espera… ¿entonces aquel chico no es real? dijo María
- María, se acabó, ¡despierta! - dijo Regeos, pero la frase la acabó de decir Miranda.
María despertó sobresaltada, Miranda la había despertado muy bruscamente y ahora la luz verdosa que se dejaba entrever a través de las hojas de los árboles cegaba sus ojos
- ¿Qué pasa? - dijo María
- Creo que he oído algo - dijo Miranda
- Estás en medio del bosque, es normal oír cosas extrañas - dijo María intentando volver a dormir
- Hazme caso, alguien nos sigue, lo llevo pensando desde hace días
- Te lo tomas muy enserio, ¿qué peligros puedes encontrar ahora que sólo nos queda lo más fácil del viaje?, si alguien quiere acabar con nosotras ya lo podría haber hecho antes
- De todas formas no sigas durmiendo, el sol ya ha salido y tenemos que seguir el sendero hasta la costa - dijo Miranda incorporando a María, y mientras esta se despejaba, ella le iba hablando - Si no me equivoco, dentro de seis días llegaremos a la cascada donde nos capturaron los bakals, y de allí a no más de tres días de camino llegaremos a la costa. Una vez allí convendría contactar con alguien que nos ayude a cruzar el mar. Y ambas partieron en dirección a la cascada.
La noche volvió y el cansancio se apoderó de ellas. María y Miranda comenzaron a dormir. Al cerrar los ojos, María comenzó a pensar. No quería dormirse tan pronto y soñar con Regeos, prefería quedarse en un intermedio entre sueño y realidad. Entonces vio su hogar, se vio sentada en su habitación, con la luz del día entrando por los grandes ventanales del palacio de las tribus Jurásikas, respirando naturaleza por todos los lados, como lo estaba haciendo, en esos momentos, allí tumbada. Sintió como abría los ojos y veía la luna a través de los árboles bajo los que dormía y allí vio a aquel chico de nuevo, el chico sabríneo, como lo había llamado Regeos. Entonces entró en estado de sueño y todo se volvió de nuevo blanco.
- ¿Por qué a mí? ¿Por qué a nosotras? ¡Dejadnos en paz! ¿Por qué no hacéis lo mismo con los demás? - gritó María desesperada
- Porque sois especiales. Pero sin embargo, ¿quién más tiene la oportunidad de conocer las respuestas a las preguntas que le intrigan? - dijo Regeos compasivo
- ¿Me contestarás a todo lo que te pregunte? - dijo María
- No. Hay cosas que no te puedo decir
- De todas formas no tengo tantas preguntas como te crees. ¿Por qué Dean no puede evitar que nadie se interfiera en mis sueños?
- No está preparado - dijo Regeos
- Dean no sirve para ser un dios - dijo María en un susurro, pero Regeos lo escuchó
- ¿Por qué dices eso?
