Sería fácil tratar de ahorcarme con las sábanas mientras todos están durmiendo, o caminar, detenerme y saltar frente a un camión que se acerca a toda velocidad y que de seguro no podrá evitar atropellarme y tirarme sin vida a veinte metros hacia un poste para rebotar y dar paso hacia los vidrios que se rompen cuando mi cuerpo cae sobre la vitrina. Porque siempre he sido relegado al olvido con las tardes frías y húmedas bajo la sombra de la máscara que uno nunca quiere ver, aunque cuando abras la puerta principal siempre tengas algo de energía para investirte de risas auspiciosas que no acaban hasta que ya estás solo, acompañado de tus sábanas que se mueven como serpientes que no te dejan dormir porque siempre las manchas de las paredes se vuelven arañas y por eso no quieres ni moverte para que no te piquen mientras sueñas que te abalanzas contra un camión que viene a todo velocidad.