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Llueve, y ella sonríe, estoy seguro. Siempre le ha gustado la lluvia.

Nunca me imagine sentado en un parque, con los calcetines calados, un nudo de corbata a medio deshacer, viendo una luz encendida en una ventana del que un día fue mi hogar. Hace poco yo tenía una mujer y dos hijos, hoy mi mujer acaricia el pelo del que era mi mejor amigo que ocupa mi sitio. Mis hijos sólo puedo verlos 12 horas al mes custodiado por un psicólogo en un punto de encuentro.

Al pequeño no le vi cuando empezó a andar, ni su primera palabra. Cuando esta conmigo extraña y al que me puteo la vida le llama Papa.

Llueve, ahora deben estar en el salón. Quizá cenando. Ella habrá preparado la tortilla de patata, poco cuajada, crujiente y con cebolla cortada muy fina. El pequeño recién salido de la bañera, estará gateando sobre la alfombra, buscando un coche rojo que le ha regalado el usurpador. La mayor estará haciendo los deberes, preguntándole al usurpador como se escribe feliz en ingles.

Llueve y es lo único bonito que me ha pasado estos meses. El lunes, me dieron diez mil euros por veinte años de trabajo. Una notificación, ni un gracias, ni una explicación. Un sobre con una carta de despido; es todo. Y sentado en un banco, en frente de unos columpios sin niños, y con un repicear de lluvia sobre unos columpios grises y vacios, ¿Dónde se esconden los pájaros cuando llueve?

Sólo llueve y nada más. Tengo hijos en ausencia, que no puedo ver , un juez decide lo que es conveniente para mi familia, y un psicologo me enseña que hasta ahora no sabía vivir.

A mi ex la conocí haciendo la cola para un concierto y llovía. Yo con corbata y traje, ella con una camiseta de Iron Maiden y unos vaqueros desgastados. Yo trabajaba desde los dieciséis, ella estudiaba periodismo desde hace tres. La ofrecí cobijarse bajo mi paraguas, ella rehusó, dijo que la lluvia la hacía sentirse viva y sonrió. Yo cerré mi paraguas sonreí y la pedí cobijarme bajo su sonrisa. Ella enrojeció. Yo chapoteé sobre un charco, como en cantando sobre la lluvia. Ella rió,

Hoy llueve, no pasa nadie. Un árbol cortado bajo la que fue mi casa. Un chopo cortado, Ahora sólo queda un tronco cortado del que un día fue nuestro chopo. Bajo él celebramos cuando compramos la casa. No teníamos colchón y todavía no habían instalado la caldera. Veníamos andando por el parque, ella no llevaba camisetas de Iron Maiden ahora prefería jerseys de lana y palestina. Señaló la ventana, con su dedo de uña mordida. Nuestra casa, dijo solemne. El cielo estaba encapotado. Y me cogió de la mano, y me dijo abracemos a este árbol. Y se abrazo al tronco del chopo, rió, no sientes la energía. Yo también me abracé y empezó a llover. Lo ves me dijo mientras ella daba vuelta sobre si misma con los brazos abiertos como bailando con la lluvia. Y yo abrazado al árbol la miraba, hasta que mareada cayó sobre un charco. Un cartero que pasaba arrastrando un carro amarillo nos miró, balanceo la cabeza, sonrió y murmuró. “par de locos.”

Llueve y todavía llevó el anillo en el índice. Soy incapaz de sacármelo se me ha encajado, sólo cortándome el dedo podría quitármelo. El chopo sólo ha aguantado tres años más que mi matrimonio. Una cagada de perro, un pequeño charco y un tronco cortado, por todo una vida de sombra. La mayor nació de un polvo bajo la lluvia. Estábamos en casa viendo la tele, yo con pijama a rayas que ella odiaba, y ella con una camisa blanca que le gustaba quitarme. En la película hacían el amor la pareja protagonista en la ducha. Yo medio en broma, nunca había visto una pelí en que follarán bajo la lluvia. Ella sonrió, ven me cogió del brazo y salimos al balcón, y llovía. No me entere cuando empezó pero llovía, metió sus húmedas manos entre mi camisa del pijama y mi espalda. Un escalofrío me recorrió y luego me besó. Lengua pausada, Yo trate de decirla que estaba loca: El suelo estaba mojado y yo descalzo pero de eso me di cuenta cuando ya había pasado todo. El cielo tronó. Su lengua rebusco mi oido y vi un rayo en el cielo.. La mesa estaba fría y mojada, pero a quien le importaba. Tiró la camisa de mi pijama por el balcón y yo trate de protestar, pero me beso y no pude. Estuvo la camisa varios meses colgada de la copa del chopo. A la mayor la llamamos lluvia. No podía haber tenido otro nombre.


