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GUAPOS

-Yo se lo decía compadre, ¡ese vicio de fumar lo va a matar!, y usted que no me hacía caso, me miraba como con ojos de “¡Ay que pereza!, ya va a comenzar de nuevo con la cantaleta “. Y yo que no lo hacía por mal, por ganas de molestarle la vida, lo hacía por que me preocupaba por usted, por que de verdad lo apreciaba a pesar de todo, y por ser usted lo que era, mi compadre , mi compañero, pero usted no lo entendía, o si lo entendía , solo que no le gustaba, le molestaba de pronto que lo asustara con verdades, que sin ser médico con cartón de universidad le contara de peligros para la salud, ó que sin ser mago, ni brujo ni adivino le enseñara el futuro si no dejaba ese maldito vicio,- Entonces me cerraba usted la boca, que no lo importunara mas, que para cantaletas tenía usted a la Josefa, que para sermones estaba el cura Posadita y para mandatos con el patrón nos bastaba.
- No se me arisque compañero ni se me prevenga tanto, mire que soldado avisado no muere en guerra, si no me quiere escuchar, entonces allá usted
-Mejor así Aicardo - me respondía usted -, Dios en su casa y yo en la mía,- me agradecía tan noble intención, y me contaba”Aprendí a fumar desde que usaba calzones cortos, lo aprendí de mi padre, desde que empecé a servirle de acompañante en las labores del campo, el viejo me decía:
-“¡Fume Medardo! Fume que eso es de guapos, de hombres de verdad , hágalo que así la jornada se hace mas corta, y el hambre muerde menos”,- y ya ve compadre, son más de 40 años acompañado de los tabacos y jamás me ha pasado nada, a penas una que otra tosesita , por de más, míreme, soy fuerte como una roca, no me acobarda nada que se pasee por este mundo ni por los otros si es que los hay, no hallará usted gallo mas fino en este gallinero, ni rival que me enfrente sin temor ,soy macho machote compadre y no me asusta la pelona, el día en que se ha de morir uno ,se muere y punto, pero mientras que eso llega, déjeme gozar tranquilo de mis tabacos y ocúpese de lo suyo.
- Y no exageraba usted en eso compadre , si que era usted guapo, pero guapo de verdad, mire que hasta miedo me daba a veces, claro que me imagino que diría , que para miedos yo si que era ducho, pero es que el temor es algo que se aprende, y usted no escatimaba esfuerzos en enseñármelos, como se divertía usted , me parece verlo queriéndose desbaratar de la risa cuando me asustaba con sus cuentos de espantos y aparecidos, siempre llegaba con una historia nueva, mas aterradora que la anterior, por sus labios conocí de la Llorona, la Pata Sola, la Madre Monte, el Mohan, la Colmillona, el Monicongo, el Cura sin cabeza, y tantos otros compadre…..¿Se acuerda ? ….Y yo, que desde chiquito sufrí de los tormentos de las pesadillas que me provocaba la mano de la vieja vendedora de tabacos, la negra Felisa, ¿lo recuerda compadre?……Esa asquerosa y terrible mano con ese lunar peludo que la cubría toda, pata de simio………No se me olvida el día en que usted me pidió el favor que lo acompañara a comprarse unos tabaquitos
- Vamos, Aicardo, acompáñeme donde la negra Felisa a comprar tabaquitos
- Ya va a fumar otra vez Medardo,…cuando me va a escuchar y va dejar ese maldito vicio, mire que eso lo puede matar
-Pero que cosita con usted Aicardo, ¿Me va acompañar, si o no?
Y yo, todo bobo, que no la conocía aún le dije que si, que claro, y confiado me dejé llevar por usted.
-Vea Aicardo, ¿ya le conté la historia de la mana peluda?,- me preguntaba usted malicioso por el camino.
