Esto es algo así como un recordatorio, de esos que nunca llegan porque la botella se hunde antes de llegar a tierra firme.

Por si me necesitas como yo requiero de vos, está mi mano.
Un hombro lejano y un oido para escuchar, un cariño de hermano.
Unas ganas de sentir tu cuerpo, sólo para volver a posar mi cabeza,
y que me cubras del frío como cuando escapamos de casa,
esperando una abuela que nunca tuvimos nos salvara de...
unos cuantos años de malos ratos a cada cinco minutos.

La vida nos hizo fuertes por algo, porque nos hizo muchas pruebas,
y todas de mal o buen modo las pasamos, y aquí estamos a medias,
como si lo que importara no fuera el alejarnos, sino que no haya barreras.
Por eso toma mi mano que cura, y tocaré tu frente acongojada,
y tu corazón oprimido por la ironía, y te cobijaré por la noche.

Aquí estoy y he permanecido siempre a la espera y tras tu paso,
juntando los momentos que pueda platicarte para cuando volvamos
de nuevo a encontrarnos, para escapar del mundo que nos ha quedado demasiado pequeño.