¿Sabes?
Hoy tengo ganas de maldecir a quien se me cruce, de putear a más de un millar de personas, de decirles cuanta mierda siento para ellos.
Pero no…
Soy el mismo miedoso de siempre.
El que empuña el arma y a cuatrocientos metros mata o no…depende de su suerte. De la suerte.

Entonces que hombre que soy, ¿no?
Me encojo de hombros salgo con mi rabia y mi arma, y destruyo todas las cosas que creo que no valen la pena.

¡Así me gusta ser!
La mierda personificada en putrefacción casi humana.

Me respetan pues tengo odio.
Pues tengo sangre fría.
Pues nadie me saca esas ganas de maldecir con fuego esos rostros, esas aldeas….esas muy de esas….

Pero hoy me levanté mas hijo de puta que nunca, odio a todo lo se me cruza en el camino.

“¡Eh capitán! Está con pesadillas… ¿qué le pasa?
¡Despierte!
Pobre capitán, otra vez cogió Paludismo.

Hoy más de trescientos niños se salvaron.
Pues el capitán esta con Paludismo, está enfermo.

¿Está enfermo ahora?
¿Estaba en los sueños?
¿Seguirá así?
¿Cuánto tiempo de odio y rabia acumulada se soporta sin salir a pelear contra ella?

¿Existe un reloj de rencores?
¿Existe medición?

¿Qué nos sucede?


“Capitán, la fiebre le ha bajado”.
Oh, hijo, menos mal…
Soñé algo muy feo, hijo.
No, capitán. No lo soñó. Vació su alma del cargador de balas de la vida.
Vació todo…no creo que le quede mas tiempo a su reloj.

Un reloj de odio, rencores…ajenos a la muerte…solo de casualidad.
Un reloj que de pura suerte no distingue horas, de segundos…