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Canto Lunar


Días y meses pasan y para mí el tiempo simplemente se congeló. Vestida de novia te espero, anhelando tus caricias, soñando con el día en que termine esta maldición.

Mi corazón mengua hasta el punto de morir, hundido en la soledad. Pero la esperanza me da aliento y nuevamente me preparo, me visto de novia para espérate.

Desde la distancia te llamo, te acaricio y te beso en mis sueños. Me reflejo en el interior de tu espectro, con la ilusión de por fin fundirnos en un solo ser.

Recuerdo la ultima vez que pronunciaste mi nombre, diciendo con tu ultimo aliento “Selene, te amo, te amare lo que dure la eternidad, lo juro”; Y así ha sido a lo largo de los tiempos.

Las envidias de los que veían en nuestro romance un pecado no separo. Almas puritanas con el interior tan negro y putrefacto como sepulcros ahogaron lo bello de nuestro amor, viendo malo algo que es tan natural como los elementos.

Incapaces de entender lo sublime y hermoso de nuestros corazones, mataron toda posibilidad de estar juntos. No les bastó con mata nuestros cuerpos, también de sus bocas salieron palabras torcidas, venenosas como la ponzoña de las serpientes, que injuria y miente, que consuela falsamente y profiere el golpe mortal.

Con falsas lagrimas y lamentos vistieron mi cuerpo con vestido de novia, cual virgen a la espera de ser poseída por su dueño marital. Hubo ayunos y ruegos por el alma que se transforma de nuevo, aquella que es reclamada por el corazón de la madre que la vio nacer. Así me enterraron lejos de ti.

Para ti no hubo tanta gloria, un humilde funeral fue tu despedida. Con la sincera despedida de aquellos a los que se les puede llamar hermanos en lugar de amigos, tu cuerpo se marchó de esta vida. Pequeñas barcas escoltaron el cuerpo, devolviendo al mar a uno más de sus hijos. No hubo elocuentes palabras, ni una plegaria proverbial. Solo un adiós, y una pequeña oración entonada con sinceridad que decía:

“Señor, ten compasión de este corazón, que murió amando y murió por amor, permítele encontrar el alivio a su pena, y permítele encontrarse con su amada, en otros cuerpos, en otras épocas, pero siempre con la misma intensidad de aquel amor que se da por primera vez”

Y las hijas del viento se conmovieron ante tal oración sincera. Elevaron mi cuerpo, transformándole en la eterna novia que espera a su amado. Noche a noche busco entre las olas tus besos, te atraigo hacia mi, esperando el día en que no nos separemos jamás.

Entre tanto, poetas hablan de nosotros, y cada noche dejamos nuestra prisión, buscando a los amantes, para poder revivir en otros cuerpos nuestro amor, ese que solo se brinda la primera vez.

Texto agregado el 14-06-2008, y leído por 80 visitantes. (0 votos)


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