Ayer, entre poesía y barbaridades nada se había dicho. Ante la espera de un vino añejo, me quedé mirándolo fijamente, lo vulnerable le explotaba, y esos deseos de abrazos furtivos le ocultaron la mirada en mis hombros que de a poco se fue transformando en sueño y entrelazos de dedos..
El sueño se hacía cada vez más profundo pero no alcanzaba a superar la vigilia de esos ojos cerrados y respirar profundo. Algo te había hecho daño, tanto que no podía estar conciente de imaginaciones, solo podía hacerlo tan propio que en cierta parte se igualaban a los míos.
Todo se calmaba cuando tu brazo bordeaba el mío y ese respirar tan tenue me daba calor que opacaba el frío..
Aunque escuches la misma canción mil veces, y repitas esas frases 100 más, siempre había un tono y una ejemplificación diferente, como si algo te apresurara, como si algo te atormentara que debías decir...
Palabras y poesías intermitentes, letras sin fin y melodías con gusto a calma y dolor.. sabía que todo dura un micromomento. Y tan soñadora a veces, tan acertada otras tantas, sabía pronósticos y reseñas.. el día se venía lluvioso.. justo cuando cruzó esa calle con un adiós indefinido y el último roce de piel.