-No Medardo, no me la ha contado,- Le contestaba como dubitativo, como queriendo que si me la contara pero con temor de que lo hiciera, y usted, zorruno como siempre lo fue, me vió el miedo en la cara pero también leyó la curiosidad en los ojos, y entonces con voz baja, como quien estuviera contando un secreto, o algo muy malo que nadie puede oír comenzó la historia
-Como le parece Aicardo, que por ahí andan diciendo que a un niño del pueblo el Diablo mismito se lo arrastró hasta el infierno, dicen las personas que oyeron los gritos del muchacho, que en la mitad de la noche este chillaba y chillaba como marrano en matadero y que cuando los mayores fueron a ver cual era el alboroto vieron espantados que una gran mano peluda lo tenía agarrado del cuello, y lo halaba desde la tierra que se había abierto, y que de ese hueco salían llamas y humo y un olor como azufre, y que por mas avemarías y padrenuestros que rezaban la garra no lo aflojaba y que ni hasta el agua bendita que le tiraba encima el Padre Posada pudo salvarlo, y se perdió al fin por ese hueco dando un grito que hizo poner pálidos a todos los que allí estaban……..
- Yo me quedé mudo, pero del hijueputa miedo, trataba de encontrarle el engaño compadre, le buscaba y le daba vueltas a la historia para hallar el cabo suelto
- ¿Y por que se lo llevó el Diablo?
-Por que era muy contestón con la mamá
- ¿Y como se llamaba el muchacho?, ¿Lo conozco?
- No se como se llamaba, habían llegado hacía poco al pueblo y después de lo que pasó se fueron
-¿Y por que se fueron Medardo?
-Por que la mamá se enloqueció
-¿Y por que se enloqueció?
-Como será usted de bobo Aicardo, le parece poco haber visto al Diablo
- Oigame Medardo, y a todas estas, ¿Que hacia el padre Posada a media noche en esa casa y con agua bendita?
- Pués…… pueés…….. Como ya le había contado eran unos forasteros recién llegados y habían invitado al padrecito para que bendijera el rancho
- Si Medardo, pero, ¿a media noche?
- Vea Aicardo, si no me quiere creer, allá usted, eso me lo contó el mismísimo Padre y si usted no me cree a mí entonces no le cree al padrecito, y por lo tanto está cometiendo usted pecado mortal y entonces es mejor que se cuide, no vaya a ser que se le aparezca también a usted la mano peluda.
-Hay si fue cuando me quedé como petrificado, ¿Sabia usted compadre que el miedo tiene temperatura ?, vea le cuento, el miedo es frío, como pata de difunto, primero lo sientes en el tripitorio y te hace sentir el estomago como con un bloque de hielo adentro, luego te baja a los pies y estos se te entierran en el suelo, te nacen raíces y no hay poder humano que te haga moverlos, el miedo es cosa complicada compadre, es como la ira, nubla la vista, y cierra las entendederas…..Pero me le hice el guapo, ah es que para ser guapo no solo hay que serlo sino también parecerlo.
Cuando llegamos a la puerta de la casa de la negra Felisa le dije
-Sabe que Medardo no le creo y no creo que el Padre Posada se lo haya dicho
-Esta bien Aicardo, no me crea si no quiera, no se ofusque conmigo, mas bien hágame el favor y entra usted donde la doña y le compra los tabaquitos mientras que yo lo espero acá afuerita
Tonto , menso, como caído del zarzo sería yo, mire que no haberme percatado en algo de sus ojos de perro y sus intenciones de lobo, y yo, como borrego, me adentre en su trampa, todavía me dan escalofríos cuando lo recuerdo compadre, esa casucha que mas bien parecía una caverna, oscura, negra como boca de lobo, a penas iluminada por un cabo de vela encendido que tenia la vieja sobre una mesa, y ese olor, ese olor que se te metía por las narices, por las axilas, por los oídos, olor a viejo, a podredumbre, a tumba recién abierta, y sentada en una mecedora, la vieja Felisa, mas negra que el carbón, matusalénica ella, pero allá iba yo, el guapo Aicardo, rezando pasitico el credo, con ganas de dar vuelta y echarme a correr y gritarle a usted compadre, que si , que estaba cagado del miedo y que no me importaba, pero largarme de allí , pero que va, eso no era de guapos, entonces me le acerque a la vieja
- Un atado de tabacos, por favor- Dije con voz aflautada del espanto
- Son cinco pesos-contesto como desde ultratumba
Apuré a buscar las monedas que usted me había entregado, pero se me enredaron en los bolsillos, intenté tragar saliva y no podía hasta que las encontré, entonces estiré la mano para entregárselas………..y ahí fue…..Virgen del agarradero, cuando intente agarrar los tabacos que la vieja me ofrecía mi mano se topó con una cosa peluda, yo intentaba mirar a ver si es que de pronto había en ese rancho algún perro o gato que no había visto al entrar, y no veía nada, únicamente a la vieja Felisa, sonriendo, enseñándome sus encías despobladas, su ojo apagado y sonriendo mientras que me decía
-Que hubo mijito, ¿no me va a soltar la mano?
