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Tarde en Bloomingdales
(O los raros sucesos que acontecieron una amarilla tarde de invierno en una extraña ciudad)

Juro que es verdad, es más, digo que puedo morir y retirarme tranquilo a eso que yo digo será un día de campo eterno, no hablo de oidas, hablo de lo que he visto, oido, olido y tocado.

Juro que es verdad, hasta el punto de haberme sometido a una terapia psicológica por largo plazo, hasta el punto donde el insomnio me hizo esclavo durante varias noches, pensando y pensando, pregúntandome si lo que pasó fue real o un artificio de mi imaginación.

Juro que es verdad, muy a pesar de que ahora me tiran por loco, pues pareciera que yo solo fui testigo de tales hechos. En verdad, el porqué habría de mentir, imaginar o alucinar, no lo sé, no he encontrado la respuesta a eso que para mi es una situación enigmática pero no por eso inverosímil.

He preferido escribirlo antes que tener que contarlo, ustedes saben, la burla tortura y yo no pienso arriesgarme a ello, pues al final yo sé que fue verdad.

Sucedió en una ciudad de fierros, rascacielos y millones de personas con sus respectivas historias, he decidido no nombrarla para que ustedes lo deduzcan y adivinen, total, no me lo van a creer, da lo mismo si fue aquí o en cualquier otro lado.

Juro que es verdad, y para que sea más creible mi relato, escribiré otros sucesos increibles, pero que por fortuna, tienen la ventaja de haber contado con muchos pares de ojos como testigos, a lo mejor y en una de esas, hasta ustedes también los presenciaron y eso pueda ayudar a dar constancia de mi historia, o por lo menos, quede con el beneficio de la duda.

Les contaba que fue en una ciudad de fierros, tinacos y taxis amarillos, en donde suele pasearse un vaquero desnudo, armado con una guitarra en mitad de una noche nevada, o en donde trágicamente derrumbaron dos torres gigantescas. Sí, esos hechos fueron verdaderos, quizás y uno de ustedes haya sido testigo vivencial, o a través de la televisión. O que tal esa historia donde se dice que en una plaza en la converjencia de famosas avenidas, emite tal cantidad de luz que puede ser vista desde el espacio exterior, o aquello que dicen que, en un dia de suerte, uno puede ver un Ferrari cabalgando briosamente por entre calandrias y autobuses, con un sonido seductor que hace latir el alma de las vidrieras en los escaparates de lujosas tiendas. ¿Verdad que eso si ha pasado?.

Bueno, pues les decía que sucedió en una ciudad de fierros, hot dogs, barrios chinos expandibles y dueña de una noche estrellada. Sí, les juro que es verdad, caminaba por conocido barrio al sur de aquella famosa calle, sucedió en los almacenes de Bloomingdales, lo ví y nadie parecía inmutarse, todos lo daban como un hecho normal, como si fuera algo tan propio y cotidianamente absurdo, que yo creo que es por eso que no cuento con más testigos para poder dar por sentada esta historia. Será que algo tan común y familiar llegue a pasar desapercibido entre tanta gente; -me pregunté-, algo así como pasar todos los días por los mismos postes de alumbrado, que sabemos que son y estan, pero que si tratásemos de dibujarlos ahorita mismo para hacer una descripción, no lo sabríamos hacer.

¿Cómo no ver la vida diaria y sólo fijarnos en lo extraordinario?, ¿Porqué el orden y la repetición carecen de un placer cautivador?, por ejemplo, uno de mis máximos placeres, logro y realización como persona es recrearme la vida preparando dos tasas de café diariamente, para mi pareja y para mi, ¡es cierto!, ese ha sido por encima de muchos “éxitos” mi mayor gloria.

En fin, me estoy desviando, me quedé en que todo esto pasó en una ciudad de fierros, estadios de beisbol y demás vapores expelidos de las alcantarillas.
Los almacenes de Bloomingdales, fueron el escenario de estos extraños sucesos que a continuación narraré.

¡¡Dos conejos, siete elefantes y una luciérnaga!!, ¡¡Síííí!!, ya lo sé, ¿Dos conejos, siete elefantes y una luciérnaga?, ¿Quéééé?, –ustedes se preguntarán-, sí, eso, tal como lo leen; Dos conejos, siete elefantes y una luciérnaga, ¿verdad que es de admirarse?, y más aún si los ves haciendo compras, sí, un cotidiano y muy normal shoping en Bloomingdales, créanme, juro que es verdad, los conejos eran pareja, los elefantes eran amigos íntimos que les acompañaban, y la luciérnaga una amiga también que daba la impresión de guiarlos, pero al final por como se dieron las cosas yo deduje que eran familia, que vivian todos juntos, su trato era más que de simple amistad, era como una armonía indescriptible, como sincronizada, como festiva, como desfachatada, como relajienta, como, como… como de ¿amor?. Y yo los veía y decidí seguirlos, repentinamente la coneja y la luciérnaga comenzaon a probarse zapatos y ropa de afamados diseñadores, los elefantes a paso muy apurado y cadencioso se dividieron, tres de ellos se medían zapatos, otros tres escogían mancuernillas, relojes y pantuflas, y uno más, el más pequeño, viendo juguetes, bailando con la música ambiental en las escaleras eléctricas, y comiendo galletas. La coneja hablando se levantaba y se volvia a sentar hasta cumplir dos cientos treinta y cinco ciclos para verse en el espejo, las cajas de zapatos comenzaon a ser estibadas, ganaron altura hasta competir con los rascacielos, el conejo seguía a ratos a los elefantes, ora la coneja, ora la luciérnaga, ora el más pequeño, todo para irlos convenciendo de que ya se acercaba la hora de un pequeño refrigerio, con ligero agobio el conejo se dabatía entre sus antojos, para finalmente decidir y proponer a los demás hacer una comida en un barrio de chinos.

Les deciá, que todo esto pasó en una ciudad de fierros, un puente de piedra y muelles incrustados en las arterias del atlántico. Desde entonces he pensado en mentir para ver si así, alguien puede creerme, porque creo que si digo la verdad no me van a creer, por eso digo que los almacenes Bloomingdales sólo estan llenos de gente, en fin, mejor así, pero juro que es verdad ésta mi historia, hasta hoy jamas contada, y que como ya dije antes, preferí escribirla.

Texto agregado el 11-06-2008, y leído por 133 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
11-06-2008 bueno elfrancotirador
 
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