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Melancolía

Como una suave brisa matutina llegaste a mi vida, en el momento en el que solo me interesaban los balones de fútbol y las canicas, cuando solo tenía ojos para deleitarme con Mazinger, Meteoro, Acuaman y el Agente S5, cuando las niñas me parecían chillonas y aburridas y mi madre era la única mujer del mundo de que estaba seguro ocuparía mi corazón.
Así era mi vida cuando llegaste, bajaste de una nube rodeada de un halo mágico que acabó mandando al cajón del olvido las canicas y la pelota de números, cerrando mis ojos a los superhéroes que vivían en la pantalla del viejo televisor para abrir mis oídos a las melosas canciones de Leonardo Favio y Camilo Sesto que mi hermana mayor colocaba en una y en otra vez en su tocadiscos negro.
En aquel día de Marzo del 77, mientras que jugando con mis amigos, inventábamos cuentos y planeábamos aventuras, te acercaste a nosotros para presentarte- “Me llamo Claudia “- dijiste- y el mundo se pinto de colores al instante, miles de mariposas volaban en mi estomago y pequeños querubines danzaban a mi alrededor, recuerdo que no atiné a decirte nada y permanecí en silencio, sintiéndome arder, consumido por el rubor de pensar que el mundo entero hubiera leído mis pensamientos.
Desde ese día cambiaron en mi, gustos costumbres y métodos, me convertí en un espía que vigilaba escondido tras las cortinas de mi casa, aguardando tu regreso del colegio, en un mitómano consumado, ensayando excusas, buscando motivos para verte y estar contigo, para escuchar nuevamente tu voz y sentir lo que es morir y llegar al cielo, en un enemigo acérrimo del Gordo Diego, de su encanto con las niñas y su desparpajo para hablarte, mientras que yo tartamudeaba al repetir tu nombre, optaba entonces por callarme y corría a esconderme en los long Plays de Leonardo Favio y Camilo Sesto que no paraban de sonar en aquel tocadiscos negro.
Era necesario tomar una decisión, asumir mi papel de hombre y encarar de una vez y por todas miedos dudas y temores, gaste mis pocos ahorros en una camiseta lacoste, con el pelo engominado y tieso, cual John Travolta en Brillantina, me senté bajo el viejo palo de mangos a esperar que llegaras del colegio, mientras que repasaba frase por frase y palabra por palabra , ensayando posturas, risitas tontas y también una poesía que me aprendí de memoria de un libro de José Angel Buesa que mi hermana guarda con recelo.
Hasta que bajaste del bus, cual virgen no en ascensión, sino en descenso, blandiendo cual daga esa sonrisa roja y la mata negra de tu pelo, te acercabas en cámara lenta, no caminabas, flotabas entre nubes, mientras que un torbellino derribaba planes, abatía estrategias y asolaba pensamientos, se me olvidaba la poesía, quien era Jose Angel Buesa y hasta el mismísimo Camilo Sesto, cuando todo era confusión y torpeza, me dijiste “ Hola “ y seguiste derecho, una fuerza avasallante, que nacía desde muy adentro, irrumpió por mi boca para gritarte en un clamor que quebró para siempre temores, dudas y celos- “ Yo a usted la quiero Claudia “y el mundo se detuvo en ese momento. Te quedaste quieta no se si sorprendida por mi valentía o por el afecto, lentamente sacaste unas tijeras de tu maleta y te cortaste un mechón de pelo que me dejaste en la mano para luego seguir tu camino sin decirme nada dejándome allí parado bajo el viejo palo de mangos, solo con mi valentía de hombre, solo con mis lagrimas de niño enamorado para perderte por siempre entre una maraña de recuerdos.
No sé en que día partiste, ni hacía donde te llevaron, ignoro si te dolió o si te alegraste de volar lejos, sólo se que con tu ausencia, moría dentro de mí, el primer paso de niño a jovenzuelo, ¡y como dolía!..¡Dios, cómo dolía esto de crecer y ser hombre, esto de entregar el alma, esto de romperse el pecho ¡
Igual que el viento que sopla en Octubre, despareciste, sin dar lugar a despedidas, sin oportunidad de llantos, ni de promesas vanas, dejándome guardadas dentro de la caja de madero de pino, un peluche que había comprado en la tienda de la esquina y unas cuantas esquelas perfumadas.
Abandoné aquel tocadiscos negro para convertirme en cliente del Chapinero, la vieja cantina del barrio, escándalo de las señoras del barrio y tema infaltable en el sermón dominical del padre Gallego, allí aprendí a libar de la botella y a cantar con el gordo Diego tangos, rancheras, bambucos y boleros el gordo Diego que seguía siendo mi amigo, eso sí, un poco mas gordo y muchísimo mas viejo, pero que cantaba con las entrañas, con voz atufada y quebrada en lamentos, que bien cantabas gordo !!! Como sólo lo hace el que lleva un “tusa “por dentro.
Y así pasaron los años, los años que llegan y se van, sin espera y sin pausa, los años que no respetan amores, penas, tusas, esquelas, amigos, recuerdos, ahora estoy casado, felizmente aclaro, con una mujer que amo y me ama, tengo dos hijos que son mi lucero. Hoy que mi mujer estaba buscando no se que, cayó del escaparate la vieja caja de pino, en dónde conservaba las fotos de mi infancia, de los años mozos, y uno a uno comenzaron a desfilar ante mis ojos todos aquellos momentos, que creía enterrado bajo el paso inexorable del tiempo, el patio de mi casa, mi perro Kalimán, el gordo Diego con su guitarra, la sonrisa de mi madre, el día de mi primera comunión y en el fondo, amarrado con cinta roja un mechón de pelo, casi se me sale el corazón por la boca!,cuando levante aquel atadijo buscando afanosamente recobrar la fragancia de tu cabello, deseé con todas mis fuerzas volver por un solo instante a estar bajo el palo de mangos en donde aprendí a ser hombre, a sentir como hombre y a hablar como hombre, y digo hablar como hombre cuando se habla de frente , con voz recia y mirando a los ojos, tal como lo hice cuando te dije te quiero,…..Ya sé que estoy casado ahora, que soy feliz y que tengo hijos , pero esta melancolía que ahora me embarga no es por ti Claudia, es melancolía del tiempo perdido, es la tristeza íntima de comprobar que empiezo a sentirme viejo, y que de esos años maravillosos, repletos de superhéroes de TV, de amigos incondicionales, de novias de colegio y de paseos vespertinos, no queda nada, o casi nada, tan solo algunas fotos amarillas y discos viejos, unas cuantas esquelas perfumadas, esta melancolía que ahora me embarga, y este mechón de pelo

Texto agregado el 01-05-2008, y leído por 248 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
21-05-2009 Pocas veces leí algo tan emotivo o que haya tocado con tanta profundidad mi propio corazón. ¡Qué maravilla que un hombre tenga la capacidad para expresarse con tanta claridad y ternura. Ese mechón de pelos que guardaste, hasta a mí, me arrancó lágrimas de emoción. 5* Susana compromiso
01-05-2008 Y te quedan maravillosos recuerdos que volcás en un texto genial. Me encantó, es muy tierno, me encantó encontrarme a Favio, a Camilo a Buelsa y me encantó saber que los románticos´aún existen. Un beso y mis estrellas. Magda gmmagdalena
 
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