Por Diosito lindo que creí morir en ese instante, sentí la tierra abrirse a mis pies mientras que me parecía ver unos cachos que emergían de ese agujero, yo quería rezar y no podía, las palabras se me confundían en la boca, ¿Correr ?…..mis pies eran un árbol, y sacando todas las fuerzas que me quedaban hice lo mas valiente que podía hacer, gritar, grité, grité como loco, en un grito revuelto con llanto, con súplicas, con “Un Diosito perdóneme”, con un “ Ay Medardo , ayúdame “ hasta que los Santos y la virgencita me ayudaron y pude zafarme de esa garra peluda que me tenia preso y que me quería llevar a los infiernos, entonces corrí, ahí si se puede decir, como alma que lleva el Diablo! Solo oía las carcajadas de la vieja mezcladas con las suyas, pero yo no paré de correr y mientras que lo hacía lloraba, lloraba mucho compadre, pero ya no de miedo, lloraba de rabia, de la putería de haber sido tan ingenuo, tan menso, …Sabia usted que en ese momento lo odié compadre…….por haberme hecho eso, por haberme humillado, por ser zorruno y yo borrego, por que usted si que era guapo, y yo, niñita, lloroncito, meado en los calzones, de guapo no tenía ni un pelo,…la rabia me duró como unas semanas, peor fue la vergüenza que me ha durado casi toda la vida…..y usted, todo ufano, pavoneándose de aquí por allá, contándole a todos de mis gritos aterradores, de mi carrera desenfrenada, de mis calzones mojados, burlándose de mi cobardía, de mi falta de guapura, mientras que se reía, y se reía tanto que hasta casi se ahogaba…..no se acuerda compadre…..yo hasta le decía,
-Con calma compadrito, no se me ahogue, ya ve que ese vicio lo está matando.
Y usted nuevamente decía “Que no lo molestara más, que esa cantaleta del tabaco ya lo tenia mamado, que yo no era quien para decirle nada, que eso era para guapos…”. Para guapos, no me lo decía, me lo escupía en la cara
Después de aquello pasaron muchos años, crecimos, nos volvimos hombres de verdad, hicimos familia cada uno, y nos compadramos, usted todavía se burlaba de mi con aquel episodio de la mano peluda y yo en venganza lo atormentaba con mi cantaleta del vicio…..hay cosas en la vida que nunca cambian compadre, cosas que se mantienen vigentes, o al menos eso creíamos, o si no , dígame a ver, a que venía usted todas estas noches con esos cuentos de espantos nuevamente , con sus cuentos, con su mirada ladina, que si no había sentido ruidos extraños en la noche, que esta hacienda del patrón que cuidamos es muy grande y oscura, que tiene espanto propio, y yo en otra vez, como en aquella ocasión, como el que quiere y no quiere la cosa, dándome ánimos de guapo, que ya no era un mocoso, que el tiempo de los miedos ya los había dejado……¡Mentiras! Mentiras compadrito Y nuevamente ese frío en el tripitorio y en otra vez los pies pesados cuando usted me empezó a hablar de la tal “ Candileja “, que si no la había visto aparecer en el monte, que se veía venir desde el alto donde crecen los yarumos, que esta era un alma en pena de una vieja mala que se murió hace muchos años y que en pena vaga errante por los montes y cañadas, en busca de borrachos, jugadores y mal maridos, que primero se ve desde lo lejos una lucecita que lentamente se va agrandando hasta convertirse en una enorme bola de fuego que lo encandila a uno, y yo haciéndome el guapo, que ya no creía en esas cosas y usted otra vez muriéndose de la risa se fue, se despidió dejándome en compañía de doña espanto, ya sabe usted compadre como se oscurece de rápido por estos lados, a las siete de la noche no se veía ni para conversar, usted salió y yo invoqué a Maria purísima para que me acompañara, me aferré de mi escapulario y le cuento que hasta saque la oración del justo juez que tengo guardada en la billetera para estas ocasiones, pero que va compadre, el miedo es cosa complicada , no valió el santoral entero, ni medallas, ni escapularios, y en otra vez, yo, niñita, mocoso, preso del miedo miraba en una y en otra vez las horas del reloj pasar, rogando para que esas malditas manecillas corrieran , que el tiempo volara, que el gallo cantara rápido anunciando la llegada del alba, y no pasaba eso , el reloj no se movía, los segundos parecían minutos y estos parecían horas, se lo juro compadre y como para rematar este aguacero infernal, y que podía hacer yo si no rezar…..
