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Inicio / Cuenteros Locales / aprendizdecuentero / WINITO Cuento para niños de 5 a 7 años.

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Todos, en casa, estaban orgullosos de Winito; tenía pocas semanas de haber nacido y había heredado, de su papá, el color gris plateado en la piel, así como la figura esbelta y el color miel de sus ojos.

De seguro tendría, también, el mismo valor y la misma lealtad hacia la familia.

El papá de Winito era, desde hacía tiempo, el perro guardián de aquella casa.

Winito quería y admiraba tanto a su papá que estaba dispuesto a imitarlo en todo para llegar a ser, algún día, como él.

Esa tarde, entre carreras, brincos y juegos, su papá le dio la primera lección de su vida.

—Mira hijo, ser perro guardián es un oficio muy importante; tenemos que cuidar la seguridad de esta casa y, por eso, en cuanto veamos a cualquier tipo, sospechoso de ser ladrón, debemos de impedir que logre entrar a robar. A los ladrones no les gusta dejarse ver, pero yo los conozco muy bien y te voy a decir cómo son. Lo primero es que caminan tan silenciosos que sólo el fino oído de un perro guardián puede escucharlos; además, los delata su olor, huelen a maldad, que es el olor más horrible del mundo, aunque sólo los perros guardianes podemos percibirlo y, además, son tan feos que tienen que cubrir su cara con un gran pañuelo o con un antifaz.

—¿Y qué debo de hacer cuando alguno se acerque a la casa? —preguntó Winito.

—¡Todo! —contestó su papá poniéndose en pié de un salto y adoptando una actitud de intensa alarma— ¡Todo lo que los pueda asustar! ¡Gruñir! ¡Saltar! ¡Mostrar la dentadura erizando los pelos de nuestra piel! Todo lo que se te ocurra para mostrarte feroz.

No le dijo que había que ladrar, porque ¡vamos! Eso no era necesario decirse, se daba por sabido.

Dos noches después, dos oscuras sombras, una larga, larga como de gigante y la otra pequeña, pequeña como de enano, se acercaron silenciosamente a la casa.

Winito, debido al calor de la temporada de verano, se había echado a dormir afuera de su casita de madera, cerca de la reja de entrada a la casa, por lo que fue el primero que se dio cuenta de que estaban ahí; se acercó cautelosamente a la reja, recordó las instrucciones de su papá, así que, erizó los pelos de su piel, mostró tan ferozmente su dentadura que parecía que se le iba a salir, dio un salto, no muy alto porque él era pequeño, todavía, y gruñó, sólo que el gruñido no pasó de ser un débil ronquido como correspondía a un perrito de su edad.

En ese momento oyó, a sus espaldas, el sonoro gruñido -casi, casi un rugido de león- seguido de los ensordecedores
ladridos, de su papá.

De más está decir que los ladrones huyeron con mayor velocidad de la que tiene un tren bala corriendo a lo largo de un túnel.

Más tarde su papá comentó con Winito aquel intento de asalto.

—Mira, hijo, lo que pasó anoche es una experiencia que no debes de olvidar, a pesar de que eres pequeño y no lograste atemorizarlos, demostraste tener valor y eso es muy importante. Más adelante lo harás mejor. Tienes que intentar algo que asuste a los ladrones, que los haga correr aterrorizados y sé que la próxima vez lo lograrás, sin mi ayuda,

Esa próxima vez, como había dicho el papá, ocurrió la siguiente semana.

Por la noche, Winito dormía, como de costumbre en la temporada de calor, fuera de su casita de madera que estaba cerca de la reja de entrada a la casa, cuando dos oscuras sombras, una gorda, gorda como de ogro y la otra flaca, flaca como de duende o elfo se acercaron sigilosamente a la casa. La fina oreja de Winito escuchó el leve ruido de sus cautelosas pisadas y su fino olfato percibió el horrible olor de su maldad.

Caminó sigilosamente hacia la reja de entrada, mientras ideaba qué podría hacer para lograr que huyeran.

Recordó la ocasión en que había ido al campo, con los señores y los niños de la casa, y que un borreguito, queriendo jugar, se había lanzado sobre él y le había dado un tremendo tope que lo había dejado sin aliento. ¡Eso! ¡Eso es lo
que debía de hacer¡ ¡Lanzarse sobre los ladrones y hacerlos
huir! De manera que dio dos pasos hacia atrás para tomar vuelo, agachó la cabeza y se lanzó sobre la panza de uno de los ladrones (del más gordo para no fallar) y éste, sin hacer ningún esfuerzo, lo hizo rebotar de regreso, más de tres metros hacia atrás.

Fue entonces cuando apareció la figura del papá de Winito quien, con un feroz gruñido y mostrando su fuerte dentadura, hizo huir a los ladrones con la velocidad de un cohete disparado a lo largo del camino.

