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Inicio / Cuenteros Locales / robertbores / NI REALIDAD, NI VANIDAD, NI SUEÑO

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Templó su corazón, con un latido sosegado, para colmar levemente sus ánsias de eternidad. Ansias de eternidad sumergidas entre las sombras y las luces de su vida, perdidas en la mitad de la olvidada presencia de un lejano crepúsculo del alba.
Y soñó. Con Adan, el barro primigenio que habria de llenarnos a los futuros padres, con ese mismo barro que embruteció a sus hijos y habría de embrutecer a nuestros propios hijos. Qué duros los milenios de un tiempo sin final, en donde lucharon tres, donde hoy miles de millones luchan.
No fué la vanidad, ni tampoco un deseo ferviente, fué un deseo desconocido e ignorado, circunstancial, el pecado de la sufrida Eva. Fué principio y final. Fuga, la fuga inesperada y precipitada, el camino imperfecto de la lucha por la vida, el abatimiento de la paloma huida masacrada entre las flores, en un día nublado de esperanzas. La tan conocida y esperada esperanza de la repetición de los siglos. los mismos siglos que habrían de llegar, inexorablemente, muchísimo más tarde.
Pero llegaron hasta nosotros, o aún mejor, nosotros llegamos a ellos, como tantos irán llegando hasta un esperado, y definitivo final. Para unos triste, para los más imprevisto, para la mayoría incomprensible.
Y no será la manzana, esa dulce y enrarezida fruta de hoy y de siempre que la historia nos ha hecho llegar con el determinante y a la vez temido universal pecado, la que nos hará entender, aquel pecado, como la causa de nuestro inacabado, doloroso y esperado final.
Nos contaron la historia de un mito cosmogónico con la intención de obligarnos los mistagogos, a comprender una relidad incomprensible. No a conocer el real sentido del suceso, sinó más bien para que entendieramos la responsabilidad que, la mencionada manzana en boca de la serpiente, un referente malvado, pretendía hacernos entender,
Un enunciado a priori validado por su lógica interna, sin referencia a hechos externos o a la experiencia.
No somos capaces de entender la diferencia que sigue existiendo entre el amor captativo y el amor oblativo. Creemos que lo merecemos todo, que nos lo deben todo, cuando la realidad nos apercibe que debemos ganarlo todo con nuestra lucha personal; amor, dinamismo, esfuerzo y conquista. Sin perspicacia, sin el secreto egoísmo que se oculta tantas veces detrás de un acto aparentemente bueno. La oblatividad no domina. La mentira piadosa, puede llevar a la inestabilidad personal y al sentido de culpa.
A pesar de todo, no hemos llegado a comprender, ni tan sólo, la definitiva responsabilidad a la cual, debíamos sucumbir en el futuro, que nuestra especie acumulaba. Una responsabilidad innata en los seres vivos pensantes, más imperfectos que la de los seres inferiores, unas bestias que son capaces de morir por defender su descendencia, en tanto que el tan conocido ser inteligente, es capaz de abandonar a sus recien nacidos; este es el gran pecado.
El gran pecado que la irreal realidad, envuelta en vanidad, está destrozando las ensoñaciones, las esperanzas, mientras el tiempo huye. Entre tanto vamos a seguir viviendo de promesas, de falsas promesas, tergiversando la realidad, haciendo comprender lo incomprensible, recusando la autoridad de unos y de otros que es muy fácil recusar si no se tienen plazas en el foro. Oir, ver y callar, seguirá siendo la consigna del humano, del humano poderoso que envolverá su poder en el creciente marco de una globalización empedernida. El tan soñado desarrollo. Mejor es no pensar. No pierda el tiempo pensando en la manzana. No vale la pena.
No puedo comprender como Dios necesito crear a dos seres a su imágen y semejanza de un trozo de barro, cuando había creado un mundo tan inimaginable como el universo infinito que todavía sigue en su interminable expansión, después de millones de años.
Creo sinceramente que este Ser Superior, creador del universo, no necesitó crear del barro, si no más bien que su determinante decisión fué la causa decisiva para incentivar el desarrollo y crecimiento de nuestra inteligencia. Una inteligencia recortada por la vanidad propia, la única razón que, por su incontenible sentido de la fuerza persiste en dominar esa misma razón.
Siento cada vez más cerca la presència de un Dios, racional, generoso, definitivo hasta el punto de entender, ya sin pensar, en la inutilidad del pensamiento negativo, la presunta y vana intención amorfa de la negación de la existencia de un creador absoluto, que la mayor parte de los aceptados inteligentes de hoy se empeñan en negar.
Cómo, me decía un inculto pero a la vez inteligente ciudadano, ¿cómo podemos afirmar que nos falta masa encefálica, si no la hay ? Somos incompletos, indeterminados, falsos, engreidos. Seguimos viviendo en una determinante posición de plano liso, con el único fin del interés por nuestra buena vida, aunque sea robando sentimientos. Y todo por qué ? Por la mayor potestad que un Dios generoso, nos ha confiado; el libre albedrío, la libertad, esa libertad que entre todos seguimos cohartando.
Ser libre no presupone dominar a los otros, ser libre significa conceder la libertad , una libertad generalizada que ha de llenar de comprensión a todos los demás, sin olvidar la preferencia de la bondad, el bien más definitivo de nuestra existencia. Todo lo que sea incrementar el poder a pesar de los demás, ahogar el desarrollo de la vida, aún materializando las posibilidades de desarrollo industrial, servirá bien poco para la evolución de la humanidad, por muchos green y piscinas que construyamos. Eso es solamente, o debería ser, un camino bien asfaltado para evitar el tropiezo, no para ocasionar una catástrofe única y permanente.
¿ Pero, de verdad, somos libres.? Ciertamente. Sólo tenemos que ver la entrega misericorde de tantos y tantos seres, Los Ángeles de este miserable mundo, sin armas y sin dinero, decididos a entregar el esfuerzo incondicional de sus propias almas, al servicio de los más necesitados. Pensemos en la ingente labor que desarrollan. “ Ayudemósles; de una vez.


Robert Bores Luís
P.de A. 29-05-2005

Texto agregado el 01-06-2008, y leído por 81 visitantes. (0 votos)


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