- No puede solucionar nada, no aprende lo que debe aprender, no se ocupa de sus cosas…
- ¿Y acaso los demás lo hacemos? Pero el caso es que tienes razón, Dean no será un dios durante mucho tiempo. Pero no son esos los motivos - dijo Regeos
- ¿Cuales son entonces? - preguntó María
- Lo siento, no puedo decirlo. Pero te digo que aunque piense que no es un buen dios, lo defenderé ante cualquier persona. Desde que vivía en este mundo lo he estado vigilando a escondidas y ahora que lo tengo aquí, conmigo, como hijo legítimo…
- Está bien, no hables más – le cortó María
- Tengo que avisarte de que dentro de 14 días, se celebrará un concilio entre los dioses, allí se decidirá la participación de los dioses en esta historia. – le comentó Regeos - Y he de advertirte de que, en el caso de que se decida actuar, será en vuestra contra, así que debéis apresuraros si queréis llegar sin ningún impedimento. Además tienes que saber que Miranda tenía razón, os están siguiendo
- ¿Qué? ¿Quién? ¿Cuántas Montoyas creó Bakal? - dijo María ya cansada
- Ya lo sabes. Os están siguiendo, ¡nos están siguiendo! - de nuevo se entremezclaron las voces de Regeos y de Miranda y cuando María despertó Miranda estaba agachada observando algo en el suelo
- Mira, son huellas, ¿de quien crees que serán? - dijo Miranda
- ¡El chico sabríneo! - dijo María de pronto, y el corazón le comenzó a latir fuertemente, había aprendido a seguir los impulsos de su corazón, le gustaran o no
- ¿Cómo? ¿Sabes quién nos sigue? - dijo Miranda, María no le había contado nada de sus insomnios con Regeos
- No, pero anoche lo vi - dijo María sin saber del todo lo que había querido decir
- ¿A quién? - dijo Miranda
- No lo sé - dijo María. Decidieron pasar aquella noche escondidas y turnándose para hacer guardia. María quiso hacer la primera guardia. Estaban escondidas, apartadas del camino, María no tuvo que esperar mucho hasta escuchar un meneo de ramas, y mirando a las copas de los árboles vio a un chico totalmente cubierto por una negra túnica con capa y una capucha que le cubría la cara, era imposible reconocerlo. Andaba de árbol en árbol ágilmente como si no pesara nada cual animal. De pronto, el chico descendió del árbol hasta el camino, donde se encontró con otro chico encapuchado
- ¿Dónde están? - dijo el segundo chico
- Les he perdido el rastro, después de todo quizás no haya que preocuparse por ellas - dijo el primero de ellos
- Encuéntralas, averigua todo lo que puedas sobre ellas, y si ves que pueden ser peligrosas para nuestro cometido, no dudes en matarlas - dijo el segundo
- Lo haría si pudiera - dijo el primer chico
- Date prisa, si nuestros temores son ciertos en menos de siete días habrán llegado a la costa. No dejes que eso ocurra - dijo el segundo encapuchado
- Sé lo que tengo que hacer, y sé como lo tengo que hacer, ya me cansé de esperar. Si siguen el camino más corto atajarán sin pasar por la cascada, pero algo me dice que pararán allí - dijo el primer chico
- ¿Para qué? - dijo el segundo
- Porque una de ellas me está buscando - dijo el primer encapuchado mirando al arbusto donde se escondía María como si supiera que se escondía allí. El chico que apareció primero, trepó a un árbol como un gato, mientras que el otro se dispuso a hacer un silbido, pero no sonó. Sin embargo, apareció por el camino un caballo. Con mucha elegancia el segundo chico subió al caballo y desapareció.
María intentó dormir, y entonces le vino a la mente la discusión que tuvo con Regeos “los recientes sueños que has tenido con el chico Sabríneo son un regalo de él” el chico Sabríneo era una creación de Dean en sus sueños, no era real. Eran para hacerle olvidar a Orly. Entonces su corazón le había engañado, pero… Regeos le había dicho que aquel chico era quien ella pensaba que era. Pero quizás ella no pensara en el fondo que era el chico Sabríneo, porque ella misma había forzado su voluntad para pensar lo que ella creía sincero. En esos instantes, sin pensar siquiera, le vino un nombre a la mente, el nombre de alguien que se haya podido criar en los bosques hasta adquirir esa habilidad. Alguien que podría hacer que ella recorriera todo el mundo en su búsqueda: Orly. A lo mejor no murió, a lo mejor le mintieron para sacar provecho de ella. Hasta ahora era la única persona que podría ser. Barajando todos estos pensamientos, María no durmió. Miranda despertó e hizo su guardia. En cuanto salió el sol despertó a María que simplemente se hacía la dormida.