- Dios te salve maria que estas en los cielos
- Padre nuestro lleno eres de gracias….
En otra vez confundido, tratando de ordenar las palabras en mi mente, en esas estaba cuando escuché el primer quejido, era un lamento pavoroso que atravesó el monte, que se filtró por entre el ruido de los truenos y de las goteras hasta que llegó a mis oídos como un cuchillo, se me clavó en el cerebro y otra vez el miedo me miró a la cara, se hacía mas fuerte, cada vez que el pavoroso quejido se hacía mas cercano, entonces cerré los ojos, fuerte , muy fuerte y me vi otra vez en casa de la vieja Felisa, Vd. su mano peluda, sus encías despobladas, su risa de caverna que me decía
-Que hubo mijito, ¿no me va a soltar la mano?
Y esa risa, esa risa burlona de bruja, me vi. corriendo otra vez, y lo vi a usted compadre, con su maldito tabaco en la boca y riéndose , riéndose de mi, de mi cobardía, de mis lágrimas que me llovían desde los ojos, de los orines que bajaban por mis piernas, y entonces me dije que ya no más, que para guapo también yo servía, y me fui para el zaguán de la casa, y usted no mentía compadre, no eran cuentos ni habladurías suyas, bajando del monte donde crecen los yarumos, se veía a la “ Candileja” al principio era una pequeña luz, pero luego se hacía mas nítida, me persigné, tomé la escopeta que colgaba de la pared y dije
- Adiós Candileja de los Diablos, a espantar a los putos infiernos
El disparo retumbó en los cuatro costados del monte, los alcaravanes volaron espantados, las cigarras apagaron su canto monótono mientras que el cielo no dejaba de llorar. Cuando abrí los ojos la oscuridad era un manto nuevamente, no había Candileja, no había quejido, no había espanto, no había nada, tampoco había miedo, este se había escapado con el disparo, y sabe que compadre me sentí guapo, guapo como lo era usted,
-Yo se lo decía compadre, ese vicio de fumar lo va matar un día de estos, y usted que no me hizo caso, “que no lo molestara más, que para cantaletas estaba la Josefa y para sermones el padre Posada, que eso era para guapos……y si que quedó usted con pinta de guapo, ojalá se viera compadrito, con el tabaco aún encendido en su boca, con esa sonrisita burlona, tieso como una momia y en medio de la frente ese enorme agujero.

Texto agregado el 11-03-2008, y leído por 662 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
23-09-2010 Me encantó, un buen anuncio de lo que escribes. Mis 5 estrellas para ti. Medeaazul
08-04-2008 Tan bueno este cuento como el otro. De verdad que tienes una ligereza para las letras enorme. Tus personajes están bien pensados y son congruentes en sus expresiones. El lenguaje es Adoc y el cuento me atrapó desde el principio. Tiene un buen gancho al inicio y el final es bueno, quizas en este un poquito predecible pero sin demeritar. Excelente! janusmoon
 
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