Entonces llegó la sequía. En el 2004 apenas llovió. Ella ya no vestía jersey de lana y palestinas, ni se ponía mis camisas para dormir. Empezó a utilizar minifaldas, trajes de noche y el pelo recogido. Y ese año apenas llovió. Empezó a trabajar en televisión. Ja ja. Yo le conseguí el trabajo gracias al usurpador. Pero no vi nada, no me entere. Todo ocurría delante de mis ojos y no vi nada, se que no llovía pero nada más. El usurpador venía los fines de semana con sus conquistas, sonreía y cenaba con nosotros mientras lluvia dormía. Los geranios del balcón se secaron, pero yo no vi nada. Comenzaron las restricciones, no se podía regar y varios árboles se secaron, ese año nos besamos menos que días llovió. Tenía siempre prisa, galas reuniones, viajes y tenía que acudir a conciertos. Siempre había sol pero no me di cuenta.

Ya estaba embarazada del peque, yo llegué a casa dos horas antes de lo habitual . La había comprado un ramo de flores. El sol, lo iluminaba todo. Giré la llave, caminé lentamente por el pasillo, sentí la ducha. Me desvestí, y entré en silencio. La puerta estaba entreabierta, sólo recuerdo el vao en el espejo. Y entonces oí al usurpador , vi las dos siluetas tras las cortinas. reían. Ni siquiera dije nada. tragué saliva, recuerdo apoyarme en la puerta y sentirla fría, reían, me vestí no se cómo. Deje las llaves de casa sobre la cama desecha. Lluvia dormía en la cuna. La di un beso. Cerré la puerta. Corrí escaleras a bajo. Dejé la puerta de la calle abierta . Hacía sol. Caminé toda la tarde por la calle, me asombre en el número de papeleras grises que hay en Madrid. Me goolpe con varios viandantes no les veía sólo veía papeleras grises sujetas a farolas y semáforos. Conté las trece rayas verticales de los pasos de cebra. Hacía calor. Había gente les oía andar, pisar nunca había oído el pisar en una calle concurrida, nunca me había llamado la atención. Cogí el móvil de la chaqueta. Tenía las manos sudorosas. No tenía conquien hablar. Mi mejor amigo besaba a mi mujer entre las sabanas que todavía estaba pagando. ¿llamar a quién? No entendía. Nada. A quién llamas cuando estas sólo. Me sentía sólo. Hace diez minutos tenía dos hijos, una familia y una bonita amistad. Hacía calor., maldito sol .No sabía que pasaba pero no llovía. Entré en un bar pero no podía beber, tenía un nudo. La gente cuando le traicionan bebe, pero yo no podía ver. El camarero, se impacientó porque no le pedía nada. Le miré. No podía. Me levanté y me fuí, le oí comentar algo los otros clientes me miraron. Pero que importa cuando nadie está al otro lado, que se puede esperar uno que vive en la calle desengaño. . lluvia dormía en su cuna. Era la única pero no sabía hablar. Ni siguiera lloré tenía secas las lagrimas. Trate de suicidarme, por hacer algo, que haces sí los demás puedes prescindir de ti. Si no eres más importante que una publicidad que se agolpa en un buzón que nadie quiere recoger. No tenía don de ir. Alquilé un habitación de un hostal de la Puerta del Sol, estaba anocheciendo.. El recepcinista me miró y cobró la habitación por adelantado, después de preguntarme si iba sólo. Me indicó que subiera a la cuarta planta, en las escaleras me crucé con una joven sudamericana y un señor mayor, vamos papito le decía ella a él. Una cama sin mesilla, una pared desconchada, verde. El baño era una ducha amrilla por l a cal, un vide y un grifo que goteaba. En la papelera sin bolsa del baño un condón usado. Hacía calor. Me tumbé en la cama sin atreverme a deshacerla.

Me desperté en el hospital, me estaban haciendo un lavado de estomago. Un médico sonrió al verme abrir los ojos. Hacía calor. Había tomado una burrada de barbitúricos, pero yo no me acordaba. No me acordaba sólo recuerdo que hacía calor. El del hostal había llamado a la polícia porque no es normal que un hombre sin equipaje, con la camiseta de vestir, puesta al reves, entré a un hostal de putas sin ninguna. Eso sólo significa que te vas a suicidar. Y los antros han de cuidar su imagen.

Llueve, tan monótono, tan rítmico, es como una música. Tac, tac, sientes cada gota en el cuerpo, no es un chorro, son gotas distintas. Luego se deslizan por el cuerpo, buscando otras gotas con las que unirse. Me dieron una baja por depresión, dijeron que era peligroso que viera a mis hijos por si trataba de vengarme. Acudía a una terapia fantástica, pero el psicólogo no entendía que hacía Sol. Era el sol. Pero hoy llueve, estoy vivo. Ja ja. ¡Llueve por fin!. Porque no sonreír, porque no ponerme de rodillas y abrazar a un tronco cortado. Estoy vivo. Llueve. Hay barro, charcos, vida. Lluvia se ha asomado a la ventana cogiendo al peque en brazos. El peque sonríe, llueve y yo estoy llorando. Amó la lluvia. El chopo todavía tiene energía lo noto. El chopo y yo renaceremos con la lluvía. Lluvía cantará singing in the raín.






Texto agregado el 09-06-2008, y leído por 188 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
12-06-2008 Ah, qué triste. Pero qué buena narración. Me conmovió y también me hizo reir en algunas partes. Muy buenas imágenes, excelentes, muy linda esa importancia que le das a la naturaleza, a la lluvia sobre todo... un cuento precioso. Felicidades saudade
 
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