Winito, no muy satisfecho de su hazaña, regresó siguiendo los pasos de su papá rumbo a su casita de madera.

—Lo hice mal, papá, no logré hacerlos huir—se quejó, bajando la cabecita apenado.

—No, hijo, lo has hecho muy bien. Has demostrado una vez más tu valor. Eres valiente y decidido, sólo te falta encontrar el modo, descubrir la fórmula, inventar el método para hacerlos huir y pronto lo vas a lograr.

Días después, como si la suerte se empeñara en acosarlo, volvió a darle una nueva oportunidad.

Esta vez los que se acercaron a la casa eran tres ladrones, el primero alto, alto y flaco, flaco, el segundo ni alto no bajo, ni gordo ni flaco y el tercero muy bajito y muy gordito que parecía que, más que caminar, avanzaba rodando.

Las orejas de Winito escucharon los casi silenciosos pasos; su fino olfato percibió el olor que denunciaba a aquellos malvados y se puso alerta, esta vez no podía fallar, los ahuyentaría antes de que despertara su papá.; caminó con precaución hacia la reja esperando que se acercaran más, mientras pensaba en la fórmula para espantar a los
intrusos. Se acordó de la primera vez que se había encontrado con un gato, recordó cómo el encuentro les había puesto los pelos de punta a los dos y la repulsión y furia que se despertó en él (más tarde su papá le explicó que, debido a su naturaleza, perros y gatos nunca podían estar cerca)

Desde entonces evitaba el encuentro con ellos y, cuando éste encuentro ocurría, ambos, él y el gato, corrían velozmente en direcciones opuestas, por lo que pensó que lo mismo les ocurría a los ladrones y harían todo lo posible por evitar encontrarse a un felino. Justo en esos momentos los ladrones llegaban a la reja de entrada a la casa y Winito, con una habilidad, que nadie hubiera imaginado, lanzó un agudo sonido imitando al animal aquel con el que no quería encontrarse, y que buscaba tener siempre a distancia, es decir:

—Miiiiiiaaaaauuuu!

Maulló como gato.

—¿Qué? Aunque parece perro no es más que un gato —dijo en voz baja uno de los ladrones al tiempo que avanzaba, seguido por sus cómplices, cruzando la entrada de la casa.

En esos momentos se oyeron, a la espalda de Winito, los furiosos ladridos de su papá, los que hicieron correr a los ladrones con más ligereza que una liebre, perseguida por el cazador, a través de la pradera.

Esa fue la lección que Winito aprendió.

No tenía que dar topes, igual que un borrego, ni tenía
que maullar como un gato, tampoco tenía que imitar a otro,
ni tratar de parecerse a nadie, él era un perro guardián, tenía que actuar como un buen perro guardián, ladrar como un perro guardián, y sentirse muy orgulloso de ser ¡UN PERRO GUARDIÁN!

A partir de ese día, como buen perro guardián, Winito, en cuanto olfateaba o escuchaba el menor olor o sonido que le indicara la presencia de un malhechor, ladraba con la mayor furia y entusiasmo del mundo lo que lo hizo ser el mejor de los perros guardianes.

Eso sucedió hace ya algunos años. Poco tiempo después, al papá de Winito se lo llevaron sus dueños a una casa en el campo pues ya tenía muchos años de ser el guardián de aquel lugar, había trabajado mucho tiempo y debía descansar.

Winito es, actualmente, un gran perro guardián, al que ahora llaman Winster, que es su nombre de Adulto y tiene, como entonces su papá, un pequeño perrito, su hijo, al que ya empieza a enseñar.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Texto agregado el 25-06-2008, y leído por 690 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
29-06-2008 Un cuento encantador, tla ve más para 6 años que para 3, pero precioso. Entretienes con tus historias, siempre originales y muy bien narradas. Es una delicia leer tus cuentos. Mis estrellas al perro winito nayru
28-06-2008 de verdad me encanto . muy entretenido. y le va gustar a tus nietos. Y deja una bella ensenanza. carolina52
27-06-2008 Uyuyuyyyy. ¡Qué ternura de cuento! ¡Qué bonito! Mira que pones una gran emoción para narrarlo y uno, como lector, se mete en la historia. Al final, una sonrisa - que sale del alma- demuestra que la empatía con el escritor, es inevitable. Encantada de descubrirte. Un abrazo. Sofiama
26-06-2008 ¡Qué cuento más bonito y más tierno! Y qué bien contado. Me has regalado una agradable lectura en esta tarde de junio. Mis estrellas con mi agradecimiento. Lo guardaré en la biblioteca que estoy organizando para mis futuros nietos. maravillas
26-06-2008 Divertidísimo cuento que me ha hecho retomar recuerdos. Gracias por compartirlo, es muy bueno. Saludos. Jazzista
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