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La miro y se ve feliz. Quizá es delirio de invierno, donde el alma que hiberna actúa mecánicamente mientras la observo. Hace señas con sus manos para enfatizar sus palabras sordas y yo imagino que está platicando sobre su última cita y su último primer beso, su primer enamoramiento reciente.

Yo sigo amargo entre tazas de café frío esperando a un inexistente fantasma del recuerdo.

Ahora ella sonríe una de esas sonrisas donde se pueden contar todos los dientes de su boca de loba en celo. ¿Sonreirá realmente? De repente se sonroja y es que ha de estar contando intimidades demasiado privadas para una franquicia de café en otra esquina de ningún lado en particular. Al sonrojarse le entra un tinte de inocencia y a mí me penetra una risa descabellada, parecida a una carcajada reprimida. ¡Estos humanos!, pienso. ¡Ah!... pero yo también soy humano y ahí vuelvo a sentir la ironía. ¡Toneladas de ironía! Mi risa se ha convertido en una tenue sonrisa sin pena alguna y sé que me ha atacado un poco de alegría.

Yo estoy solo y la gente me observa porque eso ya no esta de moda. ¡Eso sí, cómo es popular todo eso de los psicólogos, el suicidio y la anorexia! Nada me falta y aunque sigan preguntando nada me faltará porque transpiro libertad. Quizá, y sólo quizá, el tiempo es mi único verdugo: tiempo real, tiempo relativo.

La que miro ya no sonríe; ahora esconde una mueca de dolor y supongo que han de ser reminiscencias del fantasma de su último primer amor. Yo también tengo un amor, pero reposa escondido en mi corazón. Las lágrimas casi empiezan a brotar de sus ojos pero tan sólo se asoman como una sombra imperceptible; retiene los sentimientos porque le da vergüenza mostrar una emoción negativa en medio de esta masa denominada sociedad. No sé si llorar o reír por ella. Es inevitable; una mezcla de entorno y genes, educación, moral y todos esos estandartes sobrecogidos de hipocresía. No es su culpa, entonces no habría por qué juzgarla. En el fondo, una vez que se aprende a observar… sí, es bella. Una parte de ella es hermosa y eso es indiscutible. Quizá sea su mirada desnuda y triste. Esa mirada que de repente voltea hacia mí, y pasa a través de mí sin verme. Yo sonrío mi sonrisa lobuna también y miró fijamente a la que pretende anular mi existencia con su indiferencia.

Pido la cuenta y me voy, cansado de historias contemporáneas.

Texto agregado el 19-02-2008, y leído por 254 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
09-09-2008 me he dado en la tarea de leer varios de tus textos, me gustan, como dice zepol, es algo muy intimista, muy fresco. Me gusta tu mirada. Y sí parece que es mala educación mirar a las personas. :D raulinno
18-04-2008 Interesante. Es curioso, sabido e infalible, la forma en que los autores se retratan en sus propios escritos atribuyendo sus percepciones, emociones. juicios y prejuicios a sus personajes. Creo que tienes mucho futuro, porque te muestras muy intimista, con una alta capacidad de introspección, y un estilo, que sin ser perfecto, lleva el camino de convertirse en un diamante bien pulido. Enhorabuena. Y algo más (a propósito de un comentario tuyo en mi cuento) no importa el tema (puede estar "choteado" para emplear tu misma palabra), lo importante es el cómo se dice. ¿Temas nuevos? Nada nuevo hay bajo el sol. 5* ZEPOL
20-03-2008 Excelente. Joscript
26-02-2008 Vaya pues tus historias contemporaneas me han gustado. Buen relato. Tienes un estilo muy tuyo y eso, desde luego que es muy bueno. Jazzista
 
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