- ¿Viste algo anoche? – le preguntó Miranda
- No, nada interesante. Al parecer han dejado de seguirnos - mintió María
- En ese caso sigamos nuestro camino. Transcurrieron otras dos noches, en las que no apareció aquel chico. Una tarde se encontraban a punto de llegar a la cascada
- Bebe ahora del río, vamos a desviarnos un poco del camino. – le dijo Miranda a María - En lugar de caminar hacia el norte para ir a la cascada y luego girar de nuevo hacia el sur, nos reencontraremos con el río en el este, sólo nos ahorraremos unas horas, pero algo es algo
- No, quiero ir a la cascada - dijo María
- ¿Para qué?
- Cuando nos raptaron creo que deje algo de comida junto al lago - dijo María que ya tenía preparada una excusa
- Pero si con lo que traigo de mi reino y con los frutos que hay en este bosque…
- Dijiste que solo serían unas horas ¿no? ¿Qué prisa tienes ahora? – le cortó María
- Tienes razón, pero no quisiera volver a desviarme del rumbo que lleva este viaje…
En menos de una hora llegaron a la cascada, estaba exactamente como la dejaron
- ¿Ves dónde está la comida? - dijo Miranda
- No, parece ser que se la han comido - dijo María, pero ella no estaba buscando la comida, que nunca había existido, estaba buscando a Orly. De pronto miró al cielo, y allí, en la copa de un frondoso árbol estaba aquel chico vestido de negro. En cuanto María lo vio, éste bajó corriendo y se encontró con ella. María lo vio, pero con la capucha puesta no podía adivinar quien era ni aún teniéndolo delante
- ¿Quién eres? - dijo María. Miranda se acercó a los dos, sorprendida de ver a aquel extraño chico
- Me llaman David - dijo el chico
- ¿Nos conocemos? - preguntó María
- No, no nos hemos visto en la vida - dijo David
- ¿Eras tú quien nos seguía? - preguntó Miranda
- ¿Os están siguiendo? - dijo David mirando disimuladamente a María
- Sí, temo que alguien pueda haber malinterpretado nuestras intenciones - dijo María
- ¿Hacia donde vais? - dijo David
- ¿Para qué quieres saberlo? – contestó María
- Por si podía ser de ayuda
- No la necesitamos - dijo María
- No te preocupes María, parece de fiar - dijo Miranda
- ¿De fiar alguien vestido de esa manera? - dijo María
- Sí, nos dijo su nombre sin apenas saber el nuestro, además, tampoco puede hacernos nada sólo por saber adonde vamos. Nos dirigimos hacia el mar
- Bien, yo también me dirijo hacia allí. Me pareció que buscabais comida - dijo David
- Sí, a María se le perdió algo de comida, y tenemos planeado un largo viaje, nunca viene mal ir bien preparados - dijo Miranda
- Sí, pero eso no importa, no está la comida, así que tendremos que desviarnos para conseguir provisiones. – dijo María - Lo siento, pero no te podremos acompañar
- ¿Pero qué estás diciendo? Tenemos comida suficiente para llegar a la Columna - dijo Miranda, y María le lanzó una mirada inquietante, pues David les había sacado al fin el destino de su viaje
- Pero no tenemos comida para la vuelta
- Pero una vez lleguemos no nos hará falta, María – le contestó Miranda
- Venga, no discutáis, os dirigís al mar ¿no? – dijo David - En la costa está mi pueblo, allí os daremos refugio y comida
- No gracias, no queremos desviarnos de nuestro camino – le rechazó María
- Mi pueblo os coge de camino, no os entretendréis si no queréis. María, no puedes decir que no - dijo David tendiéndole la mano. María se dio media vuelta enfadada y se alejó de ellos
- Déjala, está rara últimamente, claro que te acompañaremos – le dijo Miranda
- Miranda, no le conocemos de nada - gritó María desde donde estaba
- Te pareció conocerme cuando me viste, ¿no? ¿O acaso esperabas que fuera otra persona? - dijo David a María
- Se hace tarde – se limitó a contestar María. Los tres partieron en el momento liderados por aquel desconocido que se hacía llamar David

Texto agregado el 27-06-2008, y leído por 71 visitantes. (0